Capítulo 3. La hechicera cambia formas

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Ahora pasamos a un escenario tétrico, donde se observaban una gran cantidad de jaulas colgadas en el techo, un incinerador en la que el fuego aumentaba, cuando unas lagartijas lanzaban más carbón

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Ahora pasamos a un escenario tétrico, donde se observaban una gran cantidad de jaulas colgadas en el techo, un incinerador en la que el fuego aumentaba, cuando unas lagartijas lanzaban más carbón. Así, nunca se apagaría.

Mientras los reptiles continuaban con sus labores, en esa prisión tan oscura, escondida en una ciudad desconocida, algunos lagartos y cocodrilos más, discutían en una mesa en el centro.

No era un tema cualquiera. Hablaban sobre una hechicera poderosa que era capaz de tomar la forma de quién se cruzaba en su camino.

Todos temían por ella, incluso las lagartijas más pequeñas no podían con tanta información. Sobre todo cuando querían dar a entender que ella podía estar en cualquier parte. 

O eso, suponía el cocodrilo que se encontraba al frente de la mesa, y su expresión decía en cientos de formas que se estaba comportando de un modo extraño. 

Después de todo, en esa prisión no se podían ver los detalles de la misma, al solo acompañarle mucha oscuridad a su alrededor. Tenía la pinta de ser un palacio. 

— Ella está aquí, compañeros.— habló sin prisa el cocodrilo, y asustó a todos los presentes.

— ¿Hablas, de la Camaleona?— preguntó un lagarto a quién se le expresaba terror.

— ¿La más poderosa hechicera cambia formas de China?— cuestionó otro de los compañeros del cocodrilo, y este respondió asintiendo.

— Oh si, aunque sea una vieja lagartija de ojos altones, su leyenda dice que al tomar la forma de un guerrero de Kung Fu, ella puede fingir esa persona, y no importa de que tamaño sea.— explicó a mayor detalle el cocodrilo. 

— ¿Incluso si es un maestro tan pequeño, cómo el tamaño de un insecto? —

— Así es camaradas. Hasta puede vigilarnos en este preciso momento.— causó un poco más de miedo con todos sus compañeros en la mesa y dieron un sobresalto.

— Tal vez tu eres la Camaleona, o quizá tu, o tu....— siguió y siguió señalando sin parar a los lagartos y demás especies que le acompañaban. 

— ¿Yo soy la Camaleona? ¿La vieja lagartija de ojos altones?— se preguntaría uno de los presentes, quedando tembloroso por saber si era en verdad la Camaleona. 

— No, claro que no eres tu. Solo trataba de asustarlos.— dijo así el cocodrilo, para reírse, dejando una expresión de extrañez hacia los demás. 

— ¿Qué es tan divertido cuando hablas de una hechiera que puede robar las habilidades y la forma de un guerrero? —

— Porque quizá...— dió una pausa el "cocodrilo", que no era nada más que un disfraz, ya que había revelado su verdadera identidad y forma.— Yo soy la Camaleona.— diría así la ahora reptil.

El mundo que me prometieron | Carrie White x Kung Fu PandaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora