"¿Qué es una alma gemela?"
Ese era el título de la redacción para el fin de semana. Aomine estaba harto de esa mierda. Bueno, harto de todo en general. Tenía ganas de acabar la escuela para poder ir a una universidad de deportes. Sabía que con sus buenas notas y sus aptitudes para el baloncesto entraría fácilmente. Le aburría el hecho de estudiar, hacer exámenes e ir a los entrenos. Así que se pasaba la vida en la azotea, durmiendo, haciendo el vago. Satsuki siempre lo regañaba por eso, pero le era igual. Todo le era igual hasta que conoció a un chico. Taiga Kagami. La luz roja de Seirin. Nunca había sentido esa excitación al jugar contra nadie, incluso con sus antiguos compañeros de Teiko. Cuando perdió contra él y Tetsu, sintió como todo su mundo se derrumbaba pero como ese yo que había quedado enterrado muchos años atrás volvía a resurgir. Debía admitirlo. Esos dos le habían devuelto el espíritu y con eso unas ganas de saber más y más del pelirrojo. No sabía cómo ni por qué pero ese chico despertaba una intriga dentro de él. ¿Cómo será derrotarlo? ¿Quien salta más alto? ¿Es tan bueno como yo en la zona? Toda clase de preguntas técnicas le rodaban por la cabeza. No podía dejar de pensar en ellas día y noche hasta que se dio cuenta que solo podía pensar en él, no sabía muy bien porque pero su mente estaba solo llena de Kagami Taiga. Cuando fue consciente ya era demasiado tarde. Lo veía por todos los sitios y que Tetsu y él fueran tan amigos no ayudaba.
¿Qué que era una alma gemela? No tenía ni jodida idea, pero tenía claro que la suya no era Kagami. Era totalmente apuesto a él. No. No podía ser. ¿Verdad?
