Capítulo 4: La Reina del Hielo

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El día de hoy subiré también la parte 5, mañana terminó esta traducción, subiendo el capítulo 6 y 7.

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Tenía los ojos bien abiertos y observó en silencio como nevaba pesadamente sobre la pequeña ciudad portuaria, era la primera vez en la ciudad. Nunca desde la maldición había nevado tanto, y sólo podía ser culpa de la Reina de Hielo, de quien los héroes no sabían nada. Su cuerpo estaba cubierto con una gruesa manta de lana que su madre le había dado el día anterior porque casi había muerto congelada. Luego de unos minutos, comenzó a tomar cajas que se había encontrado en el armario, escribió un nombre en cada una y comenzó a ordenar sus cosas en ellas. Había regresado a casa de sus padres esa mañana con los Mills. El sonido de pasos la aisló de sus pensamientos, su madre estaba parada detrás de ella, Henry se acercó a su madre y se agachó a su lado dándole una taza con chocolate caliente y canela.

—¿Qué estás haciendo mamá?— preguntó el pequeño moreno en voz baja, podía ver las cuatro cajas en el suelo con cosas dentro. En una de ellas pudo ver escrito el nombre de Mary Margaret, y en otro el de David, inmediatamente entendió que su madre biológica estaba preparando su partida. —Oh, mamá...

—Estaré bien chico, en caso de que tu otra mamá no pueda encontrar a la reina del hielo necesito tener todo preparado— sonrió la rubia antes de poner su chaqueta de cuero roja en la caja inferior que el moreno no podía ver el nombre y las llaves de su carro en la primera caja, la suya. —Solo quiero que todos tengan un pedazo de mí, tú tendrás mi horrible escarabajo amarillo, fue el primero de tu padre, luego el mío y ahora es tuya.

—Pero todavía tienes tiempo antes de que me des tu auto, sólo tengo catorce años. Ni siquiera tengo edad suficiente para poder conducir contigo— Henry se rió nerviosamente ante la sonrisa de su madre, sólo quería aligerar el ambiente.

—Tienes razón chico, sabes que siempre te quise, ¿verdad?

—Lo sé mamá, querías darme una mejor oportunidad— Henry respondió en un tono obvio y Emma asintió, revolviendo su cabello.

Pero antes de que pudiera preguntar quién era la última caja, fue interrumpido por el sonido de la puerta cerrándose, seguramente deberían ser su madre morena y su abuelo regresando de su búsqueda. Madre e hijo bajaron las escaleras.

—La encontramos. Está escondida en una cueva entre la pared de hielo y el bosque al oeste de la ciudad. Elsa, ¿estás lista para usar el hechizo que encontraste en uno de los libros?— cuestionó el rubio, quien sostenía su espada en su mano, estaba dispuesto a hacer cualquier cosa para capturar a esta misteriosa mujer que quería dañar a su familia y que ya había hecho la mayor parte.

Elsa conjuró un par de esposas de hielo y se las entregó a la morena para que se las pusiera a su tía a su debido tiempo.

—Quiero ir— de repente soltó la sheriff, estaba más que cansada de que la hicieran a un lado. Ella quería ayudar, no era tan frágil como ellos pensaban.

—Eso está fuera de discusión Emma, eres demasiado débil para enfrentarla— suspiró la alcaldesa, poniendo los ojos en blanco.

—Sabes muy bien que si no me llevas, iré sola. Y para tu información, sé que ciertamente me estoy muriendo, ¡pero aún no estoy muerta!— exclamó la rubia.

Sin que nadie pudiera hacer nada, Emma se había desvanecido en humo blanco, seguida rápidamente por Regina y los demás. Ahora estaba en la entrada de la cueva, comenzó a caminar hacia las profundidades, se iluminó con una pequeña llama azul para orientarse, a lo lejos podía escuchar las voces de Regina y su padre, parecía escuchar su nombre en gritos, pero ella solo quería saber porque la Reina del Hielo trató de envenenar a su hijo. Sentía cada vez más frío a medida que se alejaba del punto de partida, terminó llegando a la guarida del villano, la mujer se paró a unos metros de ella, perfectamente quieta sin que ella pudiera luchar, la otra rubia le arrojó polvo morado. Emma cayó de rodillas, no sentía dolor, pero toneladas de imágenes de ella cuando era adolescente pasaron ante sus ojos.

—¡Emma!— gritó Regina, sin aliento por la carrera que acababa de hacer en la cueva, nunca había pensado que este lugar podría ser tan grande. Corrió hacia su amiga, esta última tenía los ojos cerrados y parecía concentrada. —¿¡Qué le hiciste, maldita bruja!?— ella gritó enojada.

—Simplemente le devolví sus recuerdos, nunca lastimaría a Emma— respondió la otra mujer, volviéndose hacia sus invitados.

—¿Quién eres? ¿Qué quieres de mi hija?— cuestionó David, apuntando con su espada a la otra mujer.

—Es Ingrid, una de mis madres adoptivas. La única persona que realmente quería adoptarme por lo que era y no por el dinero— respondió Emma en lugar de la sonriente Reina del Hielo.

Se levantó con ayuda de su amiga, pero antes de que pudiera defender a la que había considerado su madre, Regina actuó y esposó a la rubia para luego lanzar un hechizo que le impedía usar su magia.

—¡Nunca quise lastimarte Emma, sólo quería unirnos y finalmente ser una verdadera familia sin que otros nos separen! ¡Eres mi hija y nada ni nadie podrá separarnos!—exclamó Ingrid, quien intentaba como podía liberarse de sus cadenas.

—¡La lastimaste! ¡Por tu culpa mi hija está muriendo y no hay forma de salvarla!

—No..., se suponía que era Henry. ¡Debería haber sido él y no tú! ¿Qué hiciste Emma?— la rubia resopló, cayendo de rodillas al suelo.

Corazón congeladoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora