Corazón congelado

Capítulo 5: Un acto de amor verdadero

—Todavía no entiendo por qué tengo que hacer esto en lugar de interrogar a Ingrid con mi padre, ese es mi papel habitual. ¡Soy la sheriff!— murmuró Emma, todavía sentada en el suelo con su nueva amiga Elsa. Esta última tuvo la idea de empezar a meditar para intentar destruir el veneno, dominaba el hielo así que seguramente podría hacer algo.

—Emma, estoy tratando de concentrarme así que un poco de silencio por favor. Y probablemente no creo que Regina acepte que hables con mi tía, pero dime mientras lo hago. ¿Tienes sentimientos por ella?— cuestionó la otra rubia que finalmente había abierto los ojos y estaba sonriendo.

—¿Es tan obvio?—Elsa asintió vigorosamente, riendo. —Supongo que ella es la única que no se da cuenta. Después de todo, su verdadero amor es Robin, no soy lo suficientemente buena para ella, solo soy yo. Una mujer, la hija de sus peores enemigos, los que rompieron su maldición, en sus ojos solo soy la molesta madre biológica de su hijo pero en mis ojos ella lo es todo. Entendí que estaba enamorada de ella durante el accidente en las minas, creo. Pero me di cuenta de que nunca seremos lo que yo quiero. ¿Sabes qué es lo más patético de todo esto? Es que traté de olvidarlo con Killian, y sé que no está bien pero quería olvidarla, olvidar el dolor de verla feliz. Pero no funcionó y me siento miserable.

—¿Por qué no le dijiste cómo te sentías?— cuestionó la Reina de Arendelle.

—Quería decírselo innumerables veces pero siempre había algo o un tipo malo que destruía mis planes. Quería decírselo cuando volviéramos de Nueva York pero ella tenía a Robin así que no tenía derecho a quitarle su final feliz— el salvador sonrió con tristeza.

Elsa sonrió, entendía lo que podía sentir su nueva amiga. Entonces retomaron su meditación, la reina trató de concentrarse en quitar el hielo del cuerpo del sheriff Regina observó atentamente cómo David interrogaba a la famosa Reina del Hielo, esa mujer que quería envenenar a su hijo. Cuando entendió que la mujer no tenía intención de decirle una palabra al príncipe, entró en la sala de interrogatorios y se sentó junto al hombre que parecía haber notado su enfado y su falta de paciencia.

—Solo queremos encontrar una manera de salvar a Emma, necesitamos tu ayuda y cooperación. ¿Por qué quisiste envenenar a mi hijo?— preguntó la alcaldesa.

Después de un largo suspiro, la Reina del Hielo decidió hablar.

—Quería que saliera de ciudad, seguramente lo habrás seguido. Creé este veneno especialmente para él, su corazón habría comenzado a congelarse y la única solución para salvar su vida era salir de aquí. Habría destruido el muro para que te fueras, entonces habría seguido contigo David y tu esposa, habría mantenido a todos lejos de mi hija y finalmente podríamos haber sido una familia real, pero este niño idiota tiene todo destruido y condenó a mi Emma a morir.

—¡Emma no te pertenece! Ella es mi hija y no tuya, ¡eres tú quien la condenó, no mi nieto!— el príncipe escupió con odio.

—¿Hay alguna manera de salvarla?— cuestionó la morena por segunda vez en un susurro.

—Sólo un acto de amor verdadero y desinteresado puede salvarla pero hay un problema con Emma, dejó de creer en el amor hace mucho tiempo así que no hay manera de salvarla.

—Ya probamos el amor verdadero y no funcionó—respondió el rubio.

—No es lo mismo sheriff. No es el amor de un hijo, ni siquiera paternal, si quieres salvarla tienes que encontrar su verdadero amor en menos de veinticuatro horas porque es lo único que le queda para vivir.

—¿Cómo puedes saber cuánto tiempo le queda?

—Sus ojos se volverán blancos, perderá sus recuerdos y finalmente se convertirá en una estatua de hielo. Si yo fuera tú, disfrutaría los últimos momentos con tu hija.

David abrió la boca pero no le salieron palabras, quedó paralizado por la verdad. Su hija, su bebé, estaba a punto de morir y él se sentía muy impotente. Al igual que la otra mujer a su lado, ambos se sintieron impotentes ante el cruel destino de la salvadora.

—Está bien, disculpa por interrumpir tus pensamientos, pero tengo un hechizo que lanzar y la vida de mi hija que salvar. Estás perdiendo mucho tiempo— Ingrid intervino luego de romper sus cadenas con un movimiento de mano, luego se fue volando envuelta en humo azul dejando a las dos personas sorprendidas.

—¿Un hechizo?— repitió David.

—¡Emma!

La ex villana también desapareció, llevándose al príncipe con ella. Tan pronto como llegó a su casa pudo sentir inmediatamente el frío glacial y la magia de su salvadora moviéndose en todas direcciones. Pero no hay rostro de Emma o incluso de Elsa hasta que un grito resuena desde arriba. La morena subió corriendo las escaleras y abrió la puerta presa del pánico para ver a la rubia en el suelo completamente inmóvil.

—Estábamos meditando como dijiste pero ella comenzó a convulsionar, sus ojos se pusieron blanco y se desmayó— La Reina del Hielo rápidamente explicó presa del pánico.

Regina se agachó y comprobó si el sheriff todavía respiraba. Ella resopló antes de volverse hacia la otra mujer.

—¿Podríamos intentar que cruce el límite de la ciudad?— sugirió el rubio al ver el estado en el que se encontraba su pequeña.

—Imposible. No podremos cruzar la pared de hielo y la Reina de Hielo no nos dejará salir con Emma.

—¿Qué hacemos entonces?— cuestionó Elsa.

—Tal vez el destino de la Reina de Hielo no sea tan malo, ella dijo que ella podría salvar a Emma— suspiró la alcaldesa, admitiendo su derrota.

—No Regina, no debemos rendirnos, debemos seguir luchando. Encontraremos una solución.

Mientras la morena se acercaba al cuerpo de su amiga para depositar un casto beso en su frente, no sabía lo que le esperaba esta noche, pero no le sirvió de nada, salvaría a la sheriff, sin importar el precio que conlleva.

—Es demasiado tarde David, ella ya ha lanzado su hechizo— Regina suspiró, sosteniendo a la rubia contra ella. Fue en ese momento que comprendió sus verdaderos sentimientos por su amiga, pero ya era demasiado tarde.

Una luz brotó del cielo y miles de pedazos de vidrio se esparcieron por la ciudad, luego un humo azul los envolvió y desaparecieron.