Capítulo 9: Desprevenido.

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Damián

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Damián

Después de dejar a Ximena, me dispuse a seguir con mi entrenamiento, pero algo llamó mi atención. El refugio se veía más vacío de lo normal. Por donde sea que mirase, no había ni una sola persona. En ese momento fue cuando sentí un corte en la mejilla. Estaba sangrando

No podía ver a nadie, ni siquiera a la distancia, y ahí fue cuando recibí un segundo ataque. De la nada, otro corte me alcanzó, está vez en el brazo. Podía sentir la sangre escurrir a lo largo de él; no podía moverlo. Antes de poder hacer algo, más ataques llegaron de todos lados. Simplemente, me desmayé.

Cuando desperté, estaba en la enfermería. Gisselle estaba conmigo.

—¿Cómo estás?— me preguntó cuando se dió cuenta que desperté.

—No lo sé. Me duele todo; no recuerdo gran cosa, y ni siquiera me dió tiempo de reaccionar. ¿Cómo llegué aquí?

—Claudia te encontró. Marco y ella te trajeron. Lina ya está enterada de todo, así que tú no te preocupes por nada.

Asentí.

En ese momento, Luca entró a la habitación.

—¿Cómo te sientes? Te puse una pomada y vendé las heridas. Eran demasiado profundas. Que bueno que te encontraron. Pronto estarás como nuevo— me sonrió.

—Gracias. Me encuentro mucho mejor.

—¿Qué? Si me acabas de decir que te duele todo— interrumpió Gisselle.

—No le hagas caso, en verdad me encuentro bien— me dirigí nuevamente a Luca.

—Eres fuerte, así que no lo dudo. ¿Recuerdas lo que pasó?

— No mucho. Solo recuerdo dejar a Ximena en su cabaña y ser atacado casi de inmediato. ¿Ella está bien?— me di cuenta que ella también pudo haber estado en peligro.

—Tranquilo, a ella no le pasó nada— contestó Luca—. Tengo que hablar con Lina, me pidió que la mantenga informada de estas cosas. Cuida a tu hermano, por favor.

Luca se retiró y finalmente me quedé solo con Gisselle.

— ¿Qué fue eso de que estás bien? — arqueó una ceja —. Estabas muriendo de dolor cuando te pregunté.

—No lo sé realmente, solo me sentí nervioso.

— ¿Te gusta? Es lindo.

— Tal vez, pero no tengo tiempo para pensar en esas cosas. Sabes cómo acabó todo la última vez.

— Luca no es como Marco.

Estuve a punto de decir algo más, pero Ximena apareció.

—Damián, ¿qué pasó? Claudia me avisó que estabas herido— se podía percibir la preocupación en su voz.

—No lo sé con certeza. No recuerdo mucho.

—No debí dejar que me acompañes.

—No fue tu culpa— agregó Gisselle—. Nadie sabía que esto podía pasar, tranquila.

—Esto no puede seguir así, ya van 2 ataques seguidos. Tenemos que hacer algo— continuó Ximena.

—Primero tenemos que saber quién es el responsable; o por lo menos tener una pista— añadí.

—¿Alguna idea?

—No realmente. Podría ser cualquiera, incluído cualquiera de nosotros dos— pensó Gisselle—. No tenemos muchas opciones realmente; así que por más confianza que tengamos, hay que cuidarnos nosotros mismos.

—Tengo que hablar con Lina— Ximena no dijo nada más y salió de la habitación.

—Tú descansa, después hablamos. Me quedaré aquí por si necesitas algo.

Estaba tan cansado que no lo pensé mucho y me quedé dormido.

Desperté y pude notar en la ventana que ya estaba por anochecer. No ví a Gisselle por ningún lado, así que decidí levantarme.

En ese momento, me topé con Luca.

—Hola— dió un pequeño salto hacia atrás—. Justo venía a ver cómo estabas, ¿buscas a tu hermana?

—Sí, usualmente nos quedamos juntos cuando pasan estas cosas— sentí un pequeño mareo y estuve a punto de caer, pero Luca me sostuvo.

—Ven, siéntate— me ayudó a llegar a mi cama—. Aún no estás bien, no hagas mucho esfuerzo. En cuanto a Gisselle; no tarda en volver, fue a hablar con tu padre.

—Es broma, ¿verdad?

Él simplemente negó con la cabeza.

—Poseidón quería saber cómo estás.

—Entiendo. Gracias por decirme.

—¿Quieres estar solo?

—Sí. Solo quiero descansar.

Le sonreí y salió de la habitación. Me sentía cansado y aún con dolor, pero algo me inquietaba. No quería preocupar a mi padre, ni que supiera que me encontraba vulnerable.

No pasó mucho tiempo, y Gisselle regresó.

— ¿Cómo sigues?

— Estoy mejor. Gracias— intenté sentarme en la cama, pero ella no me dejó.

— Papá vendrá. No ahora, pero quiere verte.

— ¿Qué te dijo?

— Que te cuide mucho; y que cuando estés mejor te de un golpe por no saber cuidarte.

Ambos reímos.

El resto de la noche la pasamos hablando y haciendo bromas hasta que finalmente nos quedamos dormidos.

El resto de la noche la pasamos hablando y haciendo bromas hasta que finalmente nos quedamos dormidos

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