Su estómago hacía ruidos de fondo mientras guardaba sus materiales en su bolso. Miró por última vez la hora en su reloj de pulsera y suspiró antes de apagar la luz de su escritorio.
Se estaba haciendo tarde, un promedio de 10 minutos habían transcurrido desde que Tony abandonó el lugar y ya él estaba listo para cerrar.
Apagó la luz de fuera y la madera crujió bajo cada uno de sus pasos, Roy no le tenía miedo a la oscuridad, esa no era la primera vez que salió ya entrada la noche de la clínica, no era la primera vez que recorría aquel remoto lugar totalmente solo y en medio de la oscuridad.
Y quizá la extraña y pesada atmósfera que envolvía aquel caluroso día tenía algo, o bien mucho que ver. Pero cuando estuvo de pie en el porche Roy se arrepintió de no haberse ido con Tony en su camioneta.
Eran a penas las ocho con treinta y ya la oscuridad era prácticamente absoluta, solo un vistazo hacia el camino que estaba próximo a recorrer en completa soledad fue suficiente para hacerlo contemplar la idea de dormir en la clínica por primera vez en su vida. Casi quiso reírse de sí mismo.
__Que tonterías estoy pensando?_ susurró para sí mismo mientras sacaba la llave del bolsillo de su pantalón para proceder a cerrar la puerta, más un extraño crujido proveniente de algún arbusto cercano lo hizo detener sus manos.
Sin poder evitar el latido de su corazón, mismo que comenzaba a acelerarse llenando de ruido su cabeza Roy se volteó suavemente, la luz del porche iluminando los alrededores más cercanos a la clínica.
El arbusto más cercano se encontraba a un lado de las escaleras, y el corazón de Roy casi se sale por su boca cuando lo vio removerse, las ramas y hojas crujiendo nuevamente. Con los nervios a flor de piel y todos sus sentidos en alerta Roy se acercó un paso, bajando un escalón se acercó más.
Quizá no había necesidad de asustarse, lo más probable era que se tratase de algún conejo, gato o incluso un perro callejero.
Pero cuando la palabra perro se instaló en su cabeza, aquella extraña imagen lo hizo también.
La imagen del animal que él había visto esa mañana, apretó con tanta fuerza la llave en su mano que él material se clavó dolorosamente en su piel, y casi gritó cuando la vio.
Justo frente al porche, a un lado del camino, una huella, parecía de un perro, pero más grande que la que un perro promedio dejaría en el lodo.
Y Roy retrocedió en pasos torpes y atropellados cada paso que se había acercado, con el corazón en la garganta y el miedo corriendo libre por sus venas él no se detuvo hasta que su espalda chocó contra la madera de la puerta, misma a la que ni siquiera había puesto seguro en caso de que, necesitara un lugar en el que refugiarse del peligro. Aunque no supiera cuál peligro exactamente.
Desesperado tomó el pomo de la puerta y lo giró buscando volver al interior de la clínica, casi gritando cuando oyó pasos acercándose.
__Roy? Eres tú?_ y la voz de Devon cayó sobre él con el peso de un elefante devolviéndole poco a poco la calma a su corazón sofocado por el miedo __No esperaba encontrarte aquí a esta hora, creí que ya te habías ido_ Roy se volteó para mirarlo y su expresión relajada bajo el foco del porche lo hizo suspirar con alivio.
__Ahj eres tú.._ susurró Roy, sus piernas perdiendo repentinamente la fuerza con la que se había mantenido de pie hasta ese momento y haciéndolo caer sentado frente a él.
__Roy! _ alarmado corrió a socorrerlo y lo sostuvo de la cintura para ayudarlo a ponerse nuevamente de pie, las manos de Roy temblaron contra su cuerpo cuando se sostuvo de él __Estás bien?_ indagó algo preocupado.
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Original Sin
HorrorÉl merecía el paraíso, pero un encuentro inesperado logró apartarlo de su camino. Porque hay criaturas que pueden corromper hasta los huesos con el más pequeño contacto, y el infierno lo abrazó de la noche a la mañana, infierno en el que, extrañamen...