CAPITULO 1: ¡el potrillo que se convirtió en unicornio!

1 0 0
                                    

Tras varios días de viaje, Jabu logro llegar a Egipto, y se quedó maravillado al ver las gigantescas pirámides, pero dicha sensación de asombro se perdió una vez que se internó en el Cairo (la capital del país) en donde quedo asqueado al presenciar el nivel de pobreza que padecía la población.

En la edad antigua, Egipto fue (junto a Grecia) una de las civilizaciones más importantes pero, en la actualidad y tras haber sufrido la corrupción, el nepotismo, y la incompetencia de varios de sus líderes, se convirtió en un país pobre y atrasado.

"¡que miseria!" pensó Jabu, mientras caminaba por la calle "es triste que ver a una civilización, que en antaño fue una de las más importantes del mundo, hundirse en la miseria y en la ignorancia"

Mientras más se adentraba Jabu en la ciudad, mas miseria y pobreza pudo observar. Las condiciones tan deplorables de la capital egipcia le hicieron al caballero de unicornio recordar el orfanato en donde había vivido sus primeros años, el cual era un lugar miserable y decadente, en donde muchas veces no se podían conseguir cosas básicas (como agua o comida). Durante su estancia en ese orfanato, Jabu realmente la había pasado mal, pues muchas veces se había tenido que ir a dormir con el estómago vacío, pero toda si situación cambio después de que la Fundación Kido lo adopto y lo llevo a vivir a la mansión. En dicho establecimiento, el joven niño pudo tener todo lo que nunca pudo poseer en su anterior hogar (como una cama acogedora, tres comidas al día, y hasta agua caliente para bañarse).

"¡que genial es esto!" pensó el joven niño, mientras disfrutaba su almuerzo en el comedor de la mansión Kido junto a los demás huérfanos "¡esto si es vida!"

Un rato más tarde, mientras los huérfanos estaban jugando en el patio de la mansión, llego Tatsumi, acompañado por la pequeña nieta del dueño de la fundación.

"¡atención, malditos inútiles!" exclamo el mayordomo, y todos los chicos lo observaron "ella es la señorita Saori Kido, la nieta de Mitsumasa Kido, el hombre que los saco de la miseria ¡salúdenla como corresponde!"

Apenas vio a Saori, Jabu se quedó completamente enamorado, pues jamás había visto a una chica tan bella en toda su vida.

"¡mucho gusto, amiga!" exclamo uno de los huérfanos, y se acercó a la señorita para saludarla

"¡no te me acerques, sucio!" exclamo Saori, y le pego al chico con un puntero en la cara

"¡pero que cruel!" pensó Seiya

"bueno, los dejare para que se conozcan mejor" dijo el mayordomo "y recuerde, señorita, que si alguno de estos bastardos la molesta, no debe dudar el llamarme"

Tatsumi se va, y Saori se para delante de todos los huérfanos.

"vamos a dejas algo bien en claro, bobos: ustedes están aquí gracias a que mi abuelo los saco de la calle y, por ende, están en deuda eterna él, conmigo, y con la fundación. Desde hoy en adelante, deberán acatar mis órdenes sin pensar ¿me entendieron? Ahora ¿Quién quiere jugar conmigo?"

"¡yo, yo quiero!" exclamo Jabu, y se acercó Saori "¡mucho gusto, me llamo Jabu!"

"me da igual tu nombre, ahora ven acá, que me quiero divertir"

Durante los siguientes días, Jabu fue el niño que más aguanto los caprichos y los berrinches de Saori de la cual, a pesar de que lo mandoneaba y lo menospreciaba contantemente, seguía perdidamente enamorado. Además, Jabu se ganó el desprecio de todos los demás huérfanos, quienes lo veían como alguien patético por su conducta, y hasta lo apodaron como "el perrito faldero de Kido". Una noche, después de cenar, Jabu fue el único que recibió una porción de pastel, la cual le fue dada por Tatsumi.

Jabu de EgiptoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora