Una gran noche para morir

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   La luna estaba en su punto más alto, acompañada de las estrellas tintineando en el despejado cielo nocturno. Era una bella noche, la brisa nocturna golpeaba con delicadeza sus mejillas volviéndolas ligeramente rosadas.

  Definitivamente era la más bella noche para morir.

  Sunset se dirigía de camino al puente a las afueras de la ciudad, con las manos metidas en los bolsillos de su sudadera y cubriendo su cabeza con el gorro de esta. Mientras caminaba en silencio prestaba atención al sonido de los árboles bailando con la brisa, intentando no llorar. Si esos fueran sus últimos momentos con vida prefería pasarlos sin derramar ni una sola lágrima más.

  Todos vamos a morir, que más da adelantar lo inevitable, para el día de mañana su historia estaría publicada en el periódico de la escuela, su nombre estaría pasando de boca en boca durante algunos días, pero solo eso, después la olvidarán como lo han hecho toda su vida.

  Cruzó la calle sin mirar a ambos lados, para ella ser atropellada daba igual. En cuanto toco el barandal del puente sintió un escalofrió recorriendo su cuerpo y mientras miraba así abajo soltó un ligero suspiro. 20 metros. Debajo del puente pasaba agresivamente un río, aunque sobreviviera de milagro al impacto inicial con el agua, la corriente la arrastraría ahogándola en el proceso. El resultado era el mismo y todo el mundo lo sabía, no era la primera vez que algo así pasaba en el pueblo. Ese puente era el perfecto para morir.

  La peli roja miro con tristeza hacía abajo, soltó un último suspiro y comenzó a pasar la primera pierna por encima del barandal.

- ¿Qué estás haciendo aquí Sunset? – Una ronca voz femenina la sacó del chance inicial haciéndola girar hacia atrás.

  Rainbow Dash. La chica del pelo multicolor la miró confundida en un inició antes de comprender rápidamente lo que sucedía, pero quien era ella para juzgar si la razón de su encuentro es hacer exactamente lo mismo. Ellas no eran amigas, alguna vez llegaron a cruzar por los pasillos, compartían clase y conocían sus nombres, pero eso era todo. Ellas no eran amigas.

  El impacto de ver parada a Rainbow justo enfrente de ella, dejo impactada a Sunset haciéndola perder un poco el equilibrio, sin embargo, antes de que pudiera resbalarse su contraria jalo su cuerpo hacia sí misma evitando que Sunset cayera al vacío.

- Tal vez yo también podría preguntar lo mismo – Sunset miro a su compañera con dudas antes de continuar. – No te ves nada bien si me dejas decirlo.

  Lo que decía era verdad. En el pasado Rainbow Dash era la mejor atleta de toda la academia, destacaba en todo deporte en el que estuviera. Su energía y tenacidad la llevaron a ganar muchos trofeos y medallas de las que la academia también estaba orgullosa. Rainbow era un prodigio del deporte, nadie podía contra ella y contra su energía. Eso último fue lo que levantó las primeras sospechas.

  Rainbow siempre tenía energía para una carrera más, para un partido más. Ella siempre tenía energía de sobra, algunos pensaban que simplemente tenía una gran resistencia, pero la realidad fue muy diferente y su reputación se vio acabada cuando una compañera de equipo la sorprendió inyectándose estimulantes antes de un partido de futbol.

  Ese fue el comienzo de su caída, poco a poco las personas dejaron de admirarla y eso le dolió en el ego. Su aspecto actual también era deplorable, sus ojos se veían cansados y adornados por unas grandes bolsas debajo de ellos, a su cabello le hacía falsa ser cepillado, su ropa estaba arrugada y se veía notablemente más delgada de lo que podía ser sano para ella.

- Vaya sorpresa, ¿no? Descubriste Roma. – Rainbow se recargó en el barandal con la mirada perdida hacia enfrente. – Pero tengo curiosidad de saber qué haces tu aquí.

Una gran noche para morir - Equestria GirlsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora