PRÓLOGO.

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EL CIELO MOSTRABA INTENCIÓN DE ACLARARSE, pero la lluvia no paraba, azotando el techo de la carroza ruidosamente. La Mansión Malfoy se asomaba a poca distancia, con sus altísimas torres de teja negra y gárgolas adornando los pilares torneados de la entrada.

A pesar del estruendo, Draco mantenía los ojos cerrados. Al recordar Azkaban, la oscuridad seguía ahí aún si abría los ojos. En poco tiempo allí, su mente colapsó a la tortura. El tiempo pasaba sin dejar  saber qué día era, qué hora, si afuera había sol o estaba nublado, si había lluvia o el viento rugía fuerte. Todos los días eran iguales: oscuros, húmedos, fríos y en absoluto silencio.

—Baje, señor Malfoy —dijo uno de los aurores que lo estaba escoltando.

Draco abrió los ojos, y tardó unos segundos en que su vista se adaptara a la luz. No se percató cuándo había parado la lluvia, pero cuando bajó los primeros escalones de la carroza el cielo estaba despejado y la tierra desprendía el característico petricor. Inspiró fuerte, llenándose los pulmones  de aire limpio por primera vez en un tiempo.

Se sintió relajado.

Eso hasta que vio un cabello oscuro, desordenado, unas horribles gafas redondas y unos ojos verdes como musgo recién florecido que se clavaron en él. Era la última persona en la faz de la tierra con la que quería cruzarse a penas salir de Azkaban, pero ahí estaba, Harry Potter; llevaba una saeta de fuego en su mano derecha, lo que significaba que había venido como escolta en escoba.

—Señor Malfoy —lo llamó uno de los aurores que venía con él.

A Draco ya lo estaba mareando tanto "señor Malfoy", en especial el Malfoy. Ya lo había conversado con su madre unos días después de la Batalla de Hogwarts —justo el día que lo tomaron prisionero. Ya no quería volver a usar ese apellido. Tomaría en adelante, el apellido de su madre, Black. Aunque la familia Black igualmente tuviera ideas sobre la pureza de sangre, se sentía más cómodo con lo que su madre representaba para él que lo que su padre era. Malfoy estaba betado, manchado, era una familia maldita. Ya no quería tener nada que ver con ellos nunca más.

—Draco —un escalofrío lo recorrió por todo el cuerpo—, te escoltaré hasta la mansión, si no te molesta —su voz tenía un tono diferente, más maduro, más cansado, o eso sintió el ribio—. Creí que sería más cómodo para ti, que ir con un séquito de aurores.

El rubio se mantuvo mudo, y Harry no esperó su respuesta, si no que giró hacia los aurores, quienes le entregaron una serie de pergaminos mientras le daban instrucciones. Al parecer ya le tenían bastante confianza.

Qué competente se veía entre todos ellos.

Avergonzado por sus pensamientos, volteó su cabeza hacia el frente, bajando la mirada al suelo.

—¿Seguro que puedes tú solo, Harry? —escuchó decir a uno de los aurores.

Quiso voltearse para ver la expresión de Potter, pero se contuvo. Ya estaba lo suficientemente incómodo en ese momento.

—Sí, seguro, no me tomará más de quince minutos, solo necesito hablar algo con el señor Malfoy-

—¡Black! —corrigió de golpe. Tanto Harry como los dos aurores se voltearon a verlo. Draco sintió sus mejillas arder—. M-Mi apellido e-es Black ahora. —¿Acaso había tartamudeado?

—Claro, señor Black.. —se corrigió Harry saliendo del trance—. Solo hablaré con él un tema pendiente y les traeré los documentos firmados por la señora Malfoy —continuó. Ambos aurores aún miraban con recelo a Draco, pero al final asintieron con la cabeza y lanzaron la señal al cielo para que abrieran la verja de la mansión.

deletrius ━━ drarry.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora