I. Frasco de tinta

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EN LO ALTO DEL CAMPO DE  QUIDDITCH, se imponía el restituído capitán del equipo de Gryffindor sobre una brillante saeta de fuego, gritando instrucciones a los nuevos golpeadores mientras se aferraba al ébano de su escoba, rabioso.

—¡Creevey! ¡Peakes! —rugió Harry. Voló rápidamente sobre ellos y apuntó hacia los cazadores— ¡Su propósito es defenderlos a ellos de las bludgers, no lanzárselas encima!

Ambos aludidos asintieron frenéticamente y obedecieron la instrucción. Estaban muy nerviosos con la presencia de Harry. El año anterior Harry Potter no había asistido a Hogwarts, además de que el quidditch se suspendió por ser una pérdida de tiempo según los mortífagos que tenían el control del colegio. Nadie había volado sus escobas desde hacía un tiempo, y aunque lo extrañaban mucho no esperaban tener que regresar al vuelo bajo la supervisión de un jugador de renombre como Harry.

—¡Cuidado, Harry! —gritó alguien.

Una quaffle recién bateada se dirigía a toda velocidad hacia Harry, pero este la esquivó sin mucho esfuerzo, atrapándola además en el aire.
Buscó con la mirada al gracioso que la había lanzado, y encontró en las gradas  a una silueta risueña, con un bate en la mano que le hacía señas para que se acercara.

—¿Qué quieres, Ygrette? Todavía no termino el entrenamiento —dijo Harry aterrizando en el último nivel de las gradas. Se sorprendió cuando vio que el capitán del equipo de Ravenclaw no estaba solo, a su lado estaban sentadas Ellie Vincent y Jade Winter, capitanas de Slytherin y Hufflepuff respectivamente. Harry se sintió un poco acorralado.

—Tendremos una reunión —dijo Ygrette—. Hoy a las seis, en el salón de pociones de Slughorn.

—¿Y han venido los tres a decírmelo? —inquirió Harry desconfiado.

—Queríamos decirte algo antes de la reunión, pues a las seis también estará la profesora McGonagall y madame Hoch —dijo esta vez Ellie Vincent.

—Pues díganlo —Harry no sabía porqué estaba tan agresivo. O quizá sí, pues intuía lo que tramaban esos tres.

Se miraron entre ellos y susurraron un momento. Harry quería golpearlos con su escoba por interrumpir la práctica. Aún quedaban siete horas para las seis, y la práctica de Gryffindor solo duraba dos horas. Perfectamente podrían haber esperado a que Harry terminara con su equipo y después haberlo buscado para hablar.

—Es sobre Draco Malfoy —comenzó Ygrette. Lo que faltaba, había dado en el clavo.

La mención de ese nombre lo puso tenso—. Por favor vayan al grano si no quieren que me largue de aquí sin escuchar —zanjó ya molesto.

—Hizo una solicitud al equipo de Slytherin por la vacante que hay en el puesto de Buscador —aclaró Ygrette como si eso volviera obvio algo que Harry no terminaba de entender.

El pelinegro frunció el ceño, apretando el mango de su escoba.

—¿Y el problema? —Harry se mordió la lengua para no decir nada más.

—¿Cómo que "y el problema", Potter? Es un ex-convicto, un seguidor de Quién-tu-sabes, peleó por él, y aunque ahora se haya desligado de todo y no sé ni cómo haya podido venir a Hogwarts este año, no podemos pretender que no ha pasado nada, tú mejor que nadie debería entenderlo —dijo Jade y se había levantado de su asiento, al parecer, bastante exaltada.

Harry quiso refutarle de inmediato, pero se contuvo. Entendía un poco, en parte. Iba a ser difícil que de la noche a la mañana el mundo mágico pudiera perdonar a los seguidores de Voldemort por sus crímenes —si es que estos se arrepentían de ellos, claro está. Y en este caso, aunque Draco no hubiera matado ni torturado a nadie, su familia estaba betada, hundida hasta la cabeza. No había de donde buscarles algo bueno, pues sus últimos actos de redención fueron casi en su mayoría, exclusivamente presenciados por él mismo, y su palabra contra los cientos de actos públicos cometidos por Draco eran innegablemente desproporcionales.

deletrius ━━ drarry.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora