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Lucifer

Iba mirando por la ventana del automóvil el paisaje aunque no le prestaba mucha atención, solo había clavado la mirada ahí mientras pensaba que habría hecho su hija... pues desde hace dos días que ella había ido a su oficina a decirle que la escuela necesitaba hablar con él pero el no saber porque lo tenía preocupado; aunque claramente su hija le dijo que no había porque hacerlo ya que no era nada grave o algo para asustarse.

El sonido de la puerta abriéndose a su lado por su chofer lo saco de sus pensamientos y se dio cuenta de que ya se encontraba en la puerta de la escuela, regreso en si y salió de su auto para adentrase en la enorme y antigua construcción caminando por vacios pasillos que hacían que sus pisadas resonarán aún más. Al llegar al salón que su hija le había indicado espero unos minutos hasta que el timbre que indicaba la hora de la salida sonó dejando que todos los alumnos que aún se encontraban en la institución salieran llenos de alegría por ser   el último día de la semana.

Cuando ya no había más alumnos en los pasillos ni ninguno que saliera de los salones se asomo un poco por la puerta que había quedado abierta viendo que ahí se encontraba su hija Charlie y... ese maravilloso ser...

-Puede pasar, señor Morningstar.

-Oh, claro sí.

Ese profesor que tenía su hija lo había tomado por sorpresa pero debía comportarse, la colegiala ahí era su hija no él.

-Entonces, ¿cuál es la razón por la cuál me necesitan?- preguntó mientras pasaba al salón  poniéndose de frente a Charlie.

-Antes de todo, es un gusto conocerle; yo soy el maestro de historia de Charlie, el maestro Alastor- extendió su mano hacia él .

-Si... yo soy el papá, Lucifer Morningstar- replicó el acto del contrario y al tomar su mano sintió una pequeña punzada de alegría y otros sentimientos en su pecho; eso no estaba bien.

-Mucho gusto, señor Morningstar. Por favor tomén asiento.

-Maestro- ambos adultos miraron a Charlie ante su llamada - usted dijo que hablaría con mi padre así que supongo que no es necesario que esté aqui - era muy evidente que estaba nerviosa y, aunque solía ponerse  un rubor muy marcado a veces en este momento sus mejillas estaban tenidas de rojo natural.

-Si, eso he dicho pero me gustaría que te mantuvieras aquí para protestar ante cualquier cosa que no te parezca, después de todo será de ti y lo que has hecho de lo que hablaremos.

-Pero mi padre se puede encargar  muy bien de eso, estoy segura.

-¿Acaso quiere huir, señorita Charlie? -pregunto de una manera tan fría que pareció casi una ofensaa.

-Mi hija no tiene por qué huir- miro Lucifer desafiante pero aún con una leve sonrisa al maestro, aunque estuviese bueno no le iba a permitir ofender a su hija- Puedes irte si quieres hija, yo me encargo de esto.

-¡Gracias, papá!- se acercó para darle un abrazo y salir corriendo de ahí sin mirar atrás pero regreso de nuevo y se paró en el marco de la puerta- Te espero en la casa- y dicho eso ahora si se fue definitivamente.

Pasaron unos pequeños segundos en silencio hasta que fue interrumpido por el maestro que mantenía su evidente frustración muy escondida con una sonrisa que demostraba calma.

-Ahora entiendo completamente el por qué se comporta así Charlie... aunque ya lo sospechaba viniendo de una familia de ricos.

-¿A sí? ¿Y cómo se comporta? Quiero escucharlo...- Se cruzó de brazos y lo miro fijamente a los ojos aunque ,como a todas las personas que había, para hacer eso tenía que mirar hacia arriba. Parecía que había sido muy mala persona en su vida anterior y para pagarlo en esta había sido condenado a medir 1.65 m en un lugar donde todos miden más de 1.70 m. ¡Incluso su hija es más alta que él!

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