Parte 2. El juego de las almas

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Todo tenía aquella luz sobrenatural y una agradable brisa que hacía de aquel lugar todo un paraíso.
No tardaron en ser llevados a la amplia y mágica sala donde esperaban los tres ángeles ancestrales, que te asignaban un nuevo protegido. Entrar allí significaba haber fallado tu única misión.
-Bienvenidos guardianes, en este día despedimos las almas de sus dos asignados, Yuuki y Akemi. Se les fueron arrebatadas a la fuerza sus frágiles vidas y no lo pudisteis evitar por distintas causas. Como vuestra promesa eterna, deberéis afrontar vuestro fracaso y acoger otra solitaria alma que necesita de vuestra ayuda. A continuación tenéis que seguir el procedimiento y arrancar una pluma de vuestras alas para unirla junto con una gota de lágrima del alma que deberéis proteger por encima de todo. Avanzad, porfavor.- Dijo el ángel más viejo de las tres divinidades con su profunda y bien entonada voz.
Ambos se dirigieron hacia las dos copas situadas enfrente de los tres supremos, que guardaban las lágrimas como si fueran su pequeño tesoro.
-Un momento, divinidades. Tengo un último favor que pediros. Yuuki era la chica más pura y buena que ha nacido en estos últimos siglos, incapaz de hacer daño y dispuesta a todo para salvar una vida. Se le fue arrebatada injustamente su bondadosa alma en un acto de valentía por salvar al único familiar que le quedaba. Yo, como su ángel guardián fui un fracaso. Ahora, les pediría que me hicieran un nuevo favor, después de que me dejaseis cuidar de ella, me gustaría que me permitieseis vengar su alma y ser el ángel guardián del demonio que se la arrebató.
-Pero, Sora. ¿Sabes lo qué estas diciendo?, ¿Sabes lo que supone ser el ángel guardián de un demonio?- dijo el ángel guardián de Akemi mientras las tres divinidades se miraban con gesto serio unos a otros.
-Lo sé, en cierto modo tengo suerte de que el alma de Yuuki fuera arrebatada por un demonio y no por un humano corriente, de otro modo no me hubieseis dejado vengarla. Y también se que mis alas ennegrecerán y me convertiré en un ángel caído, pero tengo pensado completar los votos y morir de todas formas. Es el último favor que les pido, por favor.
- Vaya.. en toda nuestra inmortal vida como ángeles ancestrales solo hemos oído esta petición dos veces y una es la tuya, Sora. Eres uno de los ángeles más prometedores que han sido creados. Es una lástima que te quieras estropear así por un alma bondadosa más. Es cierto que últimamente no se ven muchas así, pero tu inmortalidad es algo muy valioso y el don que se te dio para proteger a todas las almas que se te fueran asignadas, te hizo saber que tendrías que afrontar muchas otras muertes.
-Ella no era un alma bondadosa más.
-Tu amor por ella te cegaba y lo sigue haciendo. Sora, fue ella la que decidió no despertarte. No debes culparte por ello.
-Por favor, concédanme mi último deseo y déjenme disfrutar de mi futura mortalidad.
-Como desees, eres responsable de tus actos, pero deberías saber que ser ángel de un demonio es una aberración antinatural que no te será perdonada por el divino. Y que los próximos acontecimientos de tu vida serán muy duros para ti, se te anulará la frialdad característica de los ángeles para ser cambiada por el tormento de las almas a las que no pudiste salvar, por no contar que te convertirás en uno de los caídos que todos evitan. Sora, eres un guardián ejemplar y todos admiran tu frialdad y tu eficacia, eres el modelo de ángel que todos quieren ser y todos te conocen por ello. ¿De verdad quieres arruinar todo y continuar con tu final?

-Si, es mi deseo. Total, ya todas las almas están podridas.
-Entonces que así sea.
Tras decir estas últimas palabras la copa empezó a agitarse bruscamente y las lágrimas de color transparente fueron cambiadas por unas de un color rojizo que imitaban la sangre.
-Así son las lágrimas de demonio, ---¿Eh? Qué asco.- Dijo Sora arrancándose una pluma de sus deslumbrantes alas blancas.
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Como cada vez no tardé en regresar a mi cruel realidad y ser consciente de que había vuelto de mi repetido sueño a esta estrecha jaula donde me encontraba encerrado ya tres años.

Sentía haber dormido ya durante un largo rato.
-Vaya, por fin despiertas.- Dijo la voz de la persona que tenía en su interior el demonio culpable de mi tormento y que me observaba con su habitual mirada divertida.
-Veo que sigues alimentándote de mi sufrimiento.
-Si, muy sabroso por cierto.
-¿Quieres que hagamos un trato de los que a ti tanto te gustan "mi queridísimo protegido"?
En un momento su mirada cambió primero en un rostro sorprendido para luego volver a su habitual y desesperante sonrisa.
-Vaya qué bien me conoces, ¿y este repentino cambio de actitud por tu parte?
-Simplemente pensaba que te habrías cansado de este eterno encarcelamiento y que querrías divertirte un poco.
-¿Estas seguro de que quieres hacer un trato con un demonio?, muy bien, ¿De qué se trata?
- Simplemente una partida de damas en la que se sorteen nuestras almas. El perdedor se convertirá en siervo del ganador y deberá obedecerle en todo. Ya que ninguno puede morir sin completar los riquisitos de cada raza.
-¿Y qué gano yo con eso?
-Que todos te respeten, ya no tendrías que tenerme aquí encerrado, simplemente yo te perteneceré y me podrías hacer sufrir sin necesidad de cadenas. Y, también; podrías vender mis plumas por un buen precio a cambio de tu amado dinero. ¿Hay trato o no?
-Claro que sí, me voy a comprar un enorme yate con tus milagrosas plumas blancas.
-Ya veremos.
Acto seguido, ambos cortaron la palma de su mano y juntaron su sangre para, de inmediato, aparecer en una sala oscura, con un ambiente sobrenatural y de la que era imposible escapar hasta terminar el juego.
-¿Quién empieza?- Dijo el demonio con una sonrisa más grande de lo habitual y con su mirada penetrante clavada en los ojos del ángel.
-Las reglas son:
1. Todos los jugadores deberán acatar las reglas o serán eliminados directamente.
2. Deberán seguirse todas las reglas impuestas en el juego original.
3. Una vez empezado el juego habrá que terminarlo pase lo que pase.
4. Cada raza que participe podrá jugar a su manera. Cualquier cosa, mientras no vaya contra las reglas establecidas anteriormente.

Y otra cosa. Este juego no es como uno normal de damas, en este, cada ficha constituye un pedazo de nuestra alma y cada vez que el oponente se coma una de ellas el jugador será menos dueño de sí mismo e irá perteneciéndole más a su adversario.

Empieza él más joven.
-Entonces seré yo.
-Je, como suponía.

Tras dejar bien marcadas las reglas del juego que sería el final de uno de los jugadores, el demonio movió su primera ficha tras una larga carcajada. Acto que comió el primer pedazo de alma del ángel.

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⏰ Última actualización: Apr 16, 2016 ⏰

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