Tetas, tetas, tetas, tetas.

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Spreen tardó en darse cuenta de que sus cambios físicos habían llegado a tanto.
Y es cuando le pidió a su padre ayudarle a entrenar, debió esperar que las rutinas hicieran esto en su cuerpo.
No le molestaba, se sentía bien.
Más fuerte, capaz de pelear con los Dioses a puños.

Lastima que la ropa ya no le quedaba igual.
Varias de sus camisas "explotaron" en la parte del pecho y era vergonzoso no poder siquiera levantar los brazos sin que la tela se rasgara.

¿Por eso su padre usaba esas prendas tan peculiares?
Telas que se estiraban bastante.
Camisas que no se abotonaban hasta el pecho.
Y que decir de esas tiras de cuero que eran el accesorio perfecto cada que se ponía sus pantalones morados favoritos.

Agradecía que tenía un tío diseñador y le ayudo con el tema de vestir.
No llegaría al extremo de andar sin camisa.
Eso no iba con él.

Ahora estaba terminando la rutina cuando su madre y Roier llegaron.
Ellos también hacían ejercicio pero era algo más tranquilo.
Su madre tuvo que empezar cuando le dieron tremenda regañada por el tema de su salud cuando casi le daba un infarto al estar haciendo algo con Veg.
No iba a entrar en detalles de que actividad física hacían porque no quiere vomitar.
Y Roier pensó que le serviría bien empezar con el ejercicio.
Ese trasero de melocotón tenía que mantenerse firme.

— Hola cari...— el castaño sintió que la mandíbula le llegaba al suelo. Claro que prestaba atención al cuerpo de Spreen, pero ahora todo sudado, con esa ropa.
Se tuvo que morder el labio y centrar toda su atención en lo que realmente quería.
Y es que el pecho se veía tan ajustado.
Quería poner su cara ahí.
Putamadre.
Ahora él sentía que algo le apretaba en la parte inferior.

¿Quién tuvo la maravillosa idea de decirle que practicarán karate?Porque le daba un millón de dólares por tremendo taco de ojo que se estaba dando cuando Spreen comenzó a cambiarse la ropa

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¿Quién tuvo la maravillosa idea de decirle que practicarán karate?
Porque le daba un millón de dólares por tremendo taco de ojo que se estaba dando cuando Spreen comenzó a cambiarse la ropa.

— Tierra llamando a Roier. ¿Hay alguien ahí? — comentó Rubius entre risas al saber que había robado la atención de su yernito.
No le culpaba.
Él aún solía ponerse todo bobo cada que Veg andaba sin camisa y mostraba su perfecta pechonalidad.

— Yo..  ehm ... Buenas tetas.— soltó apenas parpeando. Tardando varios segundos en darse cuenta de lo que dijo.
Ya tenía toda la cara roja y Spreen casi se ahogaba con el agua que estaba tomando.

— ¿Roier?— Spreen se limpio los labios con el dorso de su mano, no esperaba ese comentario.

— Quería decir buenas tardes, no tetas. ¡No es que tus tetas no estén buenas! Pero...
¡NO! YO REALMENTE NO TE ESTABA VIENDO LAS TETAS. O SEA SI LAS VÍ PERO YO... AH — estaba en pánico.
Intentando explicar pero solo se hundía más.

Era una escena tan chistosa que los Rubegetta apenas podían disimular su risa.
¿Dónde estaba una camara para grabar momentos como estos?
Se conformaban con estarlo viendo en directo.

T.E.T.A.S Spiderbear/SproierDonde viven las historias. Descúbrelo ahora