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El sonido del tono de su teléfono hizo que despertara de su ensoñación, sacándole así quejas mañaneras

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El sonido del tono de su teléfono hizo que despertara de su ensoñación, sacándole así quejas mañaneras. En la pantalla logró visualizar la llamada entrante de un número desconocido, así que luego de volver a quejarse decidió responder.

–¿Hola?

–Buenos días, señor Krittin. Llamamos para notificarle que el paciente Gemini ya no se encuentra en nuestra localidad.–Eso pareció despertar más al extranjero quien se levantó de golpe ante la sola mención del menor. –¿Ya no está? ¿Qué quiere decir?

–Revisamos las cámaras de seguridad y al parecer el paciente se escapó alrededor de la media noche.–informó la enfermera. – Contamos con un buen sistema de seguridad, pero encontramos una ventana rota en su sala. Lo más probable es que se haya escabullido por ahí.– ¿Escabullirse? ¿Romper una ventana? ¿Acaso era un completo idiota? ¿En qué diablos estaba pensando?.

–¡Voy para allá!– avisó antes de lavarse lo más rápido posible y salir de su hogar.







–¡Voy para allá!– avisó antes de lavarse lo más rápido posible y salir de su hogar

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–Como ya les había indicado anteriormente, la presentación se pospondrá hasta el próximo lunes y tendrán que realizarlo en parejas o grupos pequeños.– en ese preciso instante, el timbre se hizo escuchar anunciando así el final de la última clase del día. –Pónganse de acuerdo entre ustedes. Se evaluarán sus conocimientos y compromiso, así como también su material de apoyo y comportamiento. La nota será más alta de lo que creen.

Todos en el salón de clases comenzaron a salir, incluido también el maestro. Segundos después permanecían en la sala únicamente dos personas. Un peli castaño guardándo sus útiles sin apuro alguno, y un azabache perdido en el mundo de los sueños. Cuando Mark terminó de ordenar todo volteó hacia su compañero de asiento quién había estado durmiendo casi toda la clase final. No es que no hubiera dormido nada en casa o sufriera de insomnio, simplemente se le hacía aburrida la clase de Historia y las siestas sobre la dura madera de su mesa eran de cierta manera demasiado cómodas.

Mark soltó un suspiro cansado y usó su dedo anular para tocar el hombro del menor. –Fourth...–llamó, y como por arte de magia, Fourth abrió los ojos. Frunció el ceño confundido, pero al voltear y no ver nadie más que ellos supo que las clases ya habían terminado. Se levantó junto con sus cosas y se dirigió a la puerta. A punto de salir, Mark lo jaló de la muñeca deteniendo su paso.

𝗼𝘂𝗿 𝗯𝗮𝗯𝘆 𝗳𝗼𝘂𝗿𝘁𝗵 [𝗽𝗮𝘃𝗲𝗹𝗽𝗼𝗼𝗵]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora