Parte 1 :Hoja de cortesía

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Louis

No es muy tarde, son apenas las 7 y el sol se postula de forma crepuscular sobre las terrazas de los edificios, el cielo aborregado se cierne sobre toda Nueva York. Un aroma frío y dulzón como el de una flor marchitándose se siente en el aire.

Es una linda tarde.

Últimamente he estado bastante ocupado, tener las clases regulares me agobian, luego tener que estudiar alemán y francés es más un hobby y los seminarios de literatura a los que asisto son muy interesantes, pero no he tenido tiempo para mí, tiempo para ser yo mismo, dejarme ir.
Ya 3 semanas de que no leo un libro, sí, lo he estado contando, leer es algo que me libera, me deja ser, incluso fue Mario Benedetti quien dijo:

"Quiero quedarme en medio de los libros. En ellos he aprendido a dar mis pasos, a convivir con mañas y soplidos vitales, a comprender lo que crearon otros y a ser, por fin este poco que soy."

Y no puedo estar más de acuerdo.

Para mis tempranos 17 años soy bastante maduro, me han dicho varias cosas por ello, el hecho de que mis compañeros hagan chistes y que yo sinceramente no les encuentre la gracia me hace un poco antipático según ellos, y ni hablar de cuando me enamoro, no soy el típico chico que se enamora perdidamente por alguien, sí siento algo y me encanta, pero no busco un exceso de ello, soy feliz con poco.
Estoy caminando hacia la biblioteca 115th Street en busca de otra inyección de literatura. Heath la bibliotecaria me sonríe apenas entro por la puerta giratoria, la saludo a lo lejos con la mano mientras me saco los guantes y el gorro negro, llego a su puesto y digo en voz baja -Hola Heath, ¿Todo bien?

Ella esboza una sonrisa -Todo bien Louis, cuéntame, ¿qué buscas ahora? -
-Algo viejo y que me entretenga, y no hablo de Alf - Vale, sí, muy malo el chiste, lo siento.

Deja escapar una risita (de altruismo lo más seguro) y dice con una mirada de complicidad secreta -Ve a la sección 25, que ahí hay de los mejores libros, recomendación personal.- suelto un chasquido con la boca a la vez que le guiño un ojo, doy media vuelta y salgo con un paso confiado y alegre a la predicha sección.
Llego y hago un ademán de tocar el piano mientras paso los libros, tocando cada uno de ellos, sintiendo su lomo y distintas texturas hasta que llego a uno que no debía estar ahí, frunzo el ceño y giro un poco la cabeza para leer el lomo "Caperucita Roja"
-¿Qué?- digo ante tal sorpresa, supuestamente esta sección es de libros viejos, libros en plan novelas, no cuentos infantiles, me imaginaba que habría algo de Freud o Lovecraft, Julio Verne, Homero, Platón. Libros que vayan con la temática de "viejo y que me entretenga" pero claramente La Caperucita Roja no es un cuento que me entretenga, tiene sus años, pero sólo eso.

Tomo el libro y leo la primera página "Érase una vez..." y en seguida todo el cuento me viene a la mente, el lobo, la abuela, el cazador, la niña que claramente era estúpida o algo parecido porque incluso un ciego diferencia entre un lobo y su abuela, o la abuela era muy fea o ella era muy mala nieta. En fin, no soy quien para criticar ese cuento.

Tomo un libro de Freud y otro de Stephen King y me llevo el de Caperucita Roja para luego ponerlo en su lugar correspondiente. Busco una mesa vacía y pongo los 3 libros, cierro los ojos y digo señalando cada libro en orden -De ti Marín de do pingüe, cucara macara títere fue- abro los ojos y queda señalado el de Caperucita Roja exhalo de forma exagerada y tomo el de Freud mirando de reojo al de Caperucita. Mi mente en esos momentos pensaba en la malas causalidades que tengo (Sí, no digo suerte porque no creo en ella, yo creo que todo tiene una causa, sea cual fuere.) y dios, como odio La Caperucita Roja, me pone de los nervios.
Y comienzo mi viaje por las páginas.

Tres horas después terminé el libro de 640 páginas. Recomendaría altamente a Freud a cualquiera que le interese el tema de la psicología y bueno, a alguien que sea mayor que yo, a mi edad aún estamos alborotados por las hormonas y a nadie le importa lo psicológico excepto yo, claro. Ahora que me doy cuenta no estoy bien en ningún lado, no pertenezco a ningún grupo social/moral. Soy muy maduro para los chicos de mi clase y muy joven para la gente con la que me llevo bien, es raro ser yo, no pertenecer a nada, ser simplemente uno solo.

Después de esa lectura fuerte necesito algo que me haga descansar un poco y tengo a La Caperucita Roja mirándome con ojos de lujuria, he de aclarar que no es así, pero bueno, cada cual con sus cosas. Así que comienzo de nuevo "Érase una vez..." y comienzo la lectura a escondidas de ese cuento, a mitad de libro encuentro una anotación en un papel cuidadosamente doblado, con tal de que si lo abrías a la mitad la nota parecía como una mariposa abriendo sus alas.

-Eran de lirios los ramos; y las orlas de reseda-

-H

Eso...me suena de un poema...pero ¿Cuál?
Tomo la nota y voy hacia Heath, apenas me ve esboza otra sonrisa y me dice en voz normal -Louis, estamos cerrando, como ya eres un cliente habitual sabes que te puedo dejar la llave y luego tú la dejas donde ya sabes, pero me...-
-Heath, de dónde te suena...-tomo el papel y recito- Eran de lirios los ramos y; las orlas de reseda- ella se queda patidifusa un momento y hace como un amago a querer decir algo, pero no le salen las palabras.
Segundos después dice -¡Ya sé! Es de José Martí, el poema se llama La Chica de Guatemala o algo parecido, es un muy buen poema por cierto.-
Le doy agradezco con una sonrisa y voy a la mesa donde estaban mis cosas, tomo la nota y la guardo en el bolsillo de mi gabardina, acomodo los libros más o menos donde estaban y dejo a La Caperucita Roja en su mal localización. Corro un poco para llegar a la puerta y salgo junto a Heath, le doy un beso en la mejilla y antes de que me fuera me dice.
-¿Por qué me preguntaste eso?-
Siento la nota en mi bolsillo, apretada en mi mano.
-No, por nada, cosas mías.-

Entre Páginas (Larry Stylinson)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora