Antes de partir, los tres hechiceros se dedicaron a escudriñar el perímetro con la mirada, en busca de otras maldiciones y de los cadáveres de sus colegas, con la ayuda de Itadori. Poco después, encontraron partes de los cuerpos de algunos de los otros brujos, con miembros uniformados esparcidos por todas partes, muchos de ellos desaparecidos. Ante este espectáculo, los tres decidieron que no merecía la pena buscar todas las partes para poder llevárselas. A Satoru no le pasó desapercibida la forma en que Itadori se encogió ligeramente al ver los miembros desprendidos de los cuerpos.
Tras completar la misión, retiraron la cortina que había levantado Ijichi y se dirigieron al coche. Por el camino, intentaron entablar una conversación con el chico, que parecía ser más joven que ellos tres, aunque la mayoría de las veces era unilateral. Durante este tiempo, el chico de pelo blanco aprovechó para enviar un mensaje a su profesor, informándole de que llevaba a la escuela a un nuevo candidato a hechicero.
Al entrar en la escuela, Satoru suspiró y estuvo a punto de desactivar el Infinito, pero se acordó de su invitado. No era seguro bajar la guardia todavía, sobre todo estando al lado de un desconocido.
"Ustedes dos pueden ir a los dormitorios, ¡yo lo llevaré con Yaga-sensei!" exclamó Satoru, bajándose un poco las gafas para poder establecer contacto visual con sus amigos, que se limitaron a asentir, aunque le dirigieron una mirada que parecía decir "Mándanos un mensaje si necesitas ayuda", antes de seguir su camino.
En cuanto sus amigos salieron de su campo de visión, echó el brazo al cuello de Itadori, aunque no lo tocaba gracias al Infinito. Se dio cuenta de que el hombre de cabellos rosados se inclinó inicialmente hacia el contacto, pero luego se tensó por un momento, antes de que sus hombros se desplomaran poco después en un movimiento casi robótico. Era como si, a pesar de disfrutar del contacto, no quisiera permitirse tenerlo. Un poco preocupante, en opinión de Satoru, pero ¿quién era él para juzgar?
"¿Listo, chico?" preguntó Satoru con una sonrisa divertida mientras los dirigía al despacho de su profesor.
"Creo que sí..." Contestó Itadori, aunque con una sonrisa mucho más débil que de nuevo parecía nostálgica. El chico de pelo blanco decidió archivar aquella información para diseccionarla más tarde. El poseedor de los Seis Ojos se apartó de él y le hizo una señal para que continuara siguiéndole, avanzando ambos en un incómodo silencio.
Al llegar al despacho, Satoru abrió la puerta de una patada, sin llamar siquiera, lo que le valió una mirada de sorpresa por parte del otro chico. Satoru sonrió.
"¡Sensei! Aquí, ¡el nuevo futuro estudiante del que te hablé!" dijo despreocupadamente.
Yaga soltó un bufido de fastidio. "Llama a la puerta antes de abrirla, mocoso". Regañó, aunque en su voz podía identificarse un tono de afecto. Dirigió su mirada al otro muchacho, dándose cuenta de que parecía distante, una inconmensurable melancolía irradiaba de su ser. Era como si hubiera visto un fantasma. Mirando a Satoru, que fruncía el ceño, Yaga se dio cuenta de que su alumno había notado lo mismo.
Una tos del profesor devuelve al chico al presente. "Entonces, Itadori Yuuji, ¿verdad?" Comienza, continuando cuando recibe un asentimiento de dicho chico. "¿Qué piensas hacer cuando te matricules en esta escuela?"
Itadori frunce el ceño, triste pero decidido. "Sólo soy un engranaje de una máquina mucho más grande. Quiero acabar con tantas maldiciones como pueda, para poder proteger a tanta gente como sea posible, aunque tenga que dar mi vida por ello". Habló, sin que la convicción abandonara su voz.
Satoru miraba, sorprendido por el espectáculo. "¿De dónde ha salido todo ese fuego?", se preguntó, dado que no hacía mucho que el otro chico parecía un ciervo ante los focos. Este cambio, sin embargo, no era inoportuno. Al contrario, lo hacía todo mucho más interesante y divertido.
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Vivir el Presente - Goyuu
FanficYuuji se encuentra en una situación difícil: sus mejores amigos, su profesor y su hermano han muerto. El sol no tardó en oscurecerse. Al final, todo fue demasiado y su brillo se desvaneció. Debería haberse sentido feliz, sabiendo que se reuniría con...