Los encontró en la biblioteca.Allí estaban ellos.
Sus padres.
'Increíble' pensó. Hacía solo unos días que habría creído imposible eso. De hecho, hasta hace poco, habría mirado con recelo a esa mujer, a la esposa de su padre. Su madrastra. La mujer que llegó a sus vidas sin avisar y cambió todo.
Y ahora estaba ella ahí, con su mirada dulce y su sonrisa, que se agrandó apenas la vió. Su mamá.
– ¡Atenas! – dijo ella al verla.
–¡Mamá, hola! – respondió la chica mientras le daba un abrazo y un beso.
–¡Hola,papá! – le dijo a su padre, sin soltarse aún del abrazo con su madre.
–¿Qué hacen? – les preguntó algo extrañada.
Luego de la confesión de su papá, se sentía muy confundida. Ella había cuestionado mucho el matrimonio de su padre, incluso, dijo cosas poco generosas sobre la mujer que ahora sabía, era su madre.
De hecho, por un tiempo fue hasta fácil convencerse de que la 'intrusa' en la vida de todos, sólo venía a ocupar un lugar que no le correspondía y a quitarles el cariño de su padre. Pero la realidad era que esa mujer que la abrazaba ahora, estaba allí por ellos.
Cada vez que pensaba en eso, sentía que el corazón se hinchaba en el pecho, que la felicidad la iba a hacer explotar. Se sentía... querida, especial.
Pero al sentirse así, al ver a su hermanito radiante, logrando cosas que antes no habrían podido ni siquiera soñar, ver a su hermano mayor dejando de lado sus prejuicios para ser feliz; todo eso le hacía sentir que su madre, más que nadie merecía sentirse igual de plena.
Sobre todo, luego del día que habían tenido, luego de enterarse de algo que la alteró, necesitaba asegurarse de que su madre, más que nadie, fuese feliz.
– ¿Atenas, y para mí no hay un beso? – le dijo su padre, interrumpiendo así sus pensamientos y distrayéndola.
Madre e hija se miraron y se sonrieron; cómplices. Y así, la chica se dirigió a su padre para darle un beso de saludo.
– Me alegra encontrarlos aquí, a los dos– les dijo y agregó – quería darles las gracias por estar hoy conmigo–
Sus padres la interrumpieron, pero Atenas, antes de que dijeran nada, le dijo esta vez mirando a su padre
– Papá, ¿puedo hablar un momento con Mamá, a solas?
– Claro hija, pero, ¿está todo bien? – preguntó Gregorio extrañado y mirando a Andrea. El tono de la voz de Atenas les hizo saber que era algo serio.
– Sí, papá, tranquilo. ¿Vamos, mamá? – dijo la chica, dándole nuevamente un beso a su padre y tomando la mano de su madre, dirigiéndose hacia la salida.
– Claro hija– le respondió Andreas, diciéndole a Gregorio, con la mirada, que luego ellos hablarían. Ella sabía, tanto como él, que algo importante había pasado.
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Se levantó desorientado. En el sofá.
Gregorio se extrañó, pero al mirar el reloj, se dió cuenta que era muy de noche. Se había quedado en el sofá, esperando a Andrea, pero al parecer, su esposa no había regresado.
Por un momento se preguntó, si quizás al encontrarlo dormido, no quiso despertarlo pero desechó la idea de inmediato. Se trataba de su hija. Y él estaba seguro de que algo había pasado.

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El Porvenir
FanfictionGregorio y Andrea, salieron felices después de la boda de Atenas, pero ¿qué pasó entre ellos antes de ese momento? Aquí les comparto mi versión de esos momentos.