Gregorio y Andrea, salieron felices después de la boda de Atenas, pero ¿qué pasó entre ellos antes de ese momento?
Aquí les comparto mi versión de esos momentos.
"Dios nunca nos abandona, solamente debemos tener fe" Al escuchar esas palabras que le dijo el Padre Benigno, Andrea no pudo más que volver a mirar a su alrededor. Ahí estaban ellos...su familia. Sus adorados hijos. Atenas, su niña, con su prometido, un hombre que la quería a ella, no su dinero. Adrián, su hijo mayor, besando a Silvina, su querida amiga que merecía tanto ser feliz. Y Aldo...el hijo que no llevó en su vientre, pero que la necesitaba tanto, como ella a él. Sí, sus hijos. Los tres. Y allí...al otro lado de la sala estaba él. Su marido. "Te quiero, nunca dejé de hacerlo...lo siento...perdóname" Allí estaba él, sonriendo mientras hablaba con el padre de Tintoreto.
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Andrea al verlo, se giró hacia el padre, su gran amigo y le susurró: – Padre Benigno, antes de irme, necesito hablar con usted. Y era verdad, desde esa mañana, ese momento, esas palabras, no habían salido de su mente.
"Te quiero, nunca dejé de hacerlo...lo siento...perdóname"
✿︶︶︶︶︶︶︶︶︶︶︶︶✿ Por eso ahora estaba allí, sentada, esperando para hablar con el Padre quién era su amigo de confidencias, aquel con quién había compartido sus tristezas y quién le había ayudado a mantener la esperanza.
Con él, necesitaba compartir los acontecimientos de la mañana. Necesitaba aclarar sus ideas, sus emociones....
–Bueno hija, dime...qué te tiene tan ausente– Dijo el Padre Benigno al darse cuenta de que Andrea seguía callada. – Digo, algunos se quedaron un momento celebrando...bueno, los jóvenes, pero tú hija, casi me sacaste con apuro de allí...¿pasó algo? No será nada más del culpable o, ¿sí?
– Mhm... No padre, no. De eso no. – Ah, entonces...¿Gregorio? – ¿Soy tan obvia, Padre? – No. Bueno, es que vi que lo miraste por un momento y ...no te fuiste con él...¿discutieron? – No...no discutimos Padre. – Y ¿entonces? Andrea, hija...no puedes tenerme así en ascuas...¿qué pasó? Gregorio, no te habrá dicho que se quiere separar...¿no? ¡Ay, ese Gregorio...es un buen hombre, pero a veces es tan...! – No, no Padre...todo lo contrario. –¿Cómo?¿ A qué te refieres con eso Andrea? Ella tuvo que respirar un momento y por fin le dijo: –Me pidió perdón, Padre. Gregorio, me pidió perdón. –Ah...bueno, eso está mucho mejor. Ya era hora que dejara de ser tan terco. Por un momento me preocupaste hija...pensé que las cosas iban mal, porque te ves algo preocupada. ¿No te alivia lo que pasó? Ella, viendo su preocupación, no pudo contenerse más... —¡Ay, Padre! – dijo levantándose y empezando a caminar algo agitada– estuve esperando muchos años por oír esto. Sí, me alivia...claro que me alivia...pero eso no es todo Padre. –¿No lo es? Bueno, y ¿qué más te dijo? Andrea...– Pero ella no lo dejó terminar y continuó
–También me dijo que me quería Padre... Gregorio, me dijo que me quiere...que siempre me ha querido– terminó agitada.
Luego de decir esto lo miró y el Padre, pobre hombre de Dios, que no entendía por qué su jefe seguía dándole estas tareas tan complejas, sólo atinó a decir: –Bueno, ya era hora de que lo reconociera...todos sabíamos eso. –Pero yo no Padre...yo...yo no esperaba...Cuando salí de la cárcel, sólo pensé en recuperar a mis hijos, en poder ser parte de sus vidas, en nada más. Sentí que la mujer en mí había muerto para siempre. Y ahora...– – Y ¿ahora? – preguntó el Padre, al ver que Andrea se quedaba callada– Andrea, si ahora, sólo quieres estar con tus hijos, puedes hacerlo. Si...– – Eso creía Padre.-- lo interrumpió ella– Pero, cuando pienso en la familia...en mi familia, está él también. La idea de que él se vaya...— —Pero hija, sin perdón, no hay futuro. – Padre, usted me dijo una vez que "El amor puede adormecerse, pero no se puede vivir sin amor", y que antes de tomar cualquier decisión, debería esperar a encontrar la respuesta. Y Padre...tenía razón.Toda la razón. Por eso, quería darle las gracias Padre. Por ayudarme a pensar, por escucharme, aconsejarme y por darme el valor de esperar. Y sí, lo sé Padre...sin perdón no hay futuro.
–Andrea, hija; yo soy sacerdote y tu amigo. Amigo de tu familia, a la que quiero mucho. No he hecho más que acompañarte porque sé que eres una buena mujer y mereces ser feliz.
– Sí Padre...y lo voy a ser. Mucho más de lo que pude imaginar al salir de la cárcel. Porque, ¿sabe Padre? Desperté. Y quiero vivir. Mucho.
Y dándole un beso en la mejilla, Andrea salió de allí, dispuesta finalmente a dejar el pasado atrás, a disfrutar el porvenir. El Padre Benigno, sólo sonrió. ¡Ya era hora!
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Al llegar a su casa, sí, ¡su casa!, las notas de una vieja, pero tan querida canción la recibieron. Con el corazón latiendo acelerado, se acercó a la biblioteca y lo vió. Estaba tomando una copa de vino, sus ojos cerrados, disfrutando esa melodía tan importante para ellos. Al verlo sonreír, ella no pudo más y entró. —¿Gregorio?— Él se giró, abrió los ojos y la vió... el mundo se habría podido romper en ese momento...ninguno de los dos se habría enterado. En el fondo, la música seguía... siendo la única compañía en ese mundo que eran Andrea y Gregorio.
🎶🎶🎶 🎶 " Love is a many splendored thing It's the April rose that only grows in the early Spring Love is nature's way of giving a reason to be living The golden crown that makes a man a king Once on a high and windy hill, In the morning mist..." 🎶🎶🎶🎶