Capítulo 11

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EVANDER

El cuerpo


Evander Yuz era un mortal.

Él no era un Ángel, no había sido bendecido por el cielo.

Aunque sea difícil de creer, no existe mucha diferencia entre los Ángeles y los Mortales, ya que los Ángeles no son seres inmortales a los que nada puede causarles daño, son simples humanos que existen, viven, sufren y mueren como todos. La única diferencia era la magia. Poco los distinguía en verdad.

Hasta ese punto Lucius se dio cuenta que su presentimiento había sido cierto, las cosas habían cambiado desde que salieron de Numar, pero no se detenían, seguían cambiando, evolucionando, transformándose. Siendo y dejando de ser, todo a la vez.

Poco después Abel logró subir a aquel ático, invitó a sus amigos a que lo acompañaran a él y al joven a quien no lograban ver desde donde se encontraban.

—Vamos, suban —repitió de nuevo.

Lucius y sus amigos colocaron sus pertenencias en el suelo cerca de las de su amigo, subieron uno tras otro por la angosta escalera de madera que parecía estar en buen estado aun y entraron por donde mismo que Abel. Había solamente una pequeña ventana en la habitación, el piso era de madera y el techo era algo bajo.

Todos observaron el pequeño lugar, se colocaron todos juntos cerca de la ventana, y justo frente a ellos estaba Evander que era solamente un joven, como ellos. Se encontraba sentado en el suelo recargado en la pared con la espalda recta, sus piernas estaban cubiertas por una manta azul muy suave sobre la que descansaban sus manos.

Sonreía ligeramente, la luz de las velas que se encontraban en el lugar dejaban ver el cabello negro del chico, sus ojos eran azules no eran muy claros ni muy oscuros, era un poco más delgado y llevaba unas pulseras en su muñeca izquierda.

Eran recuerdos y símbolos de promesas que había hecho seguramente con algunos amigos, familiares o personas importantes. A menudo los Mortales hacían cosas de ese estilo, cosas insignificantes que son verdaderamente significativas.

El joven mortal parecía tranquilo aun cuando no los conocía.

—Evander, ahora podremos irnos de aquí —le hizo saber Abel al chico que lo observaba con un brillo de esperanza en los ojos mientras el Guardian descansaba a su lado—. Ellos son mis amigos, llegaron hace rato y por error a Saviri, pero por suerte logré verlos, y ahora que están aquí podrán ayudarme para llevarte a Veles.

El más joven de todos los presentes observó a cada uno.

—Mucho gusto, mi nombre es Evander Yuz, pueden llamarme como quieran, la verdad es que no me importan mucho.

—El gusto es nuestro Evander, mi nombre es Elara Vilart —contestó la Guardiana.

—El mío es Lucius Velmont —sonrió.

—Yo soy Delia Billian.

—Hansel Vilart, puedes decirme Hansel, Han, Sel o líder supremo y apuesto.

Lucius lo observó a su amigo alzando una ceja.

—¿Y dónde ha quedado lo apuesto?

—¡Disculpa! —respondió ofendido llevando su mano derecha al pecho.

Elara se encontraba en medio de ambos, así que cubrió con sus manos las bocas de sus amigos para evitar que hicieran un escandalo frente al nuevo chico.

—Lo lamento, de vez en cuando son imprudentes y se aceleran con facilidad —señaló la Guardiana esperando que la conversación regresará a la normalidad.

Un Reino de Luz CelestialDonde viven las historias. Descúbrelo ahora