°<Narrador omniscente>°
La una y media de la tarde, un chico de apenas 16 años recargado en su casillero para no caer debido a la falta de equilibrio mientras vomitaba hermosos pétalos de rosas de color carmesí junto a un líquido del mismo color en pleno pasillo frente a todos, todos lo veían preocupado, pues apesar de no ser más que un brabucón sigue siendo humano.
Repentinamente un chico de sudadera bicolor llega corriendo a su amigo de lentes tras haber sido avisado de este suceso por una de sus compañeras de clase.
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°<Narra Miguel>°
-¿¡Por qué no me lo habías dicho!?
Me gritó el idiota de Luis con alteración y los ojos llenos de lágrimas...
Sus ojos... sus hermosos y brillantes ojos marrones...
tan solo desearía ver una vez más antes de partir...
¿¡Pero quién se cree para gritarme a mí!?
- N-no lo sé, supongo que no quería preocuparte...
Le respondí yo, era la primera vez que tartamudeaba ante alguien que no era mi madre, y ni siquiera había sido un grito amenazador... que vergüenza...
-Pues felicidades ¡Es lo único que estás logrando, pedazo de idiota!