Tres besos nos hemos dado
Tres besos con distinto significado
Fina
El momento de pasión terminó contigo entre mis brazos. Con tu cabeza escondida en mi cuello, donde tu respiración, más relajada que nunca, hacia erizar mi piel. El sueño te había vencido, a diferencia de mí. Había deseado estar contigo demasiado tiempo. Por primera vez fui consciente de ello, de que ese tiempo era mucho más del que recordaba. Que siendo una niña ya plantaste en mí la semilla de un amor que, tras retomar el contacto, con cariño en forma de miradas, caricias, susurros, palabras y besos, había brotado, floreciendo en muy poco tiempo. Desde el instante en que me presenté a la entrevista como dependienta hasta ahora mismo, juntas, abrazadas, dejando que todo lo hermoso que sentimos se haga presente.
Los recuerdos se sucedían en mi cabeza como una película, tantas miradas de segundos interminables, roces que electrizaban la piel, conversaciones sinceras y besos...
Tres besos nos hemos dado
Tres besos con distinto significado
Recordarlos hizo que mi corazón se acelerara...Pero ¿Cómo evitarlo?
El primero fue el más inesperado. En plena discusión, con los sentimientos a flor de piel. Yo, molesta por tus palabras de rechazo en la tienda, y tú, celosa solo de pensar que podía estar con otra persona. Aquello era una bomba y de alguna forma tenía que explotar. Y explotó, contra mis labios, en un beso intenso cargado de sentimientos...frustración, miedo, deseo, y amor. Frustración al ver que la situación te superaba y no sabías como arreglarla. Miedo a terminar de perderme y a mostrarte como realmente querías. Deseo, ese que te llevaba a tener ensoñaciones conmigo basadas en recuerdos o de tu propia imaginación. Y amor. Porque bajo toda esa bola de sentimientos que te ahogaba en el pecho, en el fondo ese beso era tu grito interno desesperado que suplicaba que no te dejara alejarte, que no te dejara sola.
Cuando te separaste me dejaste totalmente sin aliento, sin saber reaccionar, ni que decir, pero con una idea clara, sentías algo muy fuerte por mí y ya no podías negarlo más.
Y todo esto desembocó en el segundo. Nacido tras una conversación profunda, respetuosa, cargada de sinceridad. Me abriste la puerta de tu corazón y me mostraste de nuevo esa Marta, la verdadera. A la que le brilla la mirada cuando me sonríe, la que es valiente para decirme lo que siente, pero se llena de timidez y vergüenza cuando, tras asegurarse de que nadie nos molestaría, cierra la puerta se acerca y tiembla ligeramente, sin saber como actuar. Estabas tan tierna. Ese beso, a diferenciar del anterior fue dulce, tierno, cálido como un abrazo. Quería que sintieras que aquello era real, que mis palabras eran verdaderas. Tu mirada al final, tras separarnos, fue maravillosa, me sentí como en un abrazo infinito.
Entonces llegamos al tercero, en esta habitación, lejos de todo y de todos. Que me llevaras allí fue toda una sorpresa. Después de cambiar de opinión y decidir ir con Carmen a Madrid y de la conversación que mantuvimos, no estaba segura de como acercarme a ti. Sin embargo, bastó un "ven conmigo" con esa voz tan de Marta jefa, para que no dudara en seguirte.
Cuando cerraste la puerta tras de ti, me miraste algo nerviosa. Aunque la idea había sido tuya, entendía que vernos en una habitación a solas era una situación que no habíamos vivido, no al menos estando así, como ahora, con los sentimientos confesados y el amor brotando por cada poro de nuestra piel. Te miré de lado y te hice un gesto para que te acercaras.
—Me encanta que me hallas traído aquí—dije con calma—y no tiene que pasar nada que tú no quieras
—No...es...es decir, yo...qui...quiero—los nervios no la dejaban expresarse
—Está bien—dije con cariño antes de acercarme y coger de nuevo su rostro como en su despacho para besarla con algo de intensidad, dejándome llevar por todo lo que llevaba Marta removiendo en mi interior. Enseguida se aferró a mi cintura correspondiendo de igual forma. Volviéndome un poco loca, tanto que, en la intensidad del beso, mordí ligeramente su labio inferior, haciendo que mi nombre brotara de tu boca, para terminar de perderme. Los besos subieron de intensidad, y para mi sorpresa empezaste a guiarme hasta la cama donde terminamos cayendo las dos entre risas. La tuya nerviosa, la mía divertida. Dejé un pico en tus labios seguido de un "Ven" para que me siguieras y así echarnos bien sin dejar de mirarnos. Marta estaba ligeramente hacia abajo, de tal forma que tenía que levantar la vista para mirarme. Nuestras pulsaciones bajaron y nos relajamos. No había prisa, si tenía que suceder, sería de forma natural. No sé cuantos minutos estuvimos mirándonos en silencio hasta que Marta habló, revolviendo mi interior. Su voz susurrada era una debilidad.
—Quiero saberlo todo de ti, cada detalle, cada rincón...—dijo mientras su mano bajaba por mi abdomen hasta colarse por la abertura de la camisa para terminar jugando con el botón, haciendo que mil sensaciones recorrieran mi cuerpo
—Te confesaré todos mis secretos—dije apretando ligeramente la mano con la que me había aferrado a su cintura atraída por ella misma—soy toda tuya—añadí con voz ronca antes de tirar de su camisa para que se acercarla y besarla.
Marta
Me desperté lentamente bajo la tenue luz de la habitación, rodeada por uno de tus brazos, arropada al calor de tu cuerpo envuelta en tu aroma. Alcé la cabeza ligeramente para mirarte rozando con mis labios la piel de tu cuello.
—Buenas tardes Fina—susurré divertida
—Buenas tardes...señora—correspondiste bajando la mirada para encontrarte con la mía. Una sonrisa llena de luz iluminó tu rostro.
—Me he quedado dormida...lo siento—dije avergonzada. Tú negaste con la cabeza y te muerde el labio antes de acercarte rozando tu nariz con la mía.
—Me ha encantado verte así—susurraste—parecías en paz
—Es porque estoy contigo—dije recolocándome despacio para quedar a su altura apoyando la cabeza en la almohada—me haces muy feliz Fina
—Y tú a mí Marta—dijiste mientras buscabas mi mano para dejar un tierno beso sobre la misma sin dejar de mirarme con esos ojos profundos como el mar
—¿De...de verdad? —pregunté insegura y algo ruborizada por tu muestra de cariño
— ¿Acaso no se me nota? —respondí con una sonrisa cargada de amor—Marta, estoy pasando una temporada muy dura en mi vida, y desde que me diste la oportunidad de trabajar en la tienda, he tenido gran cantidad de momentos que me alegran la vida—te escuchaba con infinita atención mientras jugaba con tus dedos—hemos tenido roces también, pero han merecido la pena solo por como estamos ahora mismo, además...prefiero quedarme con los mejores, sobre todo si incluyen bollos suizos
—¡Por favor! —dije riendo a carcajadas—¿Con chocolate para mojar?
—Eso siempre—la acompañé en la risa—¿Volverás hacer más?
—Cuando quieras—contesté con rapidez—así estrenaré tu delantal
—Y... ¿Me dejarías ayudarte? —preguntaste con sonrisa pícara mientras paseabas un dedo por mi cuello hasta la clavícula. Tuve que carraspear para poder contestarte.
—Nada me gustaría más
Y así, nos quedamos mirándonos de nuevo como si tuviéramos todo el tiempo del mundo, como si solo existiéramos nosotras. Te acercaste lentamente hasta juntar nuestras frentes. Ambas cerramos los ojos. Podía sentir tu aliento en mis labios. Deseaba entregarme a ellos de nuevo, perderme en todo lo que me dabas, quería exprimir cada segundo a tu lado. Tímidamente fui acortando la distancia hasta rozarlos lentamente. Suspiraste. La cercanía de nuestros cuerpos me permitió sentir como tus latidos aumentaban al ritmo de los míos. Volví a rozarlos, como pidiendo permiso, aunque a la vez provocarte un poco.
—Marta...bésame—susurraste con un matiz de desesperación y deseo al que no podía alargar más. Sellé nuestros labios, en un beso suave, que pronto se torno intenso y sensual, encendiendo nuestros cuerpos. Nos entregamos de nuevo a la otra, entre caricias, besos, roces...que llenaron la habitación de aquel hostal y de nuestro pequeño mundo.
ESTÁS LEYENDO
Tres besos
RomanceFina y Marta han dado el paso de confesarse todo lo que sentían. Por fin todo es como debería ser. El beso en el despacho sellaba una relación y una promesa, estarían juntas a pesar de todo y de todos. Llevadas por el deseo de sentirse más, Marta ll...