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¿Cómo es que llegue en esta situación?

La señora nos condujo a su oficina, con pasos firmes y decididos. Al entrar, nos indicó que nos sentáramos frente a su escritorio, donde nos observaba con autoridad. A lado, estaba otra señora con una mirada amable y el cabello recogido con una coleta. Estaba viéndonos sentada desde su mesa de manera curiosa y sorprendida. El ambiente era tenso, con el silencio llenando el espacio mientras esperábamos a que ella hablara. Y finalmente, rompió el silencio.

—Bien, ¿qué fue todo ese alboroto en el pasillo? ¿Alguna explicación para interrumpir la tranquilidad de la academia?—preguntó con voz severa, fijando su mirada en nosotros.

Nos miramos el uno al otro, buscando una respuesta adecuada. Después de un momento de vacilación, el chico rebelde habló primero.

—Verá, la puerta del baño estaba atascada y...

—¡Él la atascó!—interrumpí, señalando acusadoramente al chico.

La señora levantó una ceja con interés, invitándonos a continuar.

—Es cierto, intenté abrir la puerta del baño y...—comenzó a explicar el chico, pero lo interrumpí nuevamente.

—¡Él empujó la puerta con tanta fuerza que la atascó! ¡Casi pierdo mi examen por su culpa! —exclamé, dejando claro mi indignación.

—Oh por Dios, el examen...—dije con un suspiro. La señora asintió.

—Entiendo. Sin embargo, esto no justifica alterar el orden en la academia. Deberían haber buscado una solución sin recurrir a gritos y peleas. Como ya recordaron, estamos en examen—su tono era firme pero calmado.

Nos miramos, asintiendo en silencio. La señora nos dio una mirada severa antes de continuar.

—Ahora, entiendo el joven que se quedó atrapado en el baño, ¿pero usted? ¿Que hacia divulgando por la escuela?—dijo apuntando con la mano a el chico.

—Yo...eh...

—Excelente, ahora no sabe qué decir—dijo la señora severamente.

—Perdón por interrumpir, pero el examen de admisión ¡ya ha comenzado! No podemos perder esta oportunidad. Por favor, déjenos hacer el examen y luego discutimos esto.- Dije. La señora nos miró con comprensión, pero con firmeza en su rostro.

—Lo siento, chicos, pero si el examen ya ha iniciado, es posible que no puedan participar en esta ocasión. La regla es clara: puntualidad y comportamiento adecuado son requisitos para presentarse al examen.

Un nudo se formó en mi garganta, conteniendo las lágrimas que querían escapar. Había dedicado meses de preparación para este momento crucial, había atravesado un largo camino solo para llegar aquí. Sentía como si todas las fuerzas del universo estuvieran conspirando en mi contra. Con la cabeza gacha, contemplé mis manos, ahora convertidas en puños apretados que temblaban ligeramente por la tensión que ejercía sobre ellas. Estaba a punto de llorar, y la voz del otro chico desvió mis intenciones.

—Lo siento mucho, de verdad. No es culpa de él que la puerta se atascara. Asumo mis acciones, cae la culpa en mí por empujar la puerta con tanta fuerza.

La señora levantó la ceja y se vio curiosa. La otra señora con mirada amable se inclinó a vernos desde su escritorio y sus labios formaron una pequeña sonrisa. El chico continuo.

—Entiendo que no me dejen hacer el examen a mi, pero por favor, permítanle que lo haga el, el no debe recibir las consecuencias de mis acciones precipitadas—concluyó.

Hubo un minuto de silencio, mientras que la señora autoritaria, nos veía con una mirada juzgadora y fría. Suspiro y agacho la cabeza, frunciendo el ceño y se pasó la mano por la frente, sintiendo la tensión acumulada.

—¿Cuáles son sus nombres?—nos preguntó.

—Hervin Avery.

—Evan Marshall.

Vimos cómo anotó en una libreta nuestro nombres.

—Ok, veré que puedo hacer, por favor retírense.

—Muchas gracias—dijimos ambos. Salimos de la oficina y caminos silenciosamente hacia la puerta.

—Que chicos tan problemáticos, hoy solo es el examen de admisión y ya provocaron un alboroto.

—No seas tan dura Shelly, podrían tener otra oportunidad—dijo la otra señora amable.

—¿No ser tan dura?, nos regañaran Amy si les damos otra oportunidad.

—Estuvo mal, no justifico sus acciones pero también fue un evento desafortunado para ambos.

—¿Evento desafortunado, eh?—Shelly la miro fríamente.

—Yo abogó por ellos, estoy segura que dejarán que hagan el examen—dijo Amy.

Suspiro nuevamente Shelly.

—Te los dejo a ti.

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