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LALISA

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LALISA.

—Señora Manobal, buenos días.

—Piso quince —dije sin devolver el saludo al alfa que estaba ya dentro del ascensor cuando subí.

Otro cansado día en esta empresa.

Antes de firmar y acordar con Arnault nuestra asociación pensé en el futuro. Ya estando en algo estable con Roseanne no podía desaprovechar momentos tan íntimos con mi Omega por correr tras alguna misión en nuestros negocios.

Ahora con la noticia de la llegada de mi primer cachorro sentía como no me arrepentía de mi decisión. Podía tener tiempo para mi manada y no correria demasiado riesgo preocupándome por alguna bala cayendo en mi cuerpo. La asociación me había caído como anillo al dedo.

—¡Señora, el jov-...!

Ignoré a la secretaria entrando a mi oficina asignada desde hace unos días. Fruncí el ceño al ver al joven Arnault girar ante mi llegada y mi nariz pico por el olor tan espantoso que empezó a desprender.

—Frédéric ¿Qué haces aquí?

—¡Lis! ¡Vine a traerte esto! —corrió hacia mí escritorio donde levantó una canasta llena de comida— Espero tengas hambre, podemos comer juntos. —sonrió. Cubrí mi nariz disimuladamente cuando sus feromonas se expandieron más.

—Frédéric, no puedes estar aquí. Largo.

—Pero Lisa... —se acercó a mí.

—Frédéric —advertí.

—¿Cuándo te darás cuenta que soy un bonito Omega, Lis? —hizo un puchero del cuál pensé que es demasiado infantil— Mira que tenerme rogando por tí por varios días es demasiado estúpido.

—Suens como un Omega desesperado —gruñí impaciente.

—Quizá lo estoy, estoy desesperado por tí, Lis. —Dio otro paso adelante y tomó de mi corbata. Gruñi enojada a lo cual él ignoró.

—Arnault debió ponerte al tanto que tengo mi Omega, así que suelta mi maldita corbata —se la arrebaté.

—Vamos Lisa, yo no necesito un alfa que me marque, puedes cogerme tanto como quieras y no pediré nada más. —acarició mis hombros —De hecho, puedes cogerme en esta misma oficina y prometo no dec-...

No terminó de hablar cuando mi mano ya se había estampado contra su mejilla haciendo un fuerte sonido y su cuerpo cayendo contra el suelo.

—¡¿Estás loca?!

Lo miré desde arriba hasta caminar frente su rostro.

—Me dan asco los omegas desesperados. ¿Quieres que te coja? ¿Eso quieres?

Su cuerpo se retorció ante mis palabras haciéndolo gemir. Maldito necesitado. Me hizo querer dar ganas de vomitar.

Alfa...

Monday |Chaelisa| G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora