Una pequeña omega en celo era la carnada perfecta para los alfas. Lalisa no seria la excepción de ser victima del cautivador olor a fresas que desprendia Roseanne, porque hasta el ser más cruel tiene una debilidad.
✓Lis alfa | Rosé omega
✓#14...
—wow Ese es un anillo gigante, Luna. —Sulli se cubrió la boca de manera sorpresiva.
—¿Cómo se lo propuso? A veces la alfa Lalisa es muy seria ¿Fue de una manera romántica? —pregunto Karina.
—Bueno, en realidad...
—Si, en realidad mi Omega tiene que regresar a la cama —entré sonriendo, las tres dieron un pequeño salto de susto pero fui rápida y atrapé a Roseanne entre mis brazos. —¿Que se supone que haces despierta? ¿Tenias algún antojo? —miré con el ceño fruncido el bol de fruta.
—No quería despertarte —hizo un puchero— Estabas cansada después de lo de hoy.
Asentí comprendiendo su preocupación.
—Pero pudiste avisarme.
—Llegamos del evento y te dormiste al tocar la cama— rió— no pudimos ni celebrar como se debía.
Rodeó mi cuello en un abrazo seductor y las chicas detrás de la barra solo sonrieron antes de retirarse a sus habitaciones —Habia pedido su disposición 24 horas por si mi Omega necesitaba algo—.
—Has hecho que se vayan...
—No podía permitir que te vean así —levante una ceja sin comprender, solo traía una pijama de seda color oro y mis pantuflas. Ella pasó sus manos por mis hombros y bajo hasta la abertura del primer y segundo botón sueltos en mi pecho.
—Rosie...
—Vamos a la cama.
Oh Dios mio, me arrastró de la mano a nuestra habitación y no pude evitar ponerme dura del solo ver su espalda y su curvas moverse de un lado a otro tentandome a levantarla y ponerla contra la pared. Respiré profundo pensando en los cachorros.
—¿Qué te parece si vamos a desayunar??— Mi voz salió más rasposa de lo que imagine'.
—Mmmm, eso suena bien. ¿Pero no me querias en la ccama?
Maldita omega tentadora. Sonreí antes de atrapar sus labios entre los mios y hacer que el beso tímido se convierta en uno encendido. No mentiria si dijera que extraño a Roseanne... tenerla solo para mí.
—Los cachorros, amor —dije separandome.
La verdad sentia que mis tres preciosos cachorros crecian día a día, serian fuertes y su delicioso olor a maternidad me traia loca hormonalmente.
—No pasará nada —comenzó a besar mi cuello, con su mano libre bajó a mi abdomen dando leves caricias por encima de la tela y luego comenzó a estirar el elastico de mis pantalones. carajo, el autocontrol se estaba perdiendo dentro mío.
Derrepente sus movimientos pararon y el sonido de su estómago rugiendo se hizo presente. Solté una carcajada antes de sostenerla de la cintura y mirar su rostro ardiendo en un rojo intenso. Besé cada una de sus mejillas haciendo que se sonroje hasta las orejas.
—Hora del desayuno, nena.
Corrí hasta el baño a darme una ducha rápida con agua helada para bajarme la calentura mientras escuchaba las maldiciones de Rosé en la habitación.
Era divertido cada día a su lado.
A los quince minutos tomé mi celular que vibró con una notificación de mi Omega —destacó por el sonido personalizado —abrí nuestro chat encontrándome con la imagen que guardaría en mi mente como un album de fotos.
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