2| Hogar, dulce hogar
Annie
Odiaba mi vida.
No podía describirlo de una mejor forma.
Para empezar, había perdido seis años de mi vida con un hombre, que claramente no sentía lo mismo por mí como yo por él. No pensé que nuestra idílica relación acabase de una forma tan... desastrosa, pero supongo que en la vida una no puede controlar todo. Debido a la decisión de divorciarme y verme en una ciudad que nunca llegué a sentir como mía, fue fácil renunciar a mi trabajo para poner miles de kilómetros entre Chicago y yo.
Mudarme a Ottawa fue precipitado, tomé la decisión justo después de hablar con un abogado sobre el divorcio. Un día me estaba despertando al lado de Henry y al siguiente metía todas las cosas en mi maleta antes de tomar un vuelo directa a Canadá. Diez horas después aterricé en casa y me presenté con mi familia anunciando mi regreso. Mamá se extrañó de mi decisión, Sally estaba indiferente mientras que Emma fue la que más se alegró. Odiaba haberme perdido tantos momentos con mi sobrina, le vi crecer a través de una pantalla porque estaba tan enamorada que no pensaba que hubiera algo más allá de Henry y nuestro futuro de ensueño.
Qué ingenua fui.
Ahora me lamentaba por haber dejado que mi vida girase alrededor de él y más por el hecho de verme obligada a comenzar de cero. Encontrar un trabajo y replantearme mis decisiones futuras se encontraban en la cabeza de mi lista imaginaria de "qué hacer tras divorciarte".
Tal vez adoptaría un perro, dicen que son más fieles que los hombres.
Y son menos sucios.
Además, Emma moriría de amor por uno.
Serían todo ventajas.
—¿Qué haces?
Me sobresalté con la voz de mi madre. Estaba tan concentrada mirando ofertas de trabajo que no había escuchado sus pasos al acercarse ni la puerta de la calle cerrarse. Al menos, no me pilló viendo porno como le pasó a mi hermana con 16 años.
—Lo mismo que hago desde que llegué hace ya —murmuré, viéndome abatida.
Durante los seis meses que llevaba en Ottawa la búsqueda de trabajo había tenía muy malos resultados y sospechaba que sería complicado volver al mercado laboral. Acababa de terminar la temporada de verano y los pocos trabajos que quedaban...
Las tiendas de ropa buscaban gente que se amoldase a una serie de características que yo no cumplía. Acercarte peligrosamente a los 30 años era un buen motivo para ser "rechazada", porque, cito textualmente, buscamos chicas jóvenes que usen nuestra ropa y sepan asesorar a clientes potenciales.
Los bares y restaurantes me rechazaban cuando leían mi currículum porque no era posible contratar a alguien con dos carreras, un máster y trilingüe, ¿quién nos asegura que no nos dejara colgado cuando encuentres algo mejor?
Encontrar, ¿el qué?
¡Si todos los puestos de trabajo rehuían de mí!
Miedo me daba mirar la cuenta del banco, tan solo salía dinero de ella para ayudar en la economía familiar y hacía ya meses que no entraba ningún ingreso. Necesitaba algo lo suficientemente rápido para ayudar a mi madre y a mi hermana con los gastos y, tal vez, ahorrar algo para tener un colchoncito en caso de necesidad.
—¿Hay alguna... oferta interesante?
Negué y cerré la pantalla, cansada de leer "ya te llamaremos". Me sentía una fracasada. ¿Cómo había acabado así? Lo tenía todo y ahora... no quedaban ni las migajas. Tantos títulos solo servían para que, en vez de una página, el curriculum fuera de dos. Porque en ningún lugar consideraban mis aptitudes ni actitudes. ¿Qué era lo que estaba haciendo mal?
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Cuando brille el sol
ChickLitSegundas oportunidades para amar y repararse. Anie ha regresado a casa de su madre. Dejó su trabajo, se divorció y ha perdido la fe en los hombres. Ahora solo quiere sanar y olvidarse por completo del idiota de su exmarido. Gideon está dañado. No ha...