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No sabía qué la había llevado a la pintoresca y atrevida habitación de la dichosa estrella de cine para adultos. Estaba un poco inseguro, pero como sus cadenas estaban flojas y podía moverse decidió que no perdería nada, además, extrañamente, Ángel le resultaba.

Encantador.

Ese encanto que no podrías encontrar en cualquier pecador que cruzara por tu lado, una esencia dulce olor a rosas que destilaba cada vez que la presencia de Angel se hacía notar entre las personas cercanas, cuando no estaba alrededor posiblemente trabajando fuera del hotel era entrañable no sentir en el aire el algodón de azúcar perfumado que su suave pelaje blanco manifestaba.

Sin embargo, en su encanto, había desazón.

Angel le provocó aquel cosquilleo que las personas vivas sentían, la mujer de negro entró a la habitación, esquivando aparatos de dudosa procedencia que no quería saber de dónde provienen, era la primera vez que sus tacones conocían tal lujoso y personalizado cuarto.

Los aposentos eran luminosos y olían a ese perfume característico, si no supiera que era hombre, podría confundirla fácilmente con la habitación de una mujer. La araña albina la recibió con muchos ánimos.

-¡Vaya! No pensé que realmente vendrías, chica-dijo este poniendo sus manos inferiores en su cintura, usaba una bata rosa con pelaje del mismo color.

-Sería descortés no aceptar -dijo la dama un poco tímida, ella usaba un sobretodo gris encima de su gran bata negra ocultando con decoro su desnudez.

Su pelo estaba suelto y largo.

Ángel solo río y la invitó a sentarse.

-Vamos, sientate, no te vayas a tropezar con ese vestido -bromea viéndola de arriba hacia abajo con diversión.

Ángel se acostó boca abajo, reposando su mentón en sus manos superiores mientras observaba a la dama detenidamente, quien para ella el silencio fué un indicativo de que quizás había cometido un error al entrar en este cuarto.

Hubo silencio.

-Que habitación tan encantadora, es acogedora-halaga la dama.

-Se hace lo que se puede, es mejor aquí que allá afuera, joder que sí-respondió Angel.

-En efecto -responde la dama, distraída.

Ángel la miró por unos segundos.

-Vaya chica, hablas como una abuela.

La mujer parpadeó, sorprendida por lo directo de la opinión de Angel; nunca pensó que sus propias actitudes pudieran causar algún interés más allá de lo casual entre algunos de los trabajadores del hotel, o en cualquier pecador en general, después de todo, en el Infierno residían seres provenientes de cualquier tiempo en la historia de la humanidad, la vestimenta, jerca al hablar y modo de vida evidenciaban el tiempo en el que un pecador murió y cuánto tiempo llevaba en el Infierno.

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⏰ Última actualización: Apr 09 ⏰

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𝗔𝗽𝘂𝗲𝘀𝘁𝗮 | ℌ𝔞𝔷𝔟𝔦𝔫 ℌ𝔬𝔱𝔢𝔩Donde viven las historias. Descúbrelo ahora