II

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"Imbécil" pensó, mientras observaba a su hermana y la tristeza que se reflejaba en su rostro mientras relataba el inicio de su tortuoso matrimonio, Jacob reflexionaba sobre la importancia de la felicidad de ella en su vida. Para él, el bienestar de sus hermanas era una prioridad absoluta. No dudó en asumir la responsabilidad de cuidar a su padre solo cuando ellas se marcharon, consciente de que la verdadera felicidad para ellas no estaba en ese lugar. Su mayor deseo era verlas sonreír, aunque eso significara sacrificar su felicidad por la de ambas.

Sin embargo, Jacob tampoco decía que su propia felicidad era reprimida. Después de la partida de sus hermanas, descubrió nuevos amigos y desentrañó la verdad detrás de las leyendas de la tribu. En realidad, no le fue tan mal. Aunque tuvo que lidiar con los complejos sentimientos hacia Bella y las dificultades de estar atrapado en un triángulo amoroso, en general, estaba satisfecho con su vida y aceptaba su "condición" con resignación.

En el presente, Jacob se siente abrumado por la angustia mientras escucha a su hermana. Aunque puede ofrecerle consuelo y palabras de ánimo, en su interior solo hay un sentimiento abrumador de culpa. Nunca imaginó que Salomón pudiera ser violento; siempre había considerado a su hermana como la parte más fuerte en la relación. Sin embargo, la verdad se reveló de manera inesperada, dejándolo sumido en un profundo remordimiento.

Se sentía devastado, un sabor amargo le inundaba la garganta mientras intentaba tranquilizar a su hermana, quien apenas podía contener el dolor interno causado por las heridas que perdurarían para siempre.

El odio hacia Salomón crecía dentro de él, abrumando su culpa con una intensa ira. Jacob sentía que pronto estallaría bajo el peso de estos sentimientos encontrados.

La ira que sentía Jacob no se parecía en nada a la ira que una vez despertaba Cullen en él; había una diferencia notable. Sin embargo, lo que ambos compartían era la capacidad de hacer que Jacob fantaseara con la idea de acabar con sus vidas.

-Solo pido que me ayudes-decía Rebecca, con el rostro apoyado en su hombro.

Ahi viene otra vez se decía, al sentir cómo la culpa nuevamente lo consumía.

-Lo haré-Dijo, dudando de su capacidad para hacerlo. No admitía que la dejaría a su hermana sola con ese idiota de Salomón, pero se cuestionaba si podría controlarse en el caso de que Salomón los encontrara. Dudaba que pudiera contener su ira lo suficiente como para dejarlo con vida. La rabia hacia él era abrumadora.

Su hermana le agradeció con la mirada, húmeda por las lágrimas. La habitación quedó en silencio mientras en la mente de Jacob se formaba un plan para liberar a su hermana y sobrina de la prisión que Salomón había creado para ellas.

-Será mejor que baje a preparar la comida, Salomón no tardará en llegar- dijo mientras se levantaba de la cama y se recogía el cabello con una traba.-Tal vez vengan visitas.

-¿Por qué lo dices?- preguntó, poniéndose de pie.

-Salomón casi siempre trae a Hannah cuando tenemos una discusión-dijo-¿Crees que su presencia aquí es simplemente una coincidencia?.

-¿No estaba Hannah en Alemania con su padre?-preguntó Jacob,evidenciando su inocencia ante la verdad.

Becca negó con la cabeza.-Hannah no vive con su padre desde los catorce años, ahora vive con su tía Gisela.

-¿Que?-Inclino la cabeza hacia a un lado con el ceño fruncido mientras su hermana se encoge de hombros y sale de la habitación.

Jacob soltó un suspiro, seguido de una imitación de aullido de lobo, antes de dejarse caer en la cama con los brazos abiertos, contemplando el techo blanco de la habitación.

Three Years after - Jacob x Edward Donde viven las historias. Descúbrelo ahora