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"La danza de la muerte."

Rebecca miraba por la ventana, sumida en recuerdos sobre Salomón. Aunque intentaba olvidarlo, él persistía en su mente, dominando sus pensamientos y perturbando su tranquilidad, incluso a la distancia.

Se tomaba las manos mientras los recuerdos inundaban su mente, cada uno más intenso que el anterior.

Se sentía inquieta, incapaz de encontrar paz en un solo lugar. Quería moverse, quería correr, quería huir, tal como lo había deseado en su casi última pelea con Salomón. Durante esa discusión, él juró nunca alejarse de ella ni de su hija. Ese día, Salomón fue extremadamente agresivo, mostrando una obsesión y una tenebrosidad que la aterraron.

"Nuestra relación es como una danza, «la danza de la muerte»."

Muy recientemente, ella había encontrado una analogía entre su relación y una danza. En cualquier proceso de baile, los bailarines enfrentan altercados, tanto en sus movimientos como en su coordinación. Lo que más destaca en la danza es la improvisación y la sincronización. Esas dos cualidades esenciales hacen que la danza sea firme y, a su vez, fascinante. Sin embargo, la relación con Salomón también tiene esas dos cualidades esenciales. La improvisación; sin ella, la relación sería anticuada y aburrida. Y la sincronización; sin ella, la relación estaría demasiado desordenada, con discusiones constantes. No existiría el amor, solo el odio, la obsesión, y... el sufrimiento.

En la danza, ambos bailarines deben estar en sintonía, moviéndose con gracia y adaptándose a los cambios. Cada paso requiere confianza y cooperación, una dependencia mutua que, si se rompe, lleva al caos. La relación de Rebecca y Salomón reflejaba esta dinámica: cuando estaban en armonía, su conexión era apasionada y vibrante. Pero cuando la sincronización fallaba, surgían conflictos intensos, llenos de agresión y malentendidos.

Igual que en una danza, donde un paso en falso puede arruinar una coreografía entera, en su relación, un solo desacuerdo podía desencadenar una tormenta de resentimientos. La improvisación en su relación, como en la danza, era necesaria para mantener la frescura y evitar la monotonía. Pero sin una base sólida de confianza y respeto, la improvisación se convertía en caos.

Rebecca había comprendido que, aunque ambos intentaran llevar la relación con gracia, la falta de verdadera sincronización los llevaba a una danza de la muerte, donde uno saldría herido y el otro, si tenía suerte, sobreviviría para contarlo. Esta comprensión le hizo darse cuenta de la gravedad de su situación con Salomón, y la necesidad urgente de romper el ciclo destructivo en el que estaban atrapados.

—.¿Estás bien? —Jake llegó a su lado en el avión, tomando asiento cerca del pasillo. Rebecca estaba sentada junto a la ventana, con Agnes dormida en el asiento del medio. Jake mantenía su mirada fija en su hermana. La expresión de Jake era la más tierna y dulce que Rebecca había visto en su vida. Su hermano era alguien en quien podía confiar plenamente, al igual que Rachel, pero Jake era diferente. En él veía muchas similitudes con su madre.

No — Si.

—¿Segura?— pregunto

— Segura— contesto, se giró un poco, mirando por la ventana las luces del aeropuerto y al personal señalizando el camino.

Se sentía desolada, como si partes de ella misma estuvieran en conflicto: una voz le decía que lo que hacía era por su propio bien, otra sentía angustia, otra orgullo, pero sobre todas ellas resonaba el temor constante hacia el monstruo con el que se había casado.

Rebecca se encontraba ahora lidiando con las secuelas del trauma psicológico que Salomón le había infligido. Cada pequeño gesto o palabra podía desencadenar recuerdos dolorosos, haciéndola revivir momentos de miedo y ansiedad. A pesar de haber escapado físicamente de su matrimonio con él, la sombra de su presencia seguía atormentándola, afectando su capacidad para confiar y sentirse segura nuevamente.

"—.Nuestra danza de la muerte continuará hasta que uno de nosotros ponga fin al otro— dijo Salomón con una frialdad que helaba la sangre de Rebecca."

La danza...acabará...cuando él termine... encadenado.— murmuró Rebecca con voz temblorosa, vislumbrando un futuro donde finalmente pudiera liberarse del tormento que Salomón le había impuesto.

Jacob la escucho atentamente, tomando su mano con ternura mientras la acariciaba con el pulgar. Él la miraba esperando que ella encontrara la fuerza para mirarlo a los ojos, pero Rebecca no pudo hacerlo; sintió vergüenza de sí misma. Finalmente, cerró los ojos y prefirió buscar el refugio del sueño, aferrándose a la mano reconfortante de su hermano.

Mientras su hermana y sobrina dormían, Jake tomó su teléfono y envió un mensaje antes de guardarlo y cerrar los ojos.

(...)

Despertó con el ruido de su teléfono vibrando en su bolsillo, despertando a algunos pasajeros cercanos. Antes de que llegara la azafata, lo silenció rápidamente y respondió, tratando de no hacer demasiado ruido.

¡Jake! Hermano. – Se escuchó una voz al otro lado y Jacob dio un respingo al escuchar el repentino saludo entusiasta de su amigo, que resonó un poco demasiado alto para la tranquilidad del avión.–¿Dónde andas amigo mío? ¿Que es de tu vida? – pregunto

– Embry, cierra la boca, necesito que me hagas un favor – dijo Jacob con un tono irritado, interrumpido por el entusiasmo excesivo de Embry en el teléfono.

¡Obviamente! ¿Dime, a qué horas llegas?

– En unos minutos más, necesito que estés allí. No quiero que Rebecca sepa a dónde iremos. –Respondió mientras miraba a su hermana dormida con la pequeña Agnes apoyada en ella.

Bueno, estaré allí, aunque si dices 'en unos minutos' y no especificas, sabes que algunas aerolíneas llegan tarde. Creo que podría echarme una siesta, especialmente después de haber entregado mi turno hace poco – respondió Jacob con un toque de humor y pragmatismo.

– Si tienes razón, pero déjame hacerte un pequeño recordatorio, o tal vez una advertencia...– Jacob suspiró dramáticamente. – Oh, vas ahora mismo a Seattle y nos esperas, o juro que si no estás allí cuando llegue, te haré llorar. Y lo digo en serio, Embry.

Embry escuchó las amenazas de Jacob con una mezcla de incredulidad y diversión, con los ojos bien abiertos y una expresión de sorpresa que pronto se transformó en una sonrisa contenida, imaginándose las payasadas que podría hacer Jacob si no cumplía.

bien, allí estaré.

– te espero, adiós.

adios – colgó.

—¿Quien era? — escucho a su lado, su hermana estaba sentada correctamente mirando por la ventana.

—Papá—contesto

Se volteo un poco para ver al frente — ¿Le dijiste algo?....de..ya sabes.

—no, ni siquiera hable mucho de mi. Solo llamo para avisar algo de la manada.— respondió

Rebecca volvió a mirar por la ventana, contemplando el cielo clarear. Mientras tanto, Jacob seguía viendo su teléfono, con la pequeña Agnes ahora durmiendo con un pie en la cara de su tío. Rebecca seguía absorta en sus pensamientos, observando cómo el nuevo día comenzaba a despuntar.

De repente, Jacob recibió un mensaje y lo leyó rápidamente. "Ya estoy aquí, esperando en la terminal. ¿Dónde estás tú?" 

Jacob suspiró aliviado, agradecido de que Embry hubiera llegado a tiempo. Miró de reojo a su hermana y a la pequeña Agnes, asegurándose de que seguían dormidas, antes de responder al mensaje.

"aún no llego".

.....

¡Hola! ¿Cómo están? Espero que estés bien.

Bueno quería darle las gracias por leer, y votar y comentar este capítulo nuevo, agradezco un montón a las personitas que leen mi fanfics.

En serio les agradezco muchísimo.

Espero que este nuevo capítulo sea de su agrado y que le haya gustado. Nos vemos en la próxima.

Y nuevamente, gracias por leer y por todo el apoyo.


Kisses💋

Three Years after - Jacob x Edward Donde viven las historias. Descúbrelo ahora