Lágrimas que simplemente, no importaron.

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Un día nació una niña de tes clara, ojos de color magenta oscuro y cabello del mismo color.

El mundo en el que nació estaba marchito, solo quedaban escombros y ecos...

La niña recorría ese mundo completamente sola. El cielo estaba oscuro, ninguna estrella brillaba y el horizonte lleno de grise y blanco.

Ella lleva puesto un abrigo rojo y debajo ropa blanca.

Nació sola, abandonada... en un mundo que le era indiferente.

Primer final. Niña Perdida.

María... escuché que alguien me habló cuando apenas empezaba a despertar.

Lo cómodo de las cobijas y del colchón me hicieron querer ignorar a la persona que me hablaba, pero en el momento en el que me quito las cobijas y las tiró al piso fue cuando el frío del ambiente y sumado al ruido que hacía la señorita Adams, ya no pude esconderme.

–Niñas, todas de Pie. ¡De inmediato! Hoy será un largo día.

La señorita Adams, una mujer mayor, la líder de las cuidadoras, junto otras cuatro mujeres que nos criaban cómo cada mañana vinieron a despertar a las 20 niñas, de entre 7 y 16 años que dormían en el cuarto dormitorio de la casa hogar "Carrillo Puerto"

Este ha sido mi hogar desde que tengo memoria.

Todos los días nos levantábamos a las 6 a.m, a las 6:15 todas debíamos de estar levantadas, vestidas, agregadas y recoger nuestra cama para empezar el día.

Para las 6:30 preparar y tener listo nuestro desayuno.

Para las 6:50 terminar de desayunar.

7:00 tener limpios los trastes.

Y el resto del día era estudiar, limpiar o trabajar en alguna casa que solicitara a alguien que haga la limpieza.

Pero hoy, nos despertaron más temprano de lo usual. Aún era de noche.

La señorita Adams y las demás cuidadoras llevaban consigo lámparas de aceite.

–Póngase su uniforme, de prisa. Y no se preocupen por hacer su cama, ya se ocuparan más tarde. Cuando acaben vayan las llevaremos al salón de conferencias.

Me vestí con la misma eficiencia que todos los días, la rutina hizo que fuese fácil. Sentía que podía hacerlo con los ojos cerrados, con tan solo tocar mi cabello podía sentir que eran desordenado estaba y cepillarlo hasta quedar acomodado.

–Niñas grandes, ayuden a las más pequeñas para que terminemos más pronto, por favor.

Su voz era fuerte y marcada, de tanto haberla escuchado estoy segura que la pudiera reconocer gritar a kilómetros de distancia, o susurrar en una oscura noche lluviosa y sin luz de luna.

En el momento en el que termine de atar los zapatos de Mirian, una pequeña de 8 años, fue cuando la señorita Adams nos pidió formarnos en fila y seguirla al salón de audiencias.

El camino fue silencioso, normalmente nos daban una retroalimentación, no tan amigable, durante el camino a la cocina.

Pero hoy solo hubo silencio, tenía curiosidad de averiguar cuál era la expresión en su rostro.

También mientras nos veríamos algunas niñas le preguntaron porque nos ocupán despiertas más temprano de lo usual. Pero la señorita solo respondía con "No preguntes, por ahora solo date prisa"

Llegamos al salón, dónde los demás dormitorios de la casa hogar empezaban a llegar. La señorita Adams pues nos indico nosotros lugares y nos importamos.

Las cuidadoras se quedaron a un costado y pasado 5 minutos de más silencio fue cuando llegó la directora de la casa hogar, la directora "Galia"

Una mujer también mayor, con pronunciadas canas blancas, cabello corto y gafas de color negro.

Detrás de ella la acompañaba un hombre esbelto que portaba un uniforme militar, su rostro era sereno y calmado.

–Niñas... –. Su voz siempre sonaba fuerte, decidida y estoica. Pero hoy no fue así, la voz de la directora tenía un tono más sensible y un tanto indignada. –El día de hoy nos acaban de informar que nuestro país entró en guerra con nuestros vecinos del este, y el ejército se ha movilizado en todo el país. Nos han pedido nuestra colaboración en la misma y no parece que podemos negarnos ni...

El soldado detrás aclaró su garganta fuertemente, cayendo a la directora.

Entonces ella siguió hablando.

–Debemos de ayudar nuestra nación –sono más decidida. –Nos han pedido que nosotros las cuidadoras nos alistemos como enfermeras y también a todas ustedes, mayores de 14 años.

En ese momento mi piel se erizo, y de no ser por incontables veces que me dieron una reprimenda por exaltar mis emociones, hubiera empezado a llorar y soltar un llanto que contagiará a las demás.

Únicamente... una lagrima se escapó.

–Así que vamos a responder al llamado y... – La directora guardó silencio y no dijo nada por unos segundos hasta que ahora con coraje privación palabras que arderían en fuego en mi interior.

–Niñas... vivimos en un país maravilloso, un país al que poco o nada le importamos pero debemos de enfrentar con....

El soldado silencio a la directora poniendo su manos sobre su boca y acto segundo la lleva a fuera del salón de audiencias.

Esa fue la última vez que ví a la directora.

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⏰ Last updated: Apr 10 ⏰

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Las Memorias De Una Niña Sin Nombre.Where stories live. Discover now