Yo después de un rato como siempre me dio hambre, fui a la mesa y tenía 2 sandwichitos de miga rellenando mis cachetes y 3 más en mí mano, y yo tranqui ahí morfando hasta que escuchó que alguien me pregunta, "¿Están ricos?", yo asiento con la cabeza y cuando me doy vuelta veo que era... Cuando me di la vuelta, me encontré con la mirada divertida de Henry Cavill, observándome con una sonrisa encantadora mientras yo tenía los cachetes llenos de los riquísimos sándwiches de miga.
Me sentí instantáneamente avergonzada, tragando con dificultad los bocados que tenía en la boca. Él se acercó con elegancia, sus ojos azules brillando con un toque de diversión.
"Veo que los has estado disfrutando", dijo con su voz grave y seductora, que parecía envolver cada palabra como terciopelo.
Asentí tímidamente, sintiendo como el calor subía a mis mejillas. Él soltó una risa suave, que hizo que mi corazón se acelerara.
"Me alegro de que te gusten. Permíteme acompañarte", dijo, tomando uno de los sándwiches que aún tenía en la mano y dándole un mordisco, sin dejar de mirarme con esa intensidad cautivadora.
Nos sentamos juntos a disfrutar de los deliciosos bocadillos, mientras yo me derretía por dentro ante la cercanía de aquel hombre tan apuesto y encantador. Definitivamente, este inesperado encuentro había hecho que mi día se volviera aún más delicioso.Henry se acercó a Yani con una sonrisa encantadora y le dijo:Yani asintió tímidamente, sintiendo que el corazón le iba a salir del pecho. "Tú debes ser Yanina, ¿no es así? La hermana de Grace y también la cumpleañera, si no me equivoco". "Sí, soy yo. Es un placer conocerte, Henry", respondió ella, tratando de mantener la calma. "El placer es mío", dijo él, con su voz grave y seductora. "Grace me ha hablado mucho de ti. Parece que eres una gran fan mía".
Yani se sonrojó furiosamente, deseando que la tierra se la tragara en ese momento.
"Bueno, sí, la verdad es que sí lo soy. Eres uno de mis actores favoritos", admitió ella, sin poder evitar una sonrisa tímida.
Henry soltó una risa suave y encantadora."Me alegro de poder conocerte en persona en tu cumpleaños. Espero que podamos pasar un rato agradable juntos y que puedas disfrutar de tu fiesta, y luces fascinante por cierto", dijo él, colocando una mano suavemente en el brazo de Yani.
Ella sintió que una descarga eléctrica le recorría el cuerpo ante su contacto.
"Muchas gracias, Henry. Estoy segura de que será una noche maravillosa", respondió Yani, sintiéndose la chica más afortunada del mundo.
La conversación continuó, y Yani se sumergió en un mundo de ensueño al lado de su actor favorito, sin poder creer que esto estaba realmente sucediendo.
Yani no podía creer que Henry Cavill, su celebrity crush, estuviera sentado a su lado disfrutando de los sánguchitos de miga. Su corazón latía desbocado mientras intentaba mantener la calma y no parecer una fan enloquecida frente a él.
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Grace, su hermana, se acercó con una sonrisa cómplice, acompañada de su futuro esposo Chris Evans.
"Veo que ya has conocido a nuestro invitado especial", dijo Grace, guiñándole un ojo a Yani.
"Sí, Henry y yo estábamos comiendo estos riquísimos sandwichitos de miga", respondió Yani, tratando de sonar casual. Henry les dedicó una sonrisa encantadora a los tres. "Muchas gracias por invitarme a la fiesta de cumpleaños de Yani. Es un gusto estar acá".
Chris palmeó amistosamente el hombro de Henry. "Nos alegra que hayas podido venir. Yani es una gran fan tuya, ¿sabes?"
Yani sintió que el rubor cubría sus mejillas, deseando que la tierra se la tragara en ese momento. Henry la miró con una sonrisa cálida.
"Bueno, entonces espero poder conocer mejor a mi admiradora número uno durante la fiesta", dijo Henry, guiñándole un ojo a Yani.
Ella asintió tímidamente, sin poder creer que su sueño se estaba haciendo realidad. Iba a ser una noche mágica en la que podría pasar tiempo con el hombre que había cautivado su corazón.
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A medida que la fiesta avanzaba, el tiempo parecía detenerse para Yani y Henry. Antes de darse cuenta, ya eran las 5 de la mañana y ambos se encontraban sentados en la orilla de la piscina, con los pies sumergidos en el agua, ligeramente borrachos por las copas de vino que habían compartido (y uno que otro whisky).
En medio de las risas y las charlas animadas, Yani se sintió lo suficientemente cómoda como para abrirse a Henry y confesarle algo que la avergonzaba profundamente.
