Capítulo 1: Una nueva vida

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Antes solía disfrutar de la lluvia, ahora la detesto.

Detesto que toque mi piel, tener la piel húmeda por su culpa.

Detesto el ruido que hacen las gotas cuando llegan al suelo, es como si fuera el sonido de un reloj que está a punto de romperse. Tan solo me recuerda al ruido de las gotas cayendo sobre el ataúd.

Detesto el olor.

Detesto el frío.

Detesto lo que me hace sentir.

Hoy ha sido un largo día en el trabajo... Cómo casi todos los días.

Hay clientes que ni siquiera entienden que no tenemos un tipo de bebida en concreto.

No, señor. No somos Starbucks. No tenemos el Mermaid Frappuccino ni mucho menos el Unicorn Frappuccino.

No conozco ni la mitad de los ingredientes que contienen esas dichosas bebidas. Tampoco es que quiera.

Hace unos meses los hubiera probado sin ningún problema, ahora casi toda la comida me hace vomitar. El aguacate y la avena se han vuelto alimentos seguros en mi nueva dieta.

Trabajo en una cafetería y no puedo beber café, valga la redundancia.

- ¿Quieres que te lleve? - Pregunta Marion mientras cierra las puertas de la cafetería con llave.

No sé cómo explicártelo, Marion. Es muy posible que acabes muerta si me tocas en algún momento. Y un coche es un espacio cerrado y pequeño.

- No, gracias. Vienen por mí.

Se me queda mirando como si no estuviera segura de dejarme aquí sola.

Tranquila, podría matar a un humano con solo tocarlo.

- ¿Seguro? Está lloviendo fuerte y...

Un estruendo se escucha justo al lado. La bombilla de la farola que tenemos a la derecha acaba de explotar. Por suerte estamos lo suficientemente lejos para que los cristales no lleguen hasta nosotras.

- Ten cuidado. ¿Vale?

Me examina por un momento antes de salir corriendo hacia su coche por la lluvia. Tiene suerte de que esta vez haya acertado con la farola y no con su coche. Un metro a la derecha y lo hubiera hecho estallar por accidente.

Los entrenamientos con el señor Darby están dando sus frutos, hay que reconocerlo. Ahora soy capaz de enfocar mi poder en un área cuadrada determinada, no el punto exacto, pero algo es algo. Que haya explotado la bombilla de la farola solo ha sido pura suerte.

- Nos vemos mañana, Freya.

Como odio ese nombre... Freya Berry.

El consejo blanco es la mar de ingenioso cuando se lo propone.

No, para nada.

- Hasta luego, Marion.

Mi compañera de trabajo enciende el coche y después de darme una última mirada, se aleja de mí.

La conozco desde hace unos pocos meses y ya hay algo en ella que me hace sentir paz. Tal vez sea por su manera de ser; es tranquila, relajada y trabaja muy bien.

En mi primer día en la cafetería estuve a punto de tocar la mano de una mujer al darle su bebida. No me enorgullezco de lo que pasó después, pero sé muy bien que sí la hubiera tocado ahora mismo esa mujer estaría muerta y bajo tierra.

Salí corriendo hacia el almacén, dejando a un montón de clientes colgados con sus pedidos. Marion llegó unos minutos después y me ayudó a calmarme. No se marchó ni cuando le grité a pleno pulmón que no me tocara.

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