Día 5

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Día 5: Pesadilla|Relación secreta. Saga x Hades

Saga despertó de pronto en medio de la noche apartando el pesado brazo del amante que dormía aferrado a él. Buscó sus prendas al lado de la cama dirigiéndose al cuarto de baño.

Tras localizar el apagador en la pared detrás del lavamanos encendiendo la tenue luz colocada encima del espejo. Observó su reflejo detenidamente confirmando el azul de sus ojos y cabellos, desde hacia tiempo sentía la necesidad de reafirmar que todo en su persona estaba en orden, tras sentirse seguro de que asi era, apago la luz volviendo a la cama observando como el brazo de su amante volvía a rodearlo.

—¿Todo bien? —preguntó la voz suave a su lado.

—Si, quería un poco de agua y... solo eso —no pudo sacar aquello que lo inquietaba dejándose envolver por el cálido abrazo de su acompañante.

El hombre a su lado lucia espectral a la luz de la noche, su piel alabastra y fría, sus ojos azules cual océano y su voz melodiosa. El rey del Inframundo lo acompañaba esa noche de otoño bajo el más estricto secreto. Saga accedió a encontrarse con él en ese espacio onírico que les pertenecía a ambos, nadie debía saberlo, nadie debía enterarse de sus constantes encuentros pasionales a la luz de la luna otoñal.

—No sabes como me gustaría que pudiéramos vernos en el mundo mortal como cualquier persona ordinaria... —susurraba Hades a su oido dejando besos en el largo cuello del santo de géminis.

—No es posible... mi diosa, jamás lo permitiría. Ya la traicioné una vez y ahora... de nuevo reincido. Mi señor Hades eres dueño de mi cuerpo, no asi mi fidelidad le pertenece a ella.

—Eso ya lo sé y no pretendo que le seas infiel —añadió el dios ocultando una ligera malicia en su tono de voz—, lo único que quiero es que seas mio cuando mi voluntad lo desee.

Saga no pudo replicar más dejándose seducir por las habilidades del dios, de quien se sabía no era aficionado a esa clase de placeres, no obstante se había permitido estar con el gemelo siendo este la excepción a la regla. Desde que le vio confrontando a su asistente en aquella guerra santa, le deseó como a nadie más.

—Sabes por qué me levante a la mitad de la noche —comenzó a decir en voz baja sintiendo ligeros espasmos por todo el cuerpo provocados por las caricias del dios nocturno—, tengo miedo a veces.

—Lo sé... sé que se oculta en tu subconsciente, pero ¿sabes? No estoy aqui para juzgarte por lo que hayas hecho en el pasado. En mi reino hay lugar para cada pecador que habita en este mundo.

—Soy un pecador... —respondió con tristeza.

—Eres mi pecador favorito y el pecado del que no me canso de disfrutar —añadió Hades deslizando una mano por el rostro cálido de hermosos ojos y boca deliciosa.

Saga no dijo más dejándose llevar a la cúspide del placer en ese mundo creado para Hades por su consejero Hypnos. El mundo de los sueños era el único en el que podían consumar esa relación prohibida.

El gemelo despertó observando la luz del sol filtrarse a través de las cortinas. Ya no estaba en el mundo del dios Hades sino en el mundo de los mortales cuestionandose si esos encuentros serían más bien una pesadilla extraña.

Una pesadilla convertida en dulce sueño del que no quería despertar.

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