Capítulo I

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Esta podría ser, muy probablemente, la historia más aburrida que leas

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5:30 am, era la alarma de mi celular, con pereza estire mi brazo para apagarla, esa mañana quería quedarme recostada en la cama, sin embargo, el sermón impartido por mi padre la noche anterior sobre mi supuesto compromiso con la escuela resonó en mi cabeza, obligándome a levantarme y dejar un espacio cálido en mi cama. La primera acción de la rutina era la ducha, todavía con algo de pereza entre en el baño; abrí la llave de la regadera y frente al espejo, una a una de las prendas nocturnas que me cubrían fueron desapareciendo de mi reflejo dejando al descubierto una figura, me pareció ver tenía un par de rasguños unos centímetros arriba de la cintura, quizá fue mi falta de sueño o nuevamente esos vagos recuerdos de aquella etapa vivida, desvíe la mirada y me concentre en tomar la temperatura del agua, no estaba tibia pero tampoco estaba del todo fría, decidí entrar, no tenía tiempo de esperar a que calentara un poco más.

Mi cuerpo estaba bajo la regadera, el proceso de lavarme consistía en movimientos grabados en mis manos, de la misma manera que un robot puesto que, durante todo ese tiempo mi mente se encontraba vagando entre mis pensamientos, en un nuevo mundo imaginario, cuando me percate que ya había cerrado la llave del agua y las ultimas gotas escurrían por mi espalda; tome la toalla y terminé de secarme el cuerpo, escurrí un poco mi cabello y regrese a al cuarto. Después de cambiarme, por fin me digné a tomar el celular, 6:22 am, realmente no era tarde, revisé mi bandeja de mensajes, tenía un par de mensajes de mi amiga:

Soledad

Holis
Como amaneciste?

"En un momento le contesto", fue lo que pensé, me puse los zapatos y procedí a tender mi cama, sonaron las 6:30, lo sabía porque la alarma de cierto vecino de cama sonó, que por cierto, el dueño ni siquiera se movió, suspiré y apagué la alarma, después de eso me dirigí al cuarto de mis padres, la puerta estaba entreabierta, di un par de golpes fuertes...

-Pásate-. Fue lo que escuche desde adentro del cuarto. Prueba suficiente de que mi madre ya había despertado

-Seis y media-. No entre, di mi mensaje y me retiré de nuevo a mi habitación.

Tenía que buscar una muda de ropa para después de la escuela, no sabía que ponerme, no quería salir a la calle ese día, tomé el pantalón que había usado el día anterior y la primera playera que encontré al abrir mi cajón, casualmente de color negro. Deje la ropa estirada sobre la cama y un par de tenis junto a esta. Regresé al baño a lavarme los dientes, quizá no me enjuague bien la boca, más tarde en la escuela aun sentía el sabor de la pasta dental.

Baje al comedor, mi madre me vio desde la cocina con una sonrisa, una sonrisa que me habría gustado corresponder, sin embargo no lo hice, me acerque a la barra de la cocina par ayudarle a poner el almuerzo, mientras ella se encontraba frente a la estufa, yo me encontraba sacando toppers y vasos del refrigerador

-Déjalo así, siéntate y cepíllate, te voy a peinar-. "Ya estas grandecita como para que tu mamá te este peinando", es lo que pensaran muchos pero esa mañana realmente necesitaba que ella lo hiciera.

Asentí con la cabeza y acomodé las cosas dentro de la lonchera. Me senté en una silla del comedor, hacía ya un tiempo que mi madre tenía que peinarme sentada, pues, si me ponía de pie ya no me alcanzaba. Ella se acercó, tomo el cepillo y comenzó a acomodarme el cabello, no iba a hacer mucho, solo me haría una cola de caballo; mientras me peinaba mi mente comenzó a vagar nuevamente, se reproducían, cual si hubieran sido grabados con una cámara, recuerdos a lo largo de mi vida de mi madre peinándome, no solo para ir a la escuela, sino para cualquier ocasión o circunstancia, sonreí un poco e inconscientemente mis ojos se llenaron de lágrimas, en ese momento entró mi padre al comedor

-Buenos días-. Saludo correspondiente y salió al patio

- Buenos días-. Contestamos al unísono mi madre y yo, rápidamente sequé mis lágrimas y me levanté de la silla.

- ¿Ya estás lista? -. Mi padre volvió a entrar en la casa.

Asentí con la cabeza, tomé mi mochila y me acerqué a mí madre nuevamente para despedirme

-Nos vemos-. Le di un beso rápido en la mejilla y me salí casi corriendo, nuevamente las lágrimas me querían traicionar y yo sé que ella se había dado cuenta que yo quería llorar pero salí antes de poder escuchar si me respondió.

Y el día apenas había comenzado...

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⏰ Last updated: Apr 23 ⏰

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