De compras en el mundo mágico 3/11

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John sintió el miedo recorrer su cuerpo al decir ese nombre, pero a los pocos segundos recobró la razón.

—Espera, no puede ser Grindelwald, él sigue encerrado en Nurmengard, además, se me hace difícil creer que un monstruo de su calibre pueda ser asesinado por un niño, eso sería una auténtica broma.

El ambiente temeroso que se había establecido con anterioridad se rompió por las palabras de John.

La profesora McGonagall se frotó la frente avergonzada, como seguidora de Dumbledore, conocía a Grindelwald y varias de las acciones que este cometió, por lo que entendió en cierta medida el porqué de la reacción de John, pero los magos a su alrededor no sabían esto, por lo que miró preocupada a los magos que los rodeaban mientras sostenía con fuerza su varita, lista para atacar en caso de que uno de ellos enloqueciera y atacara a John, y es que no era para menos, sus palabras habían ofendido a muchos de los presentes.

—Es porque no se refiere a Grindelwald, sino al verdadero y mayor mago tenebroso de todos los tiempos —dijo el profesor Quirinus con los dientes apretados.

—Si no es Grindelwald, ¿entonces quién es?

—Voldemort —dijo Quirinus.

Todos los presentes temblaron de miedo y rabia.

—Voldemort —hizo una pausa dramática—, ¿quién? Voldemort, Voldemort, Voldemort, Voldemort, me suena ese nombre, oh, cierto, Mundungus, ¿no era Voldemort el desperdicio de mago por el que Dumbledore tuvo que crear a la Orden del Fénix para combatir a sus mortífagos?

Todos los presentes miraron enojados a Mundungus, cuya expresión en el rostro era una amalgama de miedo, ira, odio y desesperación, el cual, tras unos segundos, cayó al suelo desmayado.

—Para que un muerto cause tanto terror, algo inimaginable tuvo que haber hecho.

Por dentro John no pudo evitar sentir vergüenza, Grindelwald fue el tipo que puso de cabeza al mundo humano en su tiempo, al grado que no fue la Quelrathar quien lo detuvo, sino Dumbledore.

Pero pensándolo bien, lo de Voldemort tenía mucho sentido si se analizaba su título desde un aspecto en el que Grindelwald fallaba, y era su crueldad para con los magos, Grindelwald tendía a encerrar en Nurmengard a los magos que se le oponían o le traicionaban, fueron muy raras las ocasiones en las que mataba magos.

Esa era la única comparación que se le ocurría bajo la cual se podía catalogar a Voldemort como el mago tenebroso más grande de todos los tiempos, si este era un mago que mataba sin piedad a los magos.

Y era bastante lógico, los magos tendían a despreciar a los seres humanos, muy pocos eran los que mantenían ese respeto mutuo, por lo que Grindelwald, un mago que mataba seres humanos, debería ser mucho menos aterrador a sus ojos que Voldemort, un mago que probablemente mataba magos.

—Tu ignorancia es admirable, sangre sucia —resonó una fría voz en el bar.

John despertó de sus pensamientos, aunque no entendía la parte de ser un 'sangre sucia', por el contexto de las palabras, era obvio que debía ser un insulto, y por lo poco que sabía, solo podía pensar en una cosa, los magos nacidos de familias humanas.

Todos los presentes en el bar voltearon la mirada al profesor Quirrell, bastante asombrados por lo que dijo.

—¡Quirinus Quirrell! ¡Cuida tu boca y discúlpate ahora mismo! —rugió completamente enojada la profesora McGonagall, para ella, lo que dijo Quirrell no solo era una ofensa para John y los magos de origen muggle, sino también una gran ofensa al honor de Hogwarts.

Que un maestro se expresara de esa manera hacía ver la baja calidad moral que estos poseían, y por ende, la que la escuela podía ofrecer. El informe que John le había dado le hizo entender que Hogwarts necesitaba un cambio, fue la actitud de Quirinus la que reforzó su idea.

Al ser el blanco de múltiples miradas, la actitud de Quirrell volvió a su personalidad tímida y retraída.

—Lo siento John, no fue mi intención —tartamudeó.

—No hay problema, creo que fui un poco insensible al hablar de temas de los que no sé nada, pido una disculpa a todos los presentes, quizás ofendí a alguien por mis comentarios —dijo con una postura de disculpa.

Varios magos entre la multitud aceptaron la disculpa de John, las palabras que este había dicho les habían molestado, casi todos ellos eran sobrevivientes de esa época oscura, una época de terror donde no sabías cuándo la persona que charlaba contigo hoy, sería un cadáver frío mañana.

Era aterrador, muchos magos allí presentes habían perdido a un padre, una madre, un hijo, una hija, un esposo, una esposa, un amigo o un conocido. Muchos seguían con miedo, con miedo de que al despertar lo primero que vieran por la ventana fuera el símbolo de Voldemort en el cielo.

Las palabras de John los habían enfurecido, su inocencia e ignorancia pisoteaba la dignidad que les quedaba, una dignidad barata y podrida ante el hecho de no haberse vengado por perder a los que amaban y el no haberse parado a pelear por un futuro mejor.

Voldemort estaba muerto. Muchos de los magos en el Caldero Chorreante eran viejos, sin sueños, con vidas rotas. Voldemort estaba muerto, no tenían razones para tenerle miedo, pero, si no lo estuviera, si Voldemort siguiera con vida, escondido en la oscuridad, maquinando planes malvados para imponer sus ideales en el mundo, quizás, quizás, morir luchando contra él y su tiranía no sería tan malo, después de todo, no tenían nada que perder.

Quirinus sintió que el ambiente cambiaba en una dirección extraña, por lo que se escapó sin despedirse.

La profesora McGonagall frunció el ceño, la actitud de Quirinus era bastante extraña, de hecho, no lo había pensado bien, pero su carácter y tartamudeo no concordaban con su forma de ser cuando daba clases de Estudios Muggles o era estudiante de Hogwarts, podría ser porque estaba un poco más sensible de lo normal tras haber charlado con John, pero no pudo evitar sentir que Quirinus ocultaba algo, su actitud al defender a Voldemort era bastante sospechosa.

—Está bien, ya hemos perdido demasiado tiempo, vamos, continuemos con nuestro recorrido —dijo la profesora McGonagall.

Harry Potter: El Juicio de los MagosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora