red moon 𐙚 kookmin.

O2. The castle

Jimin lentamente iba abriendo sus ojos mientras su vista se adaptaba a ese lugar.

Estaba en una especie de celda, no podía ver mucho ya que estaba todo demasiado oscuro.

Al tratar de moverse, se dio cuenta de que estaba atada de los brazos, causándole pánico. ¿Qué había pasado? Lo último que recordaba es que estaba en esa cabaña y de la nada una criatura la atacó...

Creía que moriría después de eso, pero ahora estaba ahí atada de los brazos a los lados y en una celda oscura. No tenía idea de lo que pasaba o lo que estaría por suceder.

De repente se percató de algo ¡su bolso! No estaba por ningún lado, probablemente se lo habían quitado, cualquiera que la haya encerrado. ¡No podía ser! Su teléfono, su dinero...

Escuchó pasos aproximarse hasta la celda y el terror la invadió. ¿Fingiría seguir dormida? Tal vez sea buena idea, pero antes de que pudiera pensar bien, una figura, de lo que parecía ser un hombre bajito, ya estaba frente a la celda.

—Malditos vampiros mandones. "Yoongi, haz esto", "Yoongi haz esto otro" "Yoongi, acá", "Yoongi, allá" —Refunfuñaba el bajito, fingiendo las voces. —Siempre eso. ¿Cuándo será que me dan vacaciones? Soy un Goblin, sí, pero también tengo sentimientos. —Seguía refunfuñando mientras abría la celda de la joven.

Caminaba hacia la chica que lo veía entre sorprendida, extrañada y asustada. ¿Un Goblin? Nunca había visto uno en persona. Solía verlos solamente en algunos libros de fantasía de la biblioteca, o se hacía una idea por los relatos en cómo la gente los describía. 

Éste estaba liberándola de las cadenas mientras seguía metido en sus pensamientos insultando a los ¿Vampiros? y Jimin sólo lo seguía con la mirada.

—¿Qué me ves? —Preguntó él con tono ligeramente molesto. —Ya sé que soy feo con estas orejotas y siendo demasiado enano, pero disimula. —La espetó con tono molesto luego de liberarla. Le puso las manos atrás de la espalda y ahí la ató de nuevo. Jimin no dijo nada, no sabía qué decirle, además seguía sorprendida de su presencia. —Camina, mocosa maleducada.

Jimin no habló, de nuevo, y comenzaron a caminar. Iban en silencio, la chica siendo guiada por el bajito.

El camino hacia donde quiera que fuesen estaba totalmente oscuro. Fue peor cuando el goblin le ordenó subir unas escaleras. ¿Cómo quería que lo hiciera sin ver ni siquiera por donde pisaba? Ni siquiera sabe cómo pudo lograrlo, eso sí, se resbaló varias veces, pero continuaron subiendo y subiendo y subiendo. 

—¿Tan tontos son los mortales? —Preguntó aquella criatura después de que Jimin resbalara de nuevo. —¿Acaso no ven en la oscuridad como todos?

Jimin no respondió nada, como siempre.

—¿Acaso tampoco hablan? ¿O eres de pocas palabras?

—Y-yo sí puedo hablar... —Contestó finalmente Jimin. —Y no, n-no vemos en la o-oscuridad. —Tambaleaba un poco al hablar, claramente seguía muriéndose de miedo.

—¿En serio?, ¿qué pueden hacer entonces? —Preguntó el goblin interesado ahora.

—Pues nada, creo... S-somos ¿normales? Eso creo. —Le respondió Jimin suspirando. Finalmente dejaron las escaleras, y por fin, gracias a una pequeña ventana que seguía teniendo la hermosa luna alumbrando, la chica pudo ver por fin el pasillo estrecho que estaban por pasar, notando una puerta negra hasta al final de éste.

—Eso es demasiado aburrido, ¿cómo pueden vivir sin tener magia o poderes o habilidades? —Preguntó mientras la dirigía hasta esa misteriosa puerta al final del pasillo.

—N-no lo sé, por como vivimos, supongo que no las necesitamos. —Respondió sin pensar demasiado.

—¿Entonces por qué todos quieren ser como ustedes? —Preguntó el goblin muy curioso, desconcertando a Park. ¿Qué quería decir con eso?

—¿Qué...? —Fue interrumpida antes de poder terminar.

—Mejor guarda silencio ahora. Detrás de esta puerta te espera el Rey de los Vampiros, y no es muy paciente que digamos con la gente. No digas ninguna palabra en falso, o... —se interrumpió a sí mismo, pero luego de unos segundos prosiguió cambiando el tema. —En fin, luego continuamos la plática, si es que sales de aquí. —Sonrió con algo de malicia y luego tocó la puerta, ésta lentamente se fue abriendo, rechinando horriblemente alto.

¿Rey de los vampiros?, ¿¡Vampiros!? No sabía si era real de lo que hablaba, todo podría estar siendo una alucinación o un sueño todo esto. Pero si era real, ¡¿acaso esa criatura no estaba consciente del peligro de meter a un vampiro y un humano en una habitación?!

—¡Buena suerte! —Le habló con ironía y luego la aventó adentro de la habitación, ocasionando que la chica caiga al piso al no poder meter las manos, soltando un quejido adolorido al caer.

Se paró como pudo, quedándose sentada en el piso. Observó la habitación, viendo, otra vez, todo oscuro. Vio unos sofás casi hasta el fondo; una chimenea apagada al lado de los sofás; candelabros en el techo con velas en lugar de focos, como normalmente eran; una cama al otro extremo de la habitación y por último varios cuadros en las paredes. 

Una habitación grande para tan pocas cosas pensó.

De repente escuchó unos pasos lentos, poniéndola en alerta. Miró a todos lados, pero no había nadie ni nada, eso la asustó aún más.

Se arrastró hasta la puerta y se pegó a ésta, viendo que ya no tenía nada con que defenderse. Estaba jodida.

Se oyó un chasquido y de la nada todas las velas de los candelabros ya estaban encendidas.

Al fin Jimin pudo ver la figura misteriosa que estaba frente a ella de la nada.

Era un hombre alto y delgado, que vestía totalmente de negro y llevaba una cosa parecida a una capa del mismo color. Hacían contraste con su piel tan pálida.

Su cabello era tan rojo como sus ojos. Una sonrisa socarrona adornaba su rostro y con lentitud dio un paso más al frente de la fémina, que por instinto se hizo aún más para atrás (si es que se podía).

—Bienvenida, señorita. —Habló aquel hombre de aura extraña. —Soy Jeong Jungkook, el Rey de los Vampiros. —Se presentó y le ofreció la mano, sin nunca quitar esa sonrisa socarrona del rostro que se ensanchó aún más al ver el claro miedo en el rostro de Jimin.

—¿Qué pasa, señorita?, ¿Acaso tiene miedo? —Jimin asintió

—Bueno, señorita. Aquí no hay nada qué temer... A menos que le tema a la muerte, no hay qué temer —Sonrío ahora mostrando sus colmillos que estaban manchados de sangre.

Jimin ahogó un grito.