Acorralada

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-Se rumorea que Bradley, el batería de Demons quería conseguir tu número de teléfono...¡para pedirte una cita!

-Ah, qué bien... -intenté mostrarme impresionada o alegre, pero no lo logré. Continué batiendo la clara de huevo para nuestro pastel. Habíamos decidido que este fin de semana los empleados lo tuvieran libre. Solíamos hacerlo cada cierto tiempo y últimamente necesitaba más tiempo a solas.

-Oh, perdona, miss universo, no te muestres tan alegre, ya sé que el resto de mortales no te llegamos a la suela del zapato, pero por lo menos intenta disimularlo un poco.

Puse los ojos en blanco.

-Ya sabes que no es por eso Alex, tan solo no quiero citas por el momento.

-¿Y cuándo las vas a querer? Te conozco de toda la vida y la última vez que estuviste colada por alguien... ¡teníamos 16!

Ignoré a Alex concentrándome en las instrucciones de mi batido. No me apetecía debatir de mi no-vida amorosa con ella.

- Con lo interesante e intensa que es la tuya tenemos para cubrir la de ambas.

-¡Vamos Holland! Eres súper aburrida... comienzo a pensar que todavía te gusta Isaac.

Solo de escuchar su nombre se me erizó la piel, pero decidí ignorarla. No estaba de humor. Miré por los ventanales de la cocina que daban vista a la piscina, dónde mi guardaespaldas continuaba ajeno a nuestra conversación mientras saltaba a la cuerda, con sus auriculares puestos. Llevaba así unos veinte minutos, pero la única muestra de cansancio que tenía era la leve capa de sudor que le cubría la piel.

Alex había insistido en bajar a la cocina y empezar a preparar tan pronto la comida para poder "disfrutar" (igual que todas las mañanas ya que no habíamos salido mucho con todo el asunto "quieren matarme" ) de cómo Elijah entrenaba junto a la piscina. Parecía que ahora su rutina se basaría en hacer largos en la piscina, saltar a la cuerda y golpear el saco de boxeo que había comprado, porque el mío ni lo miraría. Tampoco creo que supiera que yo tenía y no se lo diría, para algo le pagábamos un buen sueldo, creo. Tan poco tengo muy claro de quién le estaba pagando.

A Alex le volvía loca ver entrenar a mi "juguete sexual", como lo había denominado la estúpida periodista Clarisse Lafayette. Había dicho textualmente: es su nuevo juguetito sexual, no les doy ni dos meses antes de que se aburra. Lo bueno es que tras una primera fase en estado de shock por parte de Elijah, se lo tomó bien. Aunque claro, no sabe que medio planeta quiere saber de él y no tiene ni Twitter.

-¡Dios!- medio gritó Alex mientras mordía una de las fresas que yo estaba picando. Seguí su mirada hasta Elijah, que se estaba sacando la camiseta y bebía agua. Me apoyé aburrida en el muro, había sido divertido las primeras veces, reconozco que es muy atractivo. Pero es que después de tres semanas, ya no me hacía tanta gracias que todas babearan por él. El chico estaba bien, pero tampoco era para tanto.

Gruñí molesta, rebuscando en las estanterías, echaba de menos cuando podía hablar con mi mejor amiga de algo que no incluyera el pene de mi guardaespaldas.

-Oh por favor, Holland, no pongas esa cara, es verdad y lo sabes- Alex continuaba con su mirada perdida.

-Lo siento Alex, pero es que no entiendo por qué babeáis todas por él de esta manera.

-Creo que sí que lo sabes, Holland... este chico es la definición de dios griego. Además tiene toda la pinta de que debe de ser una delicia en la cama.

Hice un sonido de arcada mientras me agachaba a por las gominolas de los cajones bajo el muro. Necesitaba azúcar. ¿Qué demonios pasaba en esta casa

Mi guardaespaldas es un capulloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora