¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
10 VOTOS Y 20 COMENTARIOS PARA EL SIGUIENTE CAPÍTULO!
★ SI BIEN LA presencia de Izumu no es la más llamativa, tampoco es la más desapercibida. Todos aman su carisma y su hiperactiva personalidad; añadiéndole su agradable sentido del humor que logra alegrar a cualquier persona. Y ese día, Oikawa no fue la excepción.
Fue hace dos años cuando la vio por primera vez. Ambos eran nuevos en la escuela superior Aoba Josai; y por ende, ambos estaban muy nerviosos. La chica en ese entonces estaba sola; sintiéndose pequeña ante la mirada que estaba recibiendo de sus compañeros. Creía que recibiría comentarios negativos acerca de su colorido pelo; no obstante, y para su suerte, fue al revés. La gente se le acercaba para hacerle diferentes preguntas nacidas de la curiosidad. Nadie sabía por qué, pero se sentían atraídos ante su presencia. Se sentían muy bien cerca de ella.
Izumu no sabía que había hecho como para tener a tanta gente a su alrededor apenas en su primer día, pero lo que sí sabía era que era por su llamativo pelo.
Oikawa, de unos dieciséis años, observaba con curiosidad la presencia de esa chica de aspecto llamativo. No sabía por qué era, pero sentía mucha curiosidad acerca de ella. Ambos estaban en la misma clase, a cinco mesas de distancia. Él se sentaba atrás y ella al frente, pues decía no poder ver bien. Un reducido grupo de chicas se amontonaba alrededor suya, hablando sobre temas ajenos a Oikawa. El mismo se preguntaba como alguien así podía ir por la vida sabiendo que toda la atención se iría a ella.
—¿A ti qué te pasa? —oyó Oikawa que decían a su lado. Apartó su mirada de Izumu y la posó en su mejor amigo; Iwaizumi, quien lo miraba con el ceño fruncido—. Pareces un maldito acosador —insultó, mirándolo.
Oikawa rodó los ojos.
—Solo estaba mirando a esa chica, nada más —aclaró Oikawa.
Iwaizumi miró a la chica, entendiendo a su amigo.
—Parece que le haya vomitado un unicornio o algo —una mueca apareció en su rostro.
—Ni idea —le contestó Iwaizumi—. Creo que vendrá de algún lugar lejano. Nunca la he visto por aquí.
Oikawa asintió.
—Pienso igual —dijo Oikawa—. Quitando eso, quisiera saber si esa chica es tan especial como lo pintan los demás —y, sin siquiera pensárselo dos veces, se levantó de su asiento y se dirigió a la mesa donde se encontraba Izumu con su cuaderno de matemáticas—. Buenos días —saludó Oikawa.
Izumu terminó de escribir una cosa en su cuaderno y alzó la mirada. Sus ojos dieron con los de Oikawa. Una dulce sonrisa apareció en su colorido rostro. Oikawa se sintió cohibido ante la mirada de la fémina; era muy bonita su sonrisa.
