La chica

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Parecían haber pasado horas desde que la chica dejó inconsciente al joven arácnido el día en el que tuvieron su primer encontronazo, pero solo fueron unos 30 minutos de reloj, treinta míseros minutos desde que entró en pánico y su cosmovisión parecía haber cambiado. Algo chocó directamente con todo lo que llevaba aprendiendo toda su vida. La misión no solo no estaba yendo como la llevaban entrenando desde niña, sino que ha explotado en su cara.

A estas alturas debería de tener sangre en sus manos, o como mínimo, a Spider-Man agonizando mientras lo lleva a rastras, al fin y al cabo era su misión, ¿Verdad?.

Las horas pasan y pasan hasta que anochece, Fleisch, viendo la clara señal de que son horas nocturnas se ha dado cuenta de algo. Su reporte no ha sido enviado. Ahora aparte del estrés de los acontecimientos de su "visita" escolar, tiene que darle las malas noticias a los mandamases de ORCA, no ha traído a la araña a sus pies. Le ha fallado a la gente que la ha criado, y lo que es peor: Le ha fallado a "Él".

Recordando estos hechos, su pelo empieza a erizarse y sus ojos muestran una preocupación latente, casi a modo de sistema de defensa, cual gato encerrado por una jauría de perros.

Tras pensarlo unos dos minutos, se arrancó el dispositivo que tenía clavado en su cuello que le permitía comunicarse con la misma facilidad que un niño se quita una astilla, aunque bastante más visceral y desde luego más doloroso, pero quizás eso la salve esta noche.

No puedes admitir que lo dejaste escapar si no puedes hablar.

Finalmente, la mujer se mete en la base de la organización, un aparente puerto industrial lleno de contenedores. No es muy común ver estas cosas en Málaga, la playa siempre ha sido un sitio de turismo, pero este era un espacio privado.

Tras llegar, Fleisch da tres toques a un aparente contenedor vacío, la puerta sorprendentemente hace un ruido mecánico por su cuenta, como si un cerrojo automático hubiera desactivado un complejo bloqueo en estas.

Tras eso, la chica entra dentro del contenedor, y la puerta vuelve a cerrarse. Dejándola totalmente a oscuras hasta que una voz femenina y sobre todo mecánica suena.

— Huella biológica registrada, Fleisch Kasady, bienvenida de vuelta. —

Fleisch solo responde con su acomodado silencio, ignorando dicha voz. Las luces se encienden, revelando el interior del contenedor. No es gran sorpresa que este vacío, aunque había varias cucarachas con las alas arrancadas a sangre fría, y una araña tan grande como una mano con las patas cortadas una a una con cortes precisos, casi de navaja, pero milagrosamente, aunque agonize, sigue aún con vida.

Se ve que alguien estaba esperando su llegada y estaba jugando para entretenerse.

Después de presenciar el espectáculo, el suelo a su alrededor empieza a tener movimiento, concretamente hacia abajo. Todo este tiempo el contenedor vacío era un ascensor escondido, "inteligente y rudimentario", o al menos eso es lo que lleva oyendo toda su vida, se podría decir que tardó un minuto exacto en bajar hasta su destino.

Cuando llegó, todo estaba a oscuras, tampoco es que le hiciera falta ver mucho, su otro ojo se encargaría de guiarla por donde tenía que ir, aunque el escenario no era precisamente agradable. Era una cueva que apestaba a humedad, y a suciedad.

La caminata se extendió por al menos otro minuto, donde sea que está la base, es evidente que buscan no ser descubiertos de ninguna forma, no vengadores, no cuatro fantásticos, y desde luego no vigilantes enmascarados con poderes de arañ-

— ¡Cariño! —

Una voz desconocida grita desde los altavoces colocados a lo largo del recorrido de la larga cueva, aunque las luces ya son perceptibles desde la distancia, Fleisch decide ignorar el grito de igual manera. Total, eventualmente va a cruzarse con el autor de la cacofonía para dar el reporte, se niega a darle juego.

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⏰ Última actualización: Apr 11 ⏰

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