Veinticinco años después de la masacre ocurrida en Woodsboro, un nuevo asesino se pone la legendaria máscara para matar adolescentes.
O en dónde dos personas que no se soportan se dan cuenta que están enamorados cuando ven al otro al borde de la mu...
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Hola Dewey. –Cassie lo saluda mientras cierra la puerta de la casa rodante–
Hija... –Dewey la observa con sorpresa y esconde rápidamente varias botellas. No esperaba su llegada–
No tienes que esconderlas.
Lo siento, yo...
Está bien, no tienes que darme explicaciones. Es tu vida. –Cassie lo interrumpe con tranquilidad. Lo que menos quiere es juzgarlo–
¿Cómo está tu amiga? –Dewey le pregunta cambiando de tema–
Se está recuperando de unas dolorosas y graves heridas, la pobre sufrió bastante a manos del maldito Ghostface... –Cassie le cuenta con impotencia–
–Dewey traga saliva al escuchar ese nombre y observa el suelo pensativo mientras los recuerdos del pasado llegan a su mente– No puedes confiar en nadie, alguien que conoces debe ser el responsable.
Lamentablemente lo sé. –Cassie suspira y se sienta en el sofa mientras estira los brazos–
¿Estás tomando tus pastillas? –Dewey le pregunta con preocupación y le baja el volumen a la televisión–
Sí.
¿Aún sigues teniendo pesadillas?
No. –La pelirroja miente evitando su mirada. Cassie tiene estrés postraumático gracias a los eventos que presenció en 2011–
Hija, se que no estas bien. Estás teniendo malas calificaciones, faltas a clases, y no dejas de meterte en problemas. –Dewey le recuerda con un tono de calma. Lo que menos quiere es volver a discutir con ella–
Eso no tiene nada que ver con lo que sucedió... –Cassie niega mientras cruza los brazos–
Sí quieres hablar con alguien, aquí estoy. Puedes confiar en mi, hija. –Dewey pone una mano sobre el hombro de Cassie–
Ya estoy superando lo que pasó, fue hace mucho tiempo, es hora de darle vuelta a la página. –Cassie dice eso con frialdad y se mantiene seria. Odia mostrarse vulnerable y que sientan lastima por ella–
