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capítulo uno! chantaje por una pierna
El instituto. Este era, sin lugar a dudas, el momento del día en el que más deseaba estar de vacaciones en Malibú, o Australia, incluso en San Blas. Cualquier lugar es mejor que Beacon Hills, lo apuesto.
―Bien, formen 4 grupos de 4 ―dijo Galilea, la profesora de biología y mamá de mi mejor amiga, ―quiero que empiecen a trabajar en sus proyectos de la semana científica.
―Pero falta como un mes para eso, ¿no es demasiado pronto? ―repuso uno de mis compañeros, Mason, creo que ese es su nombre.
La mayor frunció el ceño y respondió: ―Es cierto que falta tiempo, pero los proyectos científicos requieren planificación. No quiero excusas de última hora ni proyectos mal ejecutados. Empiecen ahora para asegurarnos de que todo salga como debe ser.
Mason asintió, claramente sintiéndose algo intimidado por la respuesta de la profesora.
Aunque podía parecer que Galilea era muy severa en el aula de clases, fuera de ese entorno era otro tipo de persona. Era esa profesora con la que todos querían sentarse en el almuerzo porque era divertida. Tenía sus momentos, aunque eran pocos, pero los tenía.
―Justo estaba buscando a mi pelirroja favorita ―Garrett me abrazó por detrás, ―¿nos hacemos en grupo? sabes que soy el mejor compañero de laboratorio que puedes tener.
Justo cuando estábamos a punto de unirnos al grupo, Alana intervino con su característico sentido del humor.
―Lo siento, pero Marina ya me prometió ser su compañera de laboratorio para este proyecto. ¿Recuerdas, Mar? ―dijo Alana con una sonrisa traviesa, jugando con la situación.
―¡Ah, sí! ¡Es cierto! ―respondí, conteniendo la risa mientras seguía la broma. ―Lo siento, amigo, parece que ya estoy comprometida para esta vez.
Garrett fingió estar decepcionado, pero rápidamente se unió a la broma.
―¡Vaya, derrotado por la mejor amiga! ―exclamó, dramatizando el gesto de ponerse la mano en el corazón. ―Bueno, supongo que tendré que conformarme con ser el segundo mejor compañero de laboratorio entonces.
Nos reímos juntos mientras nos dirigíamos hacia el grupo, listos para empezar a trabajar en nuestro proyecto científico. Aunque era todo un chiste, siempre disfrutábamos de estos momentos divertidos entre amigos.
La molestia en el rostro de la profesora se hizo presente cuando un muchacho rubio de lindos ojos azules entró al salón, interrumpiendo la clase. Nunca antes lo había visto, así que deduje que era nuevo.
―Disculpe, soy Liam Dunbar, me transfirieron del Instituto Devenford ―comentó apenado ―estoy buscando el salón de biología.
―Lo quiero en nuestro grupo ―susurré al oído de mi amiga, y ella asintió.
