Crónicas de la Maracaibo del Futuro

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Capitulo I

Mucho se ha hablado de la Maracaibo de Ayer y lo bonita que fue, y aunque particularmente coincido en todo lo que dicen, esta vez te quiero hablar de la otra Maracaibo, no de la que pasó, ni tampoco de la que tenemos, sino de la que vendrá; de esa que se está gestando en un espacio – tiempo, distinto al nuestro, pero se encuentra ligada a cada uno de nosotros por una afinidad emocional que de momento resulta difícil de explicar, pero sí muy fácil de intuir.

Todo comenzó un sábado por la tarde, cuando regresaba a casa después de llevar a una pareja que, al igual que muchos tantos, se quejaban de la situación del país. En este oficio de taxista uno se entera de muchas cosas, aunque de algún tiempo para acá todo parece girar en torno a los mismos temas: las colas, el desabastecimiento, la inseguridad y aquellos que se van de esta noble tierra buscando un nuevo porvenir. El pesimismo se ha hecho contagioso y yo no era la excepción.

Exacerbado por la cola en las gasolineras, la falta de repuestos y con el temor de que mi próximo cliente me fuera a quitar el carrito, bajaba con mi Renault 21 por el sector Grano de Oro con rumbo hacia los Olivos, cuando transitaba a la altura de la Facultad de Ciencias de la Universidad del Zulia, una mujer me hizo señas para que detuviera el auto.

- ¿Me puedes llevar por las inmediaciones de la avenida Limpia? –me preguntó- y como aquello no representaba un mayor desvío en mi ruta, accedí a hacer el servicio.

Aunque el trayecto era muy breve, nos encontramos con una cola inusual a la altura del Polideportivo, al parecer un camión cisterna se había accidentado, obstaculizando un canal de la vía. Cuando llevábamos casi 5 minutos sin avanzar, supe que me enfrentaría a uno de esos interminables momentos de espera en los que uno no haya que decirle al cliente, para cortar el silencio y matar el tiempo.

Aspiré profundo mientras me reclinaba al asiento y fue de esa forma como pude percibir el aroma de su perfume, era una fragancia discreta, pero a la vez desconocida para mi olfato, parecía haber sido concebida para agradar sin empalagar y al mismo tiempo para hacerse imperecedera a través de los sentidos. Ni siquiera cuando trabajaba de noche llevando y trayendo sifrinitos de los centros nocturnos, había percibido una fragancia igual. Le pregunté cuál era la marca del perfume que llevaba, un poco para saciar la curiosidad y otro tanto para acabar con el mutismo que me impacientaba.

- La marca es lo de menos –me dijo- lo difícil es conseguirlo... al menos aquí.

- Eso supuse –le contesté- actualmente en Maracaibo no se consigue ni aire para respirar.

- Pero igual lo compré aquí, -me replicó- es decir, en Maracaibo, pero no en esta...

- ¿Y es que acaso existe otra? –dije para seguirle la corriente-

Sí claro -me dijo- la Maracaibo de la que vengo... quizá la del futuro, aunque para mi es la de un presente que coexiste con el tuyo.

Definitivamente, aquello iba a ser entretenido (y no me equivocaba), pensé que al menos me encontraría con una plática inusual o fantasiosa para librarme del estrés acumulado durante el día, así que acomodándome en mi asiento le pedí irónicamente que me hablara de esa ciudad de dónde venía, a ver si valía la pena irse para allá.

Claro que vale la pena vivir allá –me respondió- Es una ciudad tan similar y a la vez tan diferente a esta, que solo quién es maracucho puede establecer las analogías. Lo que sigue igualito es el calor, pero otras cosas si han cambiado... el Lago, por ejemplo, se encuentra totalmente descontaminado, por lo que el Centro Comercial Lago Mall, es, además, un balneario frecuentado por turistas de Aruba, Curazao, Colombia y muchos Panameños, que se han venido a estudiar acá gracias a un convenio entre las Universidades de ambos países.

Crónicas de La Maracaibo del FuturoWhere stories live. Discover now