Amor hipoalergénico.

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El reloj colgado en la pared marca las once con cuarenta de la mañana. Un tintineo se escucha cuando la puerta de la florería, aquella ubicada frente a la estación de policías, se abre. 

Hay un tenue saludo y una conversación casual, él ha hecho el pedido con días de anticipación, para llegar y retirarse lo más pronto posible. 

Nathaniel Carello no es fan de las flores, por supuesto que su alergia al polen tiene que ver con esto. Tampoco le gusta la primavera, o no espera con ansias la llegada de esta. «Tiene su lado romántico», opina de las flores y de la estación. Pero siempre le ha fastidiado tener la nariz tapada, roja; la voz tomada y los ojos llorosos de tanto estornudar. 

Pero es lo que le ha tocado padecer. Y ahora es invierno. 

Cuando sale de la tienda, con un hermoso ramo blanco en mano, apenas son las once con cuarenta y cinco. Entonces camina apresurado, aunque no sabe por qué. El hospital está cerca, pero él se siente corto de tiempo, como si la primavera estuviera a la vuelta de la esquina y sus alergias lo persiguieran eternamente. 

Nathaniel pasa enfrente de una plaza que se ve gris y vacía, casi sin verde. Gran parte de su vida ha preferido alejarse de los grandes jardines, y de algunas actividades innecesarias al aire libre para evitarse angustias. 

O al menos hasta que Lynn llegó para ser parte de ella. 

Cuando entra al hospital, pasa por recepción rápidamente y sigue de largo, pues la chica ya lo conoce. Y sube en el ascensor, dos pisos. 

Para entonces se siente agitado, con la nariz un poco roja, quizás por el frío. Nathaniel camina hasta la tercera puerta de ese segundo piso, se peina con los dedos e intenta relajarse y sonreír. 

—Hola —susurra, empujando la puerta al entrar. Oculta el ramo atrás de su espalda. 

Lynn ama las flores.

—¡Hey, amor! Viniste. 

La mujer lo saluda, con sus ojos verdes brillantes, su piel extremadamente pálida y su cabello castaño quebradizo. Han pasado veinte años desde que comenzaron su relación, pero Lynn sigue siendo tan hermosa como el día en que se conocieron, tan alegre como si el tiempo no pasara. 

—¿Qué tenés ahí, eh? —pregunta ella entonces, tratando de ver atrás de la espalda del rubio. 

—Ten —le extiende el ramo cuidadosamente—. Son para ti, espero que te gusten. —Nath le da un beso en la frente, y luego se sienta a su lado, en un silloncito que lleva meses ahí. 

—Por supuesto que sí —Lynn las olfatea, tienen un olorcito a perfume riquísimo—. Pero ya te he dicho que deberías reservártelas para un momento especial, que si te hacen mal- 

—Verte hace que el día sea especial para mí  —interrumpe, y acomoda un jarrón en una especie de mesita de luz al costado de su amada—. Así que por favor, háblame de ellas. 

Lynn sonríe pequeño, pero con mucha emoción. Y lo siguiente que hace es platicarle acerca de su significado; son camelias blancas, que representan un amor puro y para toda la vida. Y luego hablan de cómo fue su día en la comisaría, y el mediodía se pasa así. Sin contar alergias, esperando a que el ramo se marchite y volver con uno nuevo.

Desloratadina. fármaco para tratar alergias.

Desloratadina para el amor | CDMDonde viven las historias. Descúbrelo ahora