Capítulo 3: Baja California Sur

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"Si tan solo hubiera tenido lana"
Pensó Xochitl una y otra vez mientras veía a Claudia marcharse sin mirar atras.
Quizá Claudia hizo lo correcto al alejarse de ella pensó una y otra vez mientras escuchaba a sus abogados hablar de como podrían apropiarse de la campaña de Maínez, entonces volvió a pensar... Quería el puesto de presidenta de México, tanto que era capaz de pisotear y destruir las carreras políticas de las dos personas que más amaba, su brisa de invierno Claudia y su pequeño cacahuate tabasqueño Maínez.
Se llevó ambas manos al rostro tratando de asimilar todo lo que sucedió de un momento a otro, trató de recordar cuando fue en que todo se destruyó, no obstante solo recordaba los momentos más hermosos.

Décadas antes...

Una tarde de verano Xochitl preparo su puesto de gelatinas junto a su pequeño Maínez, los tres como familia consiguieron forjar un negocio fuerte. Ya no era necesario que Xochitl saliera a vender gelatinas con una bandeja cargada sobre su cabeza, ahora tenía un puesto que podía armar y desarmar cuanto quisiera. Era feliz.
Maínez jugaba con las burbujas mientras corría por toda la plaza lanzando brujitas al cielo.
Xochitl trabajaba por las tardes vendiendo y haciendo limpias en las plazas locales, Sheinbaum se lo propuso, trabajaría por las tardes y estudiaría por las mañanas, al contrario de ella. Si Xochitl estudiaba por la mañana, Sheinbaum y Maínez prepararía las gelatinas y el epazote para las limpias.

Al llegar la noche, Maínez ya se encontraba en la quinta nube recostado sobre los brazos de Xochitl. Ellos esperaban a Claudia en aquella plaza pues les tenía una sorpresa.
El corazón de Xochitl latió fuertemente al ver a Claudia bajar de un tsuru blanco, conducido por Andrés Manuel, la figura paterna de Sheinbaum. A Xochitl no le agradaba ese sujeto tan austero, traía a Claudia recorriendo las calles más pobres de los Estados, investigando Dios sabe que cosas con el fin de mostrarle una lección a Claudia. "El dinero no es la felicidad" Al recordar esto, hizo una mueca al girar su mirada y mascar más fuerte su chicle hasta hacerlo sonar.
El dinero si era la felicidad para ella. Con el dinero podía mandar, decir y hacer, desde su punto de vista el dinero era esencial para hacer bailar al perro o para mover el mundo con un dedo.

Maínez se despertó al escuchar los pasos de Claudia y se lanzó a abrazarla con sus manitas llenas de tierra. A Claudia no le importo que Maínez estuviera sucio, Claudia solo lo abrazo. Xochitl se apresuró rapidamente para alcanzarlos.
Claudia extendió sus brazos para abrazarla por igual pero Xochitl agarró a Maínez de su pequeño bracito y le dio tres chanclazos.
Claudia no dio crédito a lo que vio.
¿Cómo se atrevía a ponerle una mano encima a Maínez?
¿Por qué estaba tan furiosa?
Y lo más importante ¿Cómo se quitó el huarache tan rápido?
Claudia levantó a Maínez y lo abrazo fuertemente mientras lo alejaba de Xochitl.

- ¡Si le vas a pegar al niño pegame a mí! -

Gritó Sheinbaum desde lo profundo de su ser mientras Maínez lloraba desconsoladamente.

- ¡La ropa se ensucia rápido Claudia!
¡Tú no la lavas en el río! ¡Yo la lavo! -

Xochitl gritaba y gritaba sin importarle qué las personas se quedaban cerca de Claudia por si necesitaba ayuda.
Claudia le tapó los oídos a Maínez para evitar que escuchara lo que gritaba Xochitl.

- ¡Y ese vejete... Ese vejete te llevará a la ruina! -

Para ese momento una patrulla había llegado y los policías trataron de sostener a Xochitl pero ella pataleaba y gritaba.

- ¿¡Qué estas mirando Claudia!?
¿¡Estás mirando Claudia!? -

Los 4 policías cargaron a Xochitl y la subieron a la patrulla mientras ella seguía gritando al son de las sirenas policíacas.

- ¡Yo te amo Sheinbaum! ¡Te amo! Pero...
¡No se vale lo que me has hecho! -

La patrulla se fue y se alejaron los gritos de Xochitl. Claudia se quedó en shock sosteniendo un bolillo y una coca para el susto.
Maínez ya se encontraba en los brazos de su abuelo Amlo quien le había comprado unas papitas y un jugo para que se calmara.

Claudia vio su bolillo a medio comer y suspiro, ya estaba más tranquila. Amlo se acerco con Maínez en brazos y le dijo:

- Ehh... Tienes que dejarla, un día no estarás en público y... no te podrán ayudar... -

Claudia lo interrumpió mientras le daba una mordida a su bolillo.

- Ella no es así... Yo la puedo cambiar, la voy a cambiar. -

Ahora...

Al recordar esto Xochitl sintió un remordimiento horrible y un gusto profundo que no deseaba conocer. Mientras estuvo en el "bote" conoció al policía que le pidió "una mordida" para salir rápidamente de ahí.
Xochitl acepto y ahora ese policía que le ayudo era no más ni menos que su jefe de seguridad.
Quien ahora le esperaba fuera de esa sala. Xochitl salió y ese hombre la acompaño mientras le mostraba expedientes qué extrañamente se perderían, uno de ellos sería esa pelea con Claudia.

- Mire mi Xochitl, le podemos poner un 4 al Maínez y obtiene la candidatura rápido. Le aplicamos un Salinas a la Claudia y santo remedio.
"Muerto el perro, se acaba la rabia" -

Xochitl se detuvo y observó a lo lejos a Maínez consolando a Claudia. Se veían tan unidos, tan fuertes y tan seguros. Ella pensó en cómo pudo alejarse de ellos de esa forma, en cómo pudo dejarlos. Pensó una y otra vez en lo que le acababa de decir su jefe de seguridad. Sus palabras eran correctas, así se evitaría todo lo que estaba sucediendo.
Negó lentamente y con un nudo en la garganta.

- No... No puedo... Yo los amo... ¿Verdad? -

Verdad... Resonó varias veces en su mente. ¿Cuantas mentiras dijo a la gente? ¿Cuantas mentiras le dijo a Claudia? Y ¿Cuantas mentiras le dijo a Maínez?...

Y entonces todo negro, un solo sonido estática y gente corriendo y gritando.
La presión de Xochitl había subido y le causó un desmayo... ¿Solo un desmayo?

La 4T (clauchitl) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora