Regresarás para morderme, prometelo.

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El frío aire se colaba en la parte trasera de aquella camioneta, golpeando mi pálido rostro. Aunque para algunos era molesto el ruido que hacia el vehículo al pasar por el camino de tierra, para mi era más que relajante. Durante estos duros años, en los que miles de personas morían cada día, había aprendido que después del silencio pocas cosas buenas podían suceder. Alguien sacudió mi hombro, y al voltear pude ver el rostro de mi moreno amigo mirarme sonriente, así que le devolví la sonrisa.

-¿Porqué no te tumbas y intentas dormir un poco antes de llegar? Seguro que así tus ojeras se irán un poco. Debes verte guapo para tu amor. - dijo Zayn sonriendo de lado, haciendo que riera levemente.

-Será buena idea - murmuré, tumbándome en el pequeño espacio que me tocaba.

Al cerrar los ojos en mi mente comenzaron a volar todos y cada uno de los recuerdos que tenía junto a mi pequeño omega.

"El primer día que lo vi, cuando mi madre me mandó a la taberna que había debajo de casa para pedirle a Luci, la camarera, que me preparara tres platos para la comida. Sorpresa la mía fue cuando en vez de encontrarme a Luci, me encontré con ese pequeño omega de dieciséis años y ojos tan azules e intensos como el mar en medio de la tempestad. Como se acomodó de aquella manera tan dulce las finas hebras de pelo castaño tras su oreja, y como su aguda y temblorosa voz me hizo perderme en una fantasía donde le besaba intensamente bajo el enorme manzano de la parte trasera. Cuando salí de mi ensoñación él me miraba con las mejillas totalmente coloreadas. Claro que por aquel entonces aún no sabía que la rápida conexión del lazo había hecho que el pequeño viera en su mente la misma escena que yo estaba recreando en la mía.

-¿Q-que desea, joven? - me preguntó con un hilito de voz.

'A ti', quise responderle en ese mismo momento, pero entonces su tío Bill, apareció tras él y me miró frunciendo su ceño.

-Harold, ¿comereis hoy aquí? - preguntó Bill, a lo que asentí y regresé la mirada al pequeño chico de ojos azules que me miraba expectante.

-¿Podrías tener listos tres platos de la comida del día a las dos en punto? - ni siquiera pudo contestarme cuando su tío gruñó fuerte y le mandó a la cocina a prepararlos.

El resto del día, y sinceramente de la semana también, me la pasé buscando tontas escusas para bajar a la taberna en cualquier momento posible. Y quizás no de la manera más correcta, pero si la más efectiva, me enteré de que ese pequeño angelito de ojos azules se llamaba Louis. Era el hijo mayor de su hermana Jay, la que vivía en el norte del país, donde la guerra ya había comenzado, y él, junto con sus hermanos mellizos de apenas tres años habían quedado huérfanos en un bombardeo, y se habían mudado junto a la familia de su tío, que fue el único que se dignó a hacerse cargo de ellos.

Desde entonces, en la soledad de mi habitación, me prometía a mi mismo que cuidaría a mi pequeño angelito, y no permitiría que nada le pasara."

"La primera vez que lo besé, fue unos meses después de su llegada al pueblo. Mi madre me había regañado, y hecho una furia había bajado a la taberna a preguntarle a Bill si tenía algún recado que necesitara salir del pueblo, con la escusa de que si me quedaba tan solo cinco minutos más en mi casa, terminaría por tirarme por la ventana. El me pidió que acompañara a Louis al pueblo vecino, para que se aprendiera el camino, y que fuéramos al colmado a recoger un par de cajas con unas telas que su mujer había encargado.

-¿Sabes? - me dijo Louis a mitad del camino - Solo ahora me doy cuenta de que extraño hasta los gritos de enfado de mi madre cuando llegaba tarde a casa.

Regresarás para morderme, promételo {Larry Stylinson} One ShotDonde viven las historias. Descúbrelo ahora