Eres tú

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Cuando cumplió 19 años, Ran Haitani había encontrado una fascinación con la astronomía y todo lo que conlleva el universo entero.

Pronto se dió cuenta que intentar contar las estrellas era como querer pesar toda el agua de mar que residía en nuestro planeta, porque nuestro cosmos es tan grande, inmenso y no por nada lo habían nombrado el infinito.... Y Ran no podía evitar querer averiguar más y más sobre ello.

Desde los planetas hasta el polvo estelar, desde mercurio a neptuno, nebulosas, nuestra vía láctea y nuevas galaxias o incluso los desechos cósmicos que a sus ojos contenían la más grande maravilla.

Error.

El problema llegó cuando recordó su objetivo principal, el inicio de su viaje al universo, Ran quería saber qué era esa hermosura que se ocultaba en cada estrella.

Pero se había empapado con tanto conocimiento, tantas maravillas descubiertas que se asomaban en nuestro universo, que esa misma noche cuando miró al cielo por su ventana.....solo pudo ver un simple cuerpo celeste que producía luz.

Lo que lo llevó e inició en ese nuevo mundo de maravillas, terminó convirtiéndose en algo tan elemental que solo contribuia en el espacio con su simple existencia, uno más del montón de estrellas que visitaba el cielo cada noche.

Se opacaban entre ellas mismas.

O quizás él mismo había opacado el brillo de las estrellas.

Pero no se iba a dar por vencido tan fácil, por supuesto que no, ¡Era Ran Haitani y en su sangre no estaba rendirse! Así que, empacó todas sus cosas en una pequeña maleta, tomó las llaves de su departamento y sin mirar atrás, comenzó a conducir hasta dirigirse al mismo campo donde inició todo.

En ese campo donde las estrellas llegan a evolucionar como supernovas, dónde nuevas nacen en el interior de las nebulosas y dónde todas alcanzan su máximo esplendor.

La escena era algo graciosa, él manejando y su pequeño hermano menor, Rindou, que lo acompañaba  como copiloto quejándose continuamente, una discusión tan trivial que no los llevó a ningún lado

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La escena era algo graciosa, él manejando y su pequeño hermano menor, Rindou, que lo acompañaba como copiloto quejándose continuamente, una discusión tan trivial que no los llevó a ningún lado.

Tuvo un deja Vu.

- Dime ¿Por qué tengo que acompañarte? Le diré a mamá que me obligaste a venir contigo.

Ran por poco se carcajea, en realidad, Rindou había caído de sorpresa y antes de darse cuenta ya se encontraba dentro del auto sin decir palabra alguna, pero sabía la respuesta a su pregunta, era simple y sencilla: Rindou amaba las galletas espolvoreadas de su abuela, las amaba tanto que podría comerlas como desayuno, almuerzo, merienda, cena y postre.

Entonces ahí estaba, de colado en su viaje, esperando por probar una de las sabrosas galletas que su abuela les horneaba desde niños.

Entonces ella los recibiría con los brazos abiertos, su sonrisa enorme, cabello canoso y desordenado en una sola trenza mientras sostenía una gran bandeja llena de esas galletas espolvoreadas tan esponjosas que parecía que en cualquier momento saldrían volando hasta fundirse en un pedazo de nube.

Entre estrellas |Ranley|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora