Me quedé allí, quieta en medio del aula, como si el tiempo se hubiera detenido junto con mi respiración. Mis sentidos estaban abrumados por la intensidad de lo que acababa de pasar, y mi mente luchaba por asimilar la cascada de emociones que me embargaba. Había sido un torbellino de deseo y pasión, un encuentro fugaz pero ardiente que había despertado algo dentro de mí que no podía ignorar.
Cuando por fin mi cabeza volvió a este mundo, me di cuenta de mi postura: reclinada en la mesa, las caderas inclinadas, las piernas entreabiertas en un gesto involuntario de entrega. Un escalofrío recorrió mi espalda al darme cuenta de la vulnerabilidad de mi posición, de lo expuesta que me sentía en medio de este laberinto de emociones prohibidas. Rápidamente, cerré las piernas con un gesto brusco, como si pudiera deshacer el gesto que me había delatado ante el mundo.
Mis ojos se abrieron de par en par, ampliando el espectro de mi conciencia para abarcar la magnitud de lo que acababa de suceder. Me sentía como si estuviera flotando en un limbo entre la realidad y el deseo, incapaz de distinguir dónde terminaba uno y comenzaba el otro.
Agarré mis cosas con manos temblorosas, sintiendo el zumbido de la excitación recorrer cada fibra de mi ser. Necesitaba alejarme, necesitaba espacio para procesar lo que acababa de pasar, para encontrar un resquicio de racionalidad en medio del caos emocional que me consumía.
Salí corriendo hacia el baño, como si pudiera escapar de mis propios pensamientos si tan solo pudiera correr lo suficientemente rápido. Cerré la puerta del habitáculo con un golpe seco, buscando refugio en la penumbra que ofrecía este santuario temporal.
一Serena, no, esto no acaba de pasar, es imposible一, murmuré para mí misma en un susurro cargado de incredulidad. Me di una cachetada, como si pudiera despertar de este sueño febril que me tenía atrapada en su telaraña de deseo y tentación.
Pero mi zona íntima aún palpitaba con desespero, Mis pensamientos se convirtieron en un torbellino de deseo y anhelo, cada fibra de mi ser clamaba por más, por una dosis adicional de la embriagadora pasión que había compartido con él. No era suficiente, lo que había experimentado hasta ahora solo había despertado un hambre voraz en lo más profundo de mi ser, un anhelo insaciable que solo podía ser calmado con su toque, con su presencia.
Necesitaba sentirlo dentro de mí de nuevo, necesitaba experimentar la electricidad que zumbaba entre nosotros, como una corriente que me envolvía y me hacía temblar de placer. Mis dedos rozaron mi piel con una urgencia desesperada, como si pudiera recrear la sensación de su tacto con un simple gesto.
Cerré los ojos, dejando que la imagen de él se grabara en mi mente, cada detalle de su rostro, cada matiz de su mirada ardiente. Podía sentirlo aún allí, como una presencia tangible en el aire cargado de anticipación que me envolvía, como si estuviera esperando a que cediera ante el deseo que me consumía.
Y entonces, con un suspiro entrecortado, me dejé llevar por la fantasía que me envolvía, imaginando sus manos sobre mi piel, su aliento cálido en mi cuello, sus labios explorando cada centímetro de mi ser con una devoción ardiente. La excitación creció dentro de mí como una llama avivada por el viento, envolviéndome en un torbellino de sensaciones que me dejaba sin aliento.
一Necesito más一, susurré en un murmullo apenas audible, como una súplica al universo por una tregua en medio de esta tormenta de pasión y deseo. Mis manos viajaron por mi cuerpo con una determinación febril, buscando alivio en medio del tumulto de emociones que me envolvía, anhelando encontrar una paz momentánea en el éxtasis que solo él podía ofrecerme.
El sonido estridente del timbre resonó en el aula, rompiendo el hechizo que me mantenía atrapada en mis pensamientos tumultuosos. Me sacudió de mi ensimismamiento y me obligó a enfrentar la realidad: no podía continuar el resto de la mañana en este estado de agitación y deseo descontrolado.