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Narra Mika 

Tal y como había dicho, acabé yendo a la tienda de la esquina en busca de los ingredientes necesarios para preparar un bizcocho de plátano con pepitas de chocolate.

Cuando se lo conté, mamá se mostró encantada con la idea y rápidamente las dos nos pusimos manos a la obra.

Mientras, Liam se tomaba una taza de café, sentado en la mesa de la cocina, sin quitarnos el ojo de encima. O mejor dicho, sin quitarme el ojo a mí.

Aún estando a espaldas, podía sentir su penetrante mirada. Perfectamente hubiera podido seguirle el juego, pero preferí mantener las formas y centrarme en mi labor. Ya habría tiempo más tarde para jugar. 

En menos de una hora el bizcocho ya estaba hecho y yo no veía el momento de llevárselo ya a los nuevos vecinos

─Bueno, bueno… ¿Se puede saber a dónde vas tan guapa? ─Liam aparece en el momento más oportuno. 

Son las seis de la tarde y me encuentro frente al espejo del cuarto de baño, aplicándome un poco de rímel en las pestañas. 

─Me ha entrado hambre y he pensado que quizás a esa gente también le apetezca merendar algo dulce. ¿Quieres venir? 

─Llevo todo el día esperando que me hicieras esta maldita pregunta. 

Cuando me vuelvo hacia él, me doy cuenta de que me está observando con una perversa sonrisa en los labios. 

─¿Se puede saber en qué demonios estás pensando? 

─En lo mucho que me gustaría hacer realidad todas y cada una de las escenas de tu novela. 

─Pues ya puedes ir bajándote de esa nube, porque eso va a ser imposible. 

─Eso lo dirás tú, novata. Para mí no hay nada imposible. 

Doy un paso al frente. 

─¿Ah, no?

─No.

Su cálido aliento llega a rozar la punta de mi nariz. Debería echarme hacia atrás, pero mi cuerpo pide a gritos estar cerca de él, tocarle, besarle… 

─¿Puedes demostrarlo? 

─Tú eres un claro ejemplo de ello. 

Con la punta de su dedo índice recorre mi mandíbula, descendiendo poco a poco, y yo no puedo evitar cerrar los ojos al sentir un pequeño escalofrío.

Echo la cabeza hacia un lado y su mano envuelve rápidamente mi cuello.

Cuando aprieta su agarre, me pongo en alerta abriendo de nuevo los ojos. 

─¿Te has vuelto loco o qué? Nuestros padres están abajo. Podrían haber subido en el momento menos esperado. 

─Pero no lo han hecho, así que relájate. 

─Controlate, ¿de acuerdo?

─Lo intento, pero saber que siempre que estamos cerca te tengo a punto de caramelo, me hace perder la cordura. 

─¿A punto de caramelo? ─suelto una carcajada ante la expresión tan ridícula que ha empleado─. ¿Te lo tienes muy creído, no? 

Se encoge de hombros como respuesta a mi pregunta. 

─¿Para qué vamos a perder el tiempo negando lo obvio? 

─Si tú lo dices…  

La tensión cada vez se va volviendo más palpable pero, una vez más, prefiero no seguirle el juego. Me doy cuenta de que está a punto de hablar y me apresuro a hacerlo yo primero. 

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⏰ Última actualización: Apr 15 ⏰

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Enfermizo 2 [La verdadera historia]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora