Una sensación extraña entre: alivio y confusión me invadió luego del mega drama que acaba de presenciar. Me costaba trabajo creer que la discusión en verdad hubiera tenido lugar, pero me alegraba saber que nadie más parecía haberse enterado de aquel suceso.
A pesar del alboroto, mis padres no desistieron en su plan de salir a caminar, sin embargo, yo ya no me sentía tan motivada como para hacerlo. Dejé que mis padres se marcharan sin mí, solo Karla los acompañó mientras yo me disponía a deambular por la casa para distraerme. Caminé hacia el lado norte de la casa y, sorpresivamente me encontré con unas escaleras que descendían a lo que parecía ser una especie de sótano.
Estaba ubicado justo a un costado de la casa, pero no debajo de esta; al fondo se alcanzaba a apreciar una vieja puerta de madera. Observé a todos lados para asegurarme de que estaba sola y entonces bajé, sujeté el pomo de la puerta para abrir y descubrir lo que había en el interior; sentía latir mi corazón con fuerza por la emoción y la adrenalina, cuando...
—¡¿Que estás haciendo aquí?!
La voz ronca y amenazante de un hombre me hizo girar de inmediato, sobresaltada y con el corazón a punto de sufrir un infarto, comprobé que se trataba del mayordomo.
—Yo... eh... no, bueno...
—No deberías estar aquí —gruñó.
—¡Cierto! —afirmé—. No debería, pero estaba perdida y... eh...
—Vuelve al jardín y no regreses aquí otra vez —ordenó con tono amenazador.
No tuvo que decírmelo dos veces, la voz de aquel hombre era suficiente para que yo saliera huyendo de ahí. Corría despavorida buscando la puerta del recibidor, cuando de pronto Lucia apareció frente a mí y al no poder frenar, me estrellé de manera estrepitosa contra ella; aunque intentó detenerme, no lo consiguió y caí sentada sobre el césped que poco hizo por amortiguar mi caída.
—Niña, ¿qué pasa, por qué corres? ¿Estás bien? —preguntó, luego de ofrecerme su mano para ayudar a levantarme.
—Sí, yo... recordé que dejé algo pendiente en mi habitación.
—Ya veo —dijo dubitativa—. Te estaba buscando —agregó—. Hay un chico allá en la puerta que pregunta por tí.
—¿Por mí? —pregunté incrédula.
—Sí por tí. La chica blanca de cabello negro. ¡Ándale, corre que te espera! —exclamó.
Automáticamente sospeché de quién se trataba, pero todavía dudaba de que fuera quien yo pensaba. Caminé nerviosa hasta la reja y lo ví... estaba recargado en un pilar, con la mirada perdida en su celular.
—¿Chica blanca de cabello negro? —pregunté divertida.
—¡Hola! —respondió despejando su frente de un par de mechones que la cubrían ligeramente—. No sabía cómo preguntar por tí —explicó.
—¿Y qué tal si hubiera salido mi hermana menor en lugar de mí?
—Dudo que tu hermana mida dos metros.
—¿De qué hablas? Yo no mido dos metros —reí divertida.
—Es una suerte, de otro modo no podrías entrar a mi casa si te invito a la fiesta que haremos.
—¿Fiesta? —pregunté curiosa.
—Mi padre hará unas hamburguesas al carbón hoy en la noche y sería genial que nos pudieras acompañar.
Me sentí como una tonta. Aquellas palabras me habían hecho enmudecer. No podía creer que ese par de ojos azules estuvieran mirándome fijamente, esperando mi respuesta; su mirada atenta, su nariz tan afilada y perfecta y esa piel bronceada me ponían cada vez más nerviosa.
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Vacaciones En Casa De La Tía Teresa
No FicciónSi tus vacaciones de verano, perfectamente planeadas fueran arruinadas por culpa de una de tus tías y su repentina boda, ¿se la arruinarías en venganza? Descubre lo que hizo Meghan en esta historia de amor y romance.