Quinta parte (1/2)

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Al final termine por irme a dormir, luego de ese final ya no tenía ganas de continuar, al menos no hoy.

Todo terminaba igual.

Deje la laptop a un lado, encima de la mesita de noche y me levante de la cama para cambiarme la ropa de calle por mi pijama de invierno, era un pijama de polar color blanco con estampado de manchas por todos lados.

Una vez con el pijama puesto deshice mis trenzas una por una en un intento de quitarle tensión a mi cabeza, que ya me dolía a horrores de estar demasiado tiempo pegado a la computadora. Me metí bajo las sabanas una vez me asegure de que el móvil tenía suficiente batería para durar hasta mañana e hice un esfuerzo por quedarme dormido.

No resulto, estuve varios minutos dando vueltas en la cama hasta que simplemente mi cuerpo cedió a la pesadez que sentía a eso de altas horas de la madrugada.

Genial, no dormiría una mierda.

Cerrar los ojos era como repetir todo aquello, cada vez que lo hacía las escenas macabras del juego se repetían cual película de terror, una muerte tras otra preocupandome aún más sobre que Bill pudiera acabar de la misma forma.

El sonido del reloj marcando el pasar de los minutos parecía sonar con más fuerza dentro de mi cabeza, recordándome que el tiempo seguía avanzando, sin importar las preocupaciones o miedos que atormentaban mi mente.

Finalmente, el agotamiento físico y mental que traía encima comenzó a vencerme, y poco a poco me sumí en un sueño ligero lleno de pesadillas, donde los límites entre la realidad y la ficción se desdibujaban en un espiral constante de miedo con un deje de misterio.

¿Cuál sería el próximo movimiento del acosador? ¿Trataría de hacerle algo a Bill por verse conmigo?

Finalmente la mañana llego y con ello lo inevitable.

Tener que levantarme para ir al instituto.

Odio la vida.

— ¡Tom levantate ya esta tu desayuno! — escuche gritar a mi madre desde la planta de abajo.

¿Por qué mamá se levantaba tan temprano? Yo apenas y tengo ganas para lavarme los dientes, en las mañanas me da hasta flojera existir.

— ¡Ya voy! — le respondí.

Con el peso del cansancio aún aferrado a mi cuerpo, me obligué a salir de la cálida seguridad que me ofrecían las sábanas y me levanté de la cama con un suspiro resignado. El frío de la mañana se colaba por los huecos de las ventanas, recordándome que aún era invierno y que el día apenas comenzaba.

Me dirigí al baño arrastrando los pies, necesitaba una ducha con urgencia. El agua fría parecía despertarme un poco, pero no lo suficiente para disipar completamente la neblina de cansancio que nublaba mi mente.

— Me veo horrible — murmuré viendo mi reflejo en el espejo, estaba pálido y ojeroso. Todo lo contrario a como solía lucir.

Pero ¿Cómo iba a estar bien después de todas las cosas horribles que vi ayer? Era imposible que estuviera bien luego de ver como en un juego un demente fantaseaba con masacrar multiples veces a un chico que existía en la vida real.

Después de vestirme con el uniforme del instituto (o más bien una versión varias tallas más grandes), bajé las escaleras con dirección hacia la cocina, donde el aroma del café recién hecho me recibía. Mi madre estaba ocupada preparando el desayuno, ajena a mi estado de ánimo sombrío.

— Buenos días cariño, ¿Quieres leche con avena o café con tostadas? — preguntó ella con una dulce sonrisa.

— Buenos días mamá — respondí tomando mi lugar en la mesa, toqueteando mis trenzas con los dedos para verificar que estaban secas. — Leche con avena por favor —

BILLY'S WARDROBE (en curso)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora