Capítulo II: El acenso del cuervo

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Who's the king, 

who's the boss?


Lee Min-woo

Mi infancia estuvo marcada por la tragedia; mis padres fallecieron en un terrible accidente cuando yo era sólo un niño, dejándome huérfano y desamparado.

Fue entonces que la familia Kang liderada por Kang Seong ho apareció en el orfanato de Daegu. Extendiendo su mano hacia mí, ofreciéndome refugio y oportunidades que nunca habría tenido de otra manera, pero también encargándose de enseñarme que todo en la vida tenía un precio.

actualidad

Mansión de los Kang.

—Recuerdo el día en que ese anciano me ofreció un lugar en su familia —le di un trago a mi whisky—. Tenía tan sólo diecisiete años, cuándo tuve que demostrar que tan leal era a la gran familia Kang —confesé, dándole la espalda a la mujer que aún se encontraba desnuda en mi cama, y me escuchaba con atención.

Me levanté y caminé lentamente hacia el gran ventanal de la habitación, admirando la gran ciudad de Seúl, observando la lluvia golpear los ventanales. Era sin duda una vista hermosa; allí estaba, a mis pies.

—Entonces —escuché decir a la mujer detrás de mí—. ¿Qué fue lo que pasó, cariño?

Yo me giré para verla y le sonreí, recordando con una mezcla de tristeza y victoria, lo que había pasado tiempo atrás.

—Verás, pues me he dedicado a demostrar mi lealtad de diversas formas a lo largo de los años —expliqué—. Desde tareas simples como recoger información confidencial hasta acciones más drásticas como eliminar a rivales potenciales —hice una breve pausa—. Sabes que siempre demuestro mi dedicación feroz y mi insaciable ambición. La mujer sólo asintió, y se mordió el labio inferior observándome. Pero a decir verdad, su pregunta no sólo me recordó mis grandes hazañas, sino también mi mayor arrepentimiento.

13 años antes

Corea del Sur, Seúl.

Había sido llamado a la oficina del jefe Kang, y por alguna razón mi sexto sentido me decía que no era para nada algo bueno.

—¿Qué harías por la familia, Minwoo?—preguntó Kang Seong ho, evaluandome detenidamente con la mirada.

Sus hombres, en cada esquina de la habitación, se encontraban inmóviles al igual que estatuas, sin verlo a la cara como símbolo de su respeto.

—Todo lo que sea necesario, mi lealtad no tiene límites, Jefe —respondí decidido, con mi vista clavada al piso.

En la penumbra del despacho de mi jefe, el silencio era tan denso como el humo del cigarrillo que se elevaba desde el cenicero. Él, con su mirada oscura y penetrante, se dirigió a mí con una expresión de seriedad en su rostro, que dejaba claro que la conversación iba a tomar un giro sombrío.

—Min woo —se agachó buscando mi atención—. Hemos descubierto que el imbécil de Kim Jaehyun ha traicionado a la familia, y le ha revelado información importante a nuestros rivales.—anunció él sin rodeos, con su cigarrillo aún en la mano.

Sus palabras resonaban en la habitación al igual que un veredicto ineludible, haciendo que levantara mi vista hacia él confundido. Jaehyun era quizá el único amigo que tuve en la vida, y no me sentía capaz de atreverme a traicionarlo.

La Flor de la Venganza (EN CURSO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora